Decidí reducir la cantidad de plástico en mi vida cotidiana, y el resultado ha sido controvertido

Hogar
hace 4 años

Me llamo Julia y, al igual que la mayoría de las personas, nunca había estado obsesionada con un mundo limpio. Sin embargo, gracias al reto Trashtag, en el cual se recopilaron toneladas de basura, me puse a reflexionar y decidí comprobar qué tanto plástico tira diariamente mi familia compuesta de tres personas. Al ver la cantidad de residuos de un día, me atreví a realizar un experimento.

Especialmente para los lectores de Genial.guru, contaré cómo reduje la cantidad de plástico en mi vida cotidiana y cómo terminó todo.

Decidí excluir algunas cosas de mi vida

Una cantidad aproximada de los residuos de plástico que tenía un día antes de comenzar el experimento.

Al ver detalladamente mi basura, destaqué algunos objetos que había conseguido por iniciativa propia y de los cuales podía prescindir. En ellos había:

  • bolsas de plástico y polietileno en las cuales empacan los productos del supermercado;
  • papel film transparente;
  • esponjas de poliuretano para lavar los trastes;
  • cotonetes;
  • toallas sanitarias.

No me deshice de estas cosas en un instante. Todo ocurrió poco a poco y tuve la oportunidad de entender las inconveniencias y hacer conclusiones.

Reemplacé las bolsas de plástico por bolsas de tela

Al mes, normalmente compraba de 12 a 15 bolsas para guardar los productos. Un total de 140-180 bolsas al año. Ahora tengo 4 bolsas, las cuales podré usar durante dos años como mínimo.

  • Problema emergente: resulta que la bolsa se pierde constantemente en algún lado. Al mismo tiempo, se desenrolla y forma una incómoda bola de tela.
  • Solución: al olvidar una cosa tan necesaria un par de veces, tuve que comprar bolsas de más. Y esto demostró ser la solución, por lo menos ahora siempre tengo a la mano una de ellas. Además, existen bolsas con una liga cosida en el fondo y con su ayuda se doblan en rollo.

Conclusión: resultó ser cómodo. Llevo un mes usándolas y durante este periodo de tiempo ni una sola ida al supermercado me tomó por sorpresa.

Simplemente descarté las bolsas de basura

Nuestra familia usaba aproximadamente 120 bolsas al año. Ahora no tiro ninguna.

  • Problema planteado: me molestaba el gasto de tiempo, dado que los residuos en bolsa se pueden tirar de camino a cualquier lado, pero al llevarlos en un bote, lo tienes que regresar y lavar.
  • Solución: mientras estaba reflexionando, las bolsas de basura se terminaron. Y no fui a comprar más.
  • Resumen: es posible vivir así. Llevo varias semanas sacando la basura del bote sin bolsas. Una ventaja indiscutible: ¡es gratis!

Traté de reemplazar las bolsas del plástico en rollo por reutilizables

Cien bolsas del plástico al mes se redujeron a 20 gracias a la aparición de decenas de bolsas de tela.

  • Problema emergente: si los mismos supermercados proponen reemplazar las grandes bolsas de plástico por unas de tela, entonces no será tan fácil encontrar una alternativa para las pequeñas bolsas de plástico.
  • Solución: aparentemente, para guardar frutasverduras puedes utilizar bolsas ligeras de tela. Las puedes coser por cuenta propia, comprar en eco tiendas o en AliExpress.
  • Conclusión: este artículo de tela es muy cómodo, sin embargo, las bolsas de plástico no desaparecieron de nuestras vidas. Se utilizan de manera más amplia y periódicamente entran a nuestra casa.

Traté de encontrar una alternativa para el papel film transparente

Los 40 metros “anuales” de plástico para envolver comida se redujeron 10 veces.

  • Problema planteado: es difícil rechazar el plástico para envolver la comida. Sin este tuve que guardar la comida en recipientes, usar tapas y después lavar todo.
  • Solución: lo único que logré encontrar son tapas de silicona elásticas en IKEA. Sin embargo, en un paquete solo hay 3 piezas y no son tan grandes.
  • Conclusión: comencé a utilizar algunos de los inventos propuestos por IKEA y, lo que no podía tapar con ellos, lo guardaba en un recipiente. La cantidad de plástico utilizado se redujo hasta alcanzar un 10 o 15 por ciento de la cantidad inicial.

Las esponjas de poliuretano desaparecieron de mi vida

Anualmente, tiraba al vertedero de 35 a 40 esponjas de poliuretano. Ahora, ninguna.

  • Problema planteado: la dificultad principal fue encontrar por lo menos una idea para reemplazar la esponja de poliuretano.
  • Solución: al parecer, había diferentes opciones.
  1. Esponjas biodegradables elaboradas por fabricantes de artículos ecológicos. Por ejemplo, este modelo. Su precio es de 3 a 5 veces mayor. Sin embargo, tienen una ventaja: son más duraderas y se pueden lavar.
  2. Tawashi son esponjas especiales para los trastes. Las tawashi originales son elaboradas de hilos gruesos y fáciles de tejer con gancho.
  3. Un viejo trapo de tu ropa usada. Es incómodo.
  • Conclusión: compré esponjas biodegradables. No obstante, la idea del tawashi me gusta, por eso, cuando tenga tiempo e inspiración, seguramente haré una. Lo más importante es que ya no utilizaré esponjas de poliuretano.

Los cotonetes pueden ser de otro material

Utilizaba alrededor de 300 cotonetes de plástico al año. Ahora utilizo la misma cantidad, pero son naturales.

  • Problema planteado: nuevamente el desconcierto de qué utilizar en lugar de los cotonetes tradicionales. A mi mente solo se le ocurría un cerillo enrollado con algodón.
  • Solución: descubrí que existen cotonetes de papel prensado, los cuales se degradan por completo. Desafortunadamente, no en todos los lugares se venden. Tuve que esforzarme por encontrarlos. De acuerdo con la sensación, no hay ninguna diferencia con los de plástico, el precio es el mismo. Un reemplazo perfecto y “sin dolor”.
  • Resumen: fue la parte más exitosa y fácil de mi experimento.

Se encontraron unas cuantas variantes en materia de higiene femenina

Aproximadamente 50 toallas sanitarias anualmente se convirtieron en las mismas 50 pero biodegradables.

  • Problema emergente: en esta cuestión, la dificultad fue una gran cantidad de opciones.
  • Solución: desde copas menstruales, bragas especiales, toallas reutilizables y biodegradables, yo elegí la última variante por una sencilla razón: fue lo más habitual para mí.
  • Conclusión: las toallas sanitarias biodegradables resultaron ser buenas, pero cuestan de 3 a 4 veces más y casi no se venden en tiendas normales. En un futuro, también probaré la copa menstrual.

Cómo terminó todo

Esto no ha terminado. Al empezar a reflexionar sobre el medio ambiente, es difícil detenerse. Pero el aspecto positivo es evidente: la cantidad de residuos de plástico se redujo, aunque no tanto.

¿Por qué no tanto? Porque una gran parte de los residuos son envases sin los cuales simplemente no se pueden comprar los productos en las tiendas. Por desgracia, en mi ciudad todavía no hay tiendas Zero Waste. Pero las estoy esperando.

Lo que he aprendido

Al principio, este experimento no me pareció algo muy importante. Sin embargo, durante el proceso apareció la sensación que toda mi vida había vivido con los ojos cerrados y no me daba cuenta de la realidad. Ahora me ha quedado clara la cantidad de plástico que nos rodea en realidad.

Estoy segura de que si las personas siguen mi ejemplo, entonces la demanda de algunos enseres domésticos disminuirá poco a poco. A los productores no les será rentable elaborarlos y la cantidad del plástico en el mundo se reducirá. Incluso un pequeño paso ayudará a limpiar un poco el mundo y a hacerlo más seguro para nosotros mismos.

¿Tú qué haces para disminuir tus desperdicios? ¿Qué otros productos eco amigables conoces que puedas recomendar?

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