Salma Hayek reveló por qué lloraba antes de su escena íntima con Antonio Banderas

Historias
hace 9 meses

Las escenas íntimas son de los momentos más complicados para los actores a la hora de realizar una ficción. Tratar de transmitir la pasión y el amor de los personajes a la pantalla es un proceso que puede ser complicado y que requiere de mucho tacto para que sea realizado con profesionalismo. Salma Hayek, por ejemplo, no tiene recuerdos muy buenos de cuando tuvo que compartir con Antonio Banderas un momento de ese tipo en la película Pistolero.

Uno de los aspectos más difíciles de abordar en las películas, es la representación de escenas íntimas. Estas secuencias, que requieren una autenticidad excepcional, plantean desafíos tanto para los actores como para los directores, quienes deben equilibrar la necesidad artística con el respeto a la privacidad.

Un ejemplo de esta dificultad se encuentra en la recordada película Pistolero, donde Salma Hayek y Antonio Banderas cautivaron al público con su química en pantalla. Sin embargo, detrás de esa conexión se escondía la incomodidad de Hayek durante una escena íntima.

Salma Hayek coincidió con Antonio Banderas en la película Pistolero, y en su secuela Érase una vez en México, ambas dirigidas por el mexicano Robert Rodríguez, las cuales fueron sumamente claves para apuntalar el estrellato a Hollywood de ambas figuras.

Dicha experiencia significó el inicio de una gran amistad para Antonio y Salma, quienes forjaron un vínculo que ha superado el tiempo y la distancia, y los ha llevado a trabajar en varias películas más, entre ellas, las protagonizadas por El gato con botas.

Sin embargo, la actriz mexicana guarda un recuerdo algo incómodo de aquella primera película donde compartió pantalla con Banderas, ya que durante una entrevista, comentó que se había sentido muy incómoda compartiendo una escena íntima con el astro español.

Salma afirmó que el momento pasional entre ambos no estaba prevista en el guion original: “Fue exigido por el estudio cuando vieron la prueba de química. La pasé muy, muy mal con eso. No disfruté de la escena”, afirmó sobre el tema en un podcast en el cual fue como invitada.

La actriz mexicana, finalmente, accedió a realizar la escena, la cual se rodó en un plató cerrado en el que solo estaban los dos actores, el director Robert Rodríguez (quien hacía de técnico de sonido y operador de cámara) y la entonces esposa de este último y productora del film, Elizabeth Avellán.

Pero al momento de la realización, Salma empezó a sentirse muy incómoda. “Cuando empezamos a rodar, empecé a sollozar”, y agregó que le dijo a quienes la rodeaban de que no sabía si podría hacerlo.

Según comenta, una de las cosas que más la intimidaba, era la falta de miedo que sentía su compañero de escena: “una de las cosas que temía era a Antonio: era un absoluto caballero y muy agradable, y todavía somos amigos muy cercanos, pero era muy libre. Daba miedo, porque para él no era nada y eso me asustó porque nunca había estado frente a alguien así”.

Ante tal situación, Salma se sintió desesperada y empezó a llorar. También afirma que todos los involucrados en la realización fueron muy amables y comprensivos con ella, y que intentaban hacerla reír para calmar un poco sus nervios. “Eran increíbles. Hicimos lo mejor que podíamos hacer en ese momento. Eran tan magníficos, este grupo de personas. Él (Robert Rodríguez) nunca me presionó”.

Finalmente, la actriz pudo tomar coraje, y logró realizar la escena de pasión de forma satisfactoria. Dejando uno de los momentos más recordados de la película. Finalmente, volvería a interpretar a Carolina, la mujer del Mariachi, en la secuela Érase una vez en México.

La experiencia de Salma Hayek, muestra lo complicadas que pueden ser las escenas íntimas entre los actores, y lo importante que es para un intérprete, tener un equipo de trabajo que sepa acompañar y contener, a la hora de poder hacer bien su trabajo.

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