14 Personas que trataron de salir ganadores de una situación, pero al final se hundieron aún más

Gente
hace 3 años

Todos hemos sufrido fracasos, pero de vez en cuando, a la vida le encanta sorprendernos de formas realmente sofisticadas. Es cuando tú, seguro de ti mismo, ya piensas salir de la situación como ganador y, de repente, todo se da vuelta y ya te encuentras tirado en el piso.

Genial.guru tiene un poco de envidia de las personas que pueden aprovechar al máximo su autoironía en estas situaciones y son capaces de contarles a otros de sus fracasos. Es justo lo que hicieron los héroes de esta selección.

  • Recuerdo que, una vez, en el año 2008, me llegó un mensaje al teléfono: “Por accidente recargué 5 USD a su cuenta. Por favor le pido devolverlos a este número. Elena”. Yo comprobé mi saldo y le respondí con otro mensaje: “¡Vete al diablo, Elena, no soy estúpido!”. Justo en ese momento, me debitaron 5 USD por mandar un mensaje de texto a un número privado. © Vereshch / Pikabu

  • Desde la adolescencia soñaba con mudarme a Estados Unidos. Cuando cumplí 18 años, encontré una lotería donde se podía ganar la tarjeta verde. Para ese tiempo, aún no entendía toda la seriedad de la situación. Gané la tarjeta verde, pero no pude irme a los Estados Unidos, ya que no tenía dinero para mudarme en ese momento y mi familia tampoco podía ayudarme. Ahora tengo 25 años; hasta el día de hoy, ese es el fracaso más grande de mi vida. © Oídoporahí / Ideer

  • Una vez, fui al hospital a que me viera un doctor. En la entrada del hospital, un doctor alto y joven muy simpático medía la temperatura. Por cierto, encontrarse con un doctor alto, joven y simpático en nuestro hospital es un fenómeno muy inusual, como encontrar un diamante en el lodo. Y yo, como cualquier chica, quise producir el mejor efecto mientras desfilaba de la puerta hasta el mostrador dónde estaba él. Mis planes fueron arruinados por la mujer de limpieza que acababa de lavar el piso de cerámica. Solo pude dar un paso y empezó todo un espectáculo de patinaje. La verdad es que este no duró mucho, ya que me caí al suelo muy pronto. Mi chaqueta de plumas no me permitía mover mucho los brazos, por eso parecía una tortuga panza arriba. Cuando el doctor de mis sueños me ayudó a levantarme, parecía que acababa de sufrir una catástrofe aérea: el gorro se me corrió a la frente, mi bufanda quedó colgada. ¡Eso sí que es causar una impresión! © Mantecado de canela / AdMe

  • Le compré a mi hijo unas arañas de juguete. Luego estaban tiradas por toda la casa. Nos metimos a la piscina y ahí también vi una flotando en el agua. Justo salió mi esposa y quise asustarla. Agarré la araña con la mano y resultó que era de verdad y estaba viva. Pero logré mi objetivo: mi esposa se espantó mucho con mis gritos. © ShutupuFM / Pikabu

  • Me salieron granos en la cara por el frío, le pedí a mi novia que me pusiera algo para que no se notaran, ya que tenía una reunión importante y no quería que todos vieran mis granos. Ella, por la mañana, me aplicó crema de base y algo más. La verdad es que se veía normal y no se notaban los granos, pero cuando me tropecé con un escalón y caí contra el saco del director, dejé toda la crema en su espalda. Ahora todos tienen muchas preguntas. Las explicaciones no sirvieron de nada, se siguen riendo. © Oídoporahí / Ideer

  • Recuerdo que estaba de moda usar lápiz labial de color marrón oscuro y, mientras más oscuro, mejor. Para lograr más efecto, repasaba mis labios con delineador negro; como resultado, tenía unos labios oscuros casi sin vida. Aunque las chicas mayores me decían que no se veía bonito, yo siempre creí que lo decían por tener envidia. © Elena Matiol / Facebook

  • A los 16 años, paseaba por la calle en jeans que, en aquellos tiempos, eran difíciles de conseguir. ¡Y encima blancos! ¡No caminada, sino que flotaba! Sentía las miradas en mí. ¡Me sentía tan de lujo! Hasta que una señora se acercó y me dijo: “Señorita, tiene abierto el cierre”. Miré abajo y, sí, era cierto. © Victoria Filípova / Facebook

  • El pasado 1.º de abril, una hija de mi colega le quiso hacer una broma. Le mandó un mensaje por WhatsApp: “Mamá, te está citando el director”. La mujer leyó el mensaje en voz alta y enseguida empezó a enojarse. Unos colegas de la oficina y yo no reímos, le dijimos que mirara el calendario, que era el 1.º de abril y que era obvio que su hija simplemente le estaba jugando una broma. La madre le grabó un mensaje de voz: “¡Acabo de pedir un taxi, voy para allá!”. Encima, lo dijo con una voz enojada con máxima seriedad. Luego dejó el teléfono a un lado y no volvió a leer los mensajes. En el primer mensaje que respondió la hija decía: “¡Jaja, era una broma!”. Pero la mamá supuestamente no leía los mensajes y no contestaba las llamadas. Luego, la preocupada hija empezó a llamar a la oficina. Como era el único hombre de la oficina, me pidieron que contestara yo: “¡Hola, buen día! ¿Podría hablar con la señora González?”. Le digo: “En este momento está ausente, dejó todo y salió corriendo, hasta dejó olvidado el teléfono. ¿Quiere dejarle algún mensaje para cuando vuelva?”. En respuesta, hubo un silencio mudo, por eso le pasé el teléfono a mi colega, que preguntó maliciosamente: “¿Tienes algo importante que decirme, hija?”. No sé cuánto alivio sintió la hija cuando se enteró de que su mamá al final no había ido al colegio, pero supongo que la adrenalina que tuvo era impresionante. © *****sbomjami / Pikabu

  • Tuve la idea de pasar por la casa y lavar las cortinas de la cocina. Tenía la intención de alegrar a mi novia. No me daban ganas de ir por la escalera, me paré sobre una silla y me puse a quitar las cortinas. Me costaba llegar al lado izquierdo, por eso apoyé un pie en la mesa que estaba al lado. Me resbalé, tirando la mesa y agarrándome de las cortinas que en un instante se arrancaron cayendo sobre la nueva estufa y, al mismo tiempo, con el otro extremo rompiendo las vajillas que estaban en la secadora al lado del fregadero. Y como bono de lo ocurrido, me torcí la pierna. © Oídoporahí / Ideer

  • Hace poco me acordé de una historia maravillosa: en la escuela, siempre quise ser una chica gótica, pero en un pueblo provincial en los años 2000, no había muchas posibilidades de lograrlo. Por eso, cuando me puse una cinta negra de puntilla en el cabello, todo creyeron que estaba de luto y me dejaron irme de clases. © iamhellcat / Twitter

  • Mi esposa me contó una historia. Hace mucho tiempo, cuando vivía en un pueblo pequeño, ocurrió lo siguiente: su madre quiso ir a la ciudad y le comentó a la vecina que iba a viajar a la capital. La vecina le dijo: “¿Uy, irás a la ciudad? Yo no sé cuándo voy a poder ir. ¿Me puedes traer un DotVol 95C?” (un brasier de talla 95C). Luego, la mamá volvió de la ciudad y la vecina le preguntó: “¿Qué tal te fue? ¿Pudiste comprar lo qué pedí?”. Y mi mamá le respondió: “Te digo la verdad, no había DotVol, pasé por tres farmacias y en todas me confirmaron que no existe un medicamento con ese nombre”. © YodaGrandMaster / Pikabu

  • Me uní al grupo del edificio: en uno de los accesos notaron una tarántula. Llamaron a la policía, ellos llegaron y llamaron a los bomberos. Los bomberos llegaron para atrapar al bicho, pero resultó que era una araña de juguete. © ProblemSPb / Twitter

  • Estábamos comprando el regalo de cumpleaños del jefe, una entrada para ir al ballet. Diálogo en la caja:
    —¿El ballet es en español?
    —No, pero hay un intérprete. Se ubica al lado y baila en otro idioma.
    —Es que solo he oído el ballet por la radio, no sé cómo funcionan las cosas ahí. © Bash.im

  • Tuve una discusión con el vendedor de pisos. El hombre me aseguraba que un recubrimiento de corcho es cálido, o sea que da calor. Yo me opuse, le dije que el corcho no produce calor, solo lo conduce mal, que tiene conducción baja. El vendedor no se ponía de acuerdo insistiendo en que él era un especialista. Cuando le pregunté de dónde el corcho saca el calor para producirlo, me dijo que es un corcho de producción africana y que lleva calor conservado desde África. © Bash.im

¿Alguna vez has tenido situaciones parecidas? Si la respuesta es sí, cuéntalas, no seas tímido.

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