¡Quiero ir a Marruecos!

Lugares
hace 3 años

Marruecos es un país lleno de magia y encanto. Estratégicamente ubicado en el norte de África, es la puerta que comunica dos grandes continentes y el lugar en donde las culturas y las lenguas se fusionan creando una atmósfera de diversidad y misticismo única en el planeta. Su población, antes de ser conquistada por musulmanes, fue bereber, y en sus tradiciones y arquitectura todavía se conservan vestigios de esta cultura.

Sus grandes ciudades son metrópolis cosmopolitas, mientras que en sus pueblos habitan tranquilos marroquís vestidos con coloridas djellabas, y más allá, en el desierto, aún existen poblaciones nómadas que viven de críar cabras y camellos en medio de la arena del Sahara.

Genial.guru te invita a conocer este majestuoso destino a través de un recorrido virtual por sus más atractivos parajes. 

Marrackech

Aunque la capital de marruecos es Casablanca, Marrackech es considerada por muchos el centro cultural y turístico más importante del país. En la foto ves el movimiento de la Plaza de Jamaa el Fna, el céntrico lugar de la medina (ciudad antigua) de la ciudad. Allí se dan cita cada día miles de comerciantes, cocineros callejeros, encantadores de serpientes, músicos, artistas, malabaristas, pirómanos, tatuadores de henna, artesanos y, por supuesto, turistas. El sonido de las voces y los instrumentos musicales aumenta a medida que la noche avanza y el aire se llena de un aroma envolvente a especias exóticas. Recorrer los pasadizos de este lugar dejándose llevar por su encanto y ritmo frenético es una experiencia que no puedes dejar de vivir. 

Desde la medina amurallada en el centro de Marrackech se alzan majestuosas las montañas Atlas, la cadena rocosa más alta del continente africano. Detrás de éstas espera dormido el infinito desierto del Sahara. 

En esta ciduad se conservan, entre edificios y muros, más allá de la mezquita del Kasbah, las tumbas Saadíes, un monumento arquitectónicamente fascinante en donde descansan los restos de algunos de los reyes y sultanes más importantes de la región. Su visita es obligatoria al pasar por Marrackech. 

La ciudad ofrece infinidad de artesanías para que los ojos de sus visitantes y locales se maravillen entre colores, texturas y formas. En los mercados locales encontrarás tapices, zapatos, trabajo en cuerpo, joyas, forjas, lámparas, mantas, máscaras, instrumentos musicales tradicionales... cada puesto es una fascinante e infinita fuente de objetos exóticos y coloridos, pero a la hora de comprar hay que estar preparado para negociar, ya que el regateo es una tradición árabe que los marroquís conocen muy bien. 

Comida

Quien haya ido a Marruecos y no haya probado el té con hierbabuena y azúcar, no hizo un viaje completo. En cada café sirven esta tradicional y deliciosa bebida que acostumbran a beber desde los más sofisticados parisinos, hasta los nómadas en el desierto.

Y si se trata de gastronomía, este país no se queda atrás. Los platos pueden variar dependiendo de la región que visites, pero es común que en cualquier lugar te ofrezcan el típico tajín, un plato de cuscús con especias, vegetales, pollo, res o cordero, cocido al vapor en este recipiente cerámico.  

También puedes preguntar por la Harira, una sopa cuya preparación varía según la receta casera de cada cocinero, y que en época de invierno te calentará el cuerpo y el alma. 

Esauira

Esta magnífica ciudad crece a orillas del mar y su puerto es uno de los más conocidos del país. La belleza del lugar estriba en su espíritu pacífico, sus calles llenas de artesanías, su tradicional mercado de pescado y los antiguos muros que cercan la medina. 

A sólo dos horas en carro de Marrackech se encuentra este paraje azúl y blanco lleno de encanto y con sabor a mar. 

El gran Sahara

Si tienes como propósito ver la inmensidad del Sahara antes de morir, Marruecos puede ser el destino para llegar al corazón del desierto. En un recorrido de tres días irás dejando atrás todos los rastros de civilización para adentrarte poco a poco en el mar de arena más grande del planeta. En el camino, verás poblaciones bereberes y habitantes que todavía se debaten entre el nomadismo y el sedentarismo, que andan a camello por grandes y áridas extensiones de tierra y cavan increíbles pozos para obtener agua. 

Al final de esta travesía tendrás la oportunidad de recorrer caminos sobre uno de estos misteriosos y nobles animales para llegar a un conjunto de jaimas (casas nómadas tradicionales). Allí compartirás con los habitantes del Sahara e incluso podrás pasar la noche mirando el cielo más estrellado que jamás verán tus ojos. La inmensidad de este lugar no tiene comparación, una vez que lo hayas visto, el desierto vivirá para siempre en tu corazón. 

Foto de portada: lavanguardia

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