9 Evidencias de que la hora de dormir, en el pasado, no siempre fue sinónimo de buenas noches

Hogar
hace 1 año

Si hay algo que tenemos en común con nuestros antepasados, es que un buen descanso durante la noche nos resulta esencial para poder tener un buen día. Diferentes métodos y costumbres a lo largo de la Historia han moldeado la forma de dormir actual dentro de las diferentes culturas que nos rodean. Existieron civilizaciones que dormían dos veces durante la noche; otras, que creían en los beneficios de dormir sentados.

¿Preferirías dormir dos veces durante la noche, o un solo sueño a lo largo de toda la noche?

1. En el Paleolítico se valoraba dormir en comunidad

Se cree que durante la era paleolítica, al igual que en otras, las personas dividían el sueño en dos durante la noche. Solían tener camas duras y con ropa ligera para evitar pulgas. Dormían en comunidad; en espacios cerrados; cerca del fuego y escuchando los sonidos del exterior.

2. El Neolítico y el ciclo de la noche

Un equipo investigador de la UCLA revisó a tres grupos de cazadores recolectores en Tanzania, Bolivia y Namibia. Durante la investigación del sueño, descubrieron que las personas se dormían luego de unas 3.5 horas después de caída la noche, considerando la teoría de que quedarse despierto más tarde es el resultado de la tecnología moderna. La duración media del sueño se estimó en unas 6.25 horas, con las personas durmiendo más en el verano, y menos en el invierno. Supuestamente, estos sujetos rara vez despertaban en la noche.

3. En la Edad Media dormían en dos fases

Durante este periodo, los patrones del sueño parecían ser divididos en dos, no era extraño que las personas se despertaran en medio de la noche y se tomaran un tiempo antes de volver a dormir, ya que solía ser un buen momento para reflexionar, meditar o avanzar en alguna tarea pendiente.

Se utilizaban colchones rellenos de paja o trapos (o plumas, si eran personas ricas). La gente más pobre debía arreglárselas con lo que encontraba, a veces una planta de brezo o la fría tierra del suelo era la única opción; otras veces, sin siquiera una manta.

Las personas solían dormir en comunidad para buscar calor, aunque fuera entre completos desconocidos. Si la familia dormía junta, se intentaba aislar a las niñas del contacto con otras personas, era ideal que quedaran entre la madre y la pared. La vigilia nocturna empezaba entre las 23:00 y las 01:00, dependiendo de la hora en la que se acostaron inicialmente.

4. A fines de la alta Edad Media dormían en los salones

Durante los siglos X — XII, los nobles solían pernoctar en el gran salón del castillo, ya que estos eran más cálidos y seguros, versus la frialdad y sensación de menor protección dentro de la inmensa magnitud de un castillo. Algunas familias tenían una habitación privada separada, incluso podían hacer que su criado durmiera en la habitación con ellos, sobre un jergón en el piso.

La mayoría de los sirvientes del castillo dormían en otros lugares, como sótanos o áticos ubicados en diferentes edificios de la fortaleza. Otras personas, como los pastores, artesanos, leñadores, entre otros, podían tener algo más cercano a una habitación en las inmediaciones del sitio. Las camas eran cortas, ya que se estilaba el dormir sentado, una posición favorable en caso de algún ataque, y así poder desenvainar algún arma.

5. En el siglo VXII, ya se preocupaban por un buen descanso

Durante esta época de la Historia, ya se tenía noción respecto al impacto del sueño en nuestro organismo, se velaba por cuidar la cantidad de horas, así como de experimentar con diferentes métodos y remedios caseros, tales como leche de almendras, con cebada, flores de borraja y agua de rosas con azúcar. Otros se introducían bolsitas de anís en las fosas nasales o se amarraban pan remojado en vinagre en los pies.

Samuel Pepys, un político del siglo XVII y reconocido cronista de la época, nos demostró que compartir la cama con un completo desconocido, compañero de viaje, era normal en la Gran Bretaña del siglo XVII.

6. Siglo XVII, camas pequeñas y un sueño continuo

El sueño de dos fases empezó a desaparecer a fines del siglo XVII. Según un informe, el tener un sueño continuo durante la noche, empezó con los grupos urbanos más acomodados; con el tiempo, esto empezó a expandirse hacia el común de la sociedad en un par de siglos después.

Durante el siglo XVII, empezaron a aparecer los primeros indicios de lo que ahora conocemos como nuestras camas. Solían usar un mueble especialmente diseñado para que cupiera un colchón, relleno de lana y con trapos encima, todo sobre un marco de madera. Con el tiempo dejó de ser algo exclusivo, siendo accesible para la mayoría.

Las camas solían ser la primera inversión para sus hogares, siendo la cuarta parte del valor total de un hogar modesto. En muchas ocasiones, dormir era algo de familia, donde varios compartían la misma cama.

7. Siglo XVIII, camas pequeñas y buena digestión

Los nobles del siglo VXIII solían tener camas muy cortas; a diferencia de quienes dormían así por un tema de seguridad, en este contexto se pensaba que esta postura era buena para la digestión, evitando también que la comida regurgitara. Sin embargo, la baja estatura de las personas de aquella época, también era una razón para que las camas fuera más pequeñas.

8. Época preindustrial, sin luces ni teléfonos

De acuerdo a lo que dice Sasha Handley, quien se dedica al estudio del sueño, antes de la época industrial, nuestros antepasados gozaban de un mejor sueño gracias a la ausencia de electricidad, siendo guiados por el ciclo del día y la noche, acomodándose a las diferentes estaciones y climas del año. Los debates actuales se centran en que la llegada de la electricidad arruinó el sueño de todos, siendo considerada la época anterior a la industrialización como la época dorada del sueño.

9. Era Postindustrial, más trabajo y menos descanso

Durante el siglo XIX, la revolución industrial tuvo su mayor apogeo. Largas y agotadoras jornadas de trabajos, más los horarios reglamentados de las fábricas —incluyendo dos turnos— significaban que las personas ya no podían descansar a su gusto. En cambio, para producir más, comenzaron a pactar el sueño en un solo ciclo. Las calles iluminadas y la electricidad alejaron aún más a la sociedad del sueño en dos fases, se tomó más conciencia del paso del tiempo y la productividad que se podía lograr durante el transcurso del día. En la década del 1920, las referencias a un sueño bifásico habían desaparecido.

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