20 Personas que tuvieron mejores razones para llegar tarde que el mediocre: “Me quedé dormido”

Gente
hace 2 años

Todos conocemos al menos a una persona que siempre llega tarde. Algunos simplemente no saben organizar su tiempo, mientras que otros tienen razones verdaderamente fantásticas para sus retrasos. Y solo queda entender y perdonar cuando te enteras de que un conocido estuvo encadenado a su sofá durante seis horas por culpa de una rana. O de que alguien fue encerrado accidentalmente por su compañero de cuarto. Dos veces.

Genial.guru no podía ignorar las historias sobre retrasos que fueron tan épicos que hasta se podría filmar una película basada en ellos, o usarlos para contar chistes.

  • Necesitábamos un nuevo empleado. Encontraron a una persona, digamos que se llamaba Alex, con poca experiencia, que fue asignado a un colega más experimentado. Dos semanas después, luego de recibir su primer salario, dijo que tenía que ir a una región vecina, a su tierra natal, para el fin de semana porque se casaba su amigo. Que el lunes estaría de regreso sin falta. Llegó el lunes, pero el chico no regresó. Me preocupé, lo llamé a ver si había pasado algo. Atendió el teléfono: “Llegaré un poco más tarde, en septiembre, tengo que ocuparme de unas cosas urgentes aquí”. Y era alrededor del 15 de agosto de 2015. Obviamente nadie lo esperó durante dos semanas, y encontraron a otro empleado. Pero ese no es el final de la historia.
    El 2 de septiembre de 2016, mi teléfono sonó y alguien dijo con voz confiada: “Hola, soy Alex, estoy listo para empezar a trabajar, ¿puedo comenzar mañana?”. ¡Habían pasado un año y dos semanas! Parece que el muchacho sí se divirtió en esa boda. Y en septiembre regresó, como había prometido. © SvetikTik1 / Pikabu

  • Una vez, me puse a charlar en línea con un chico, nos escribimos, luego hablamos por teléfono. Dijo: “Estoy en un viaje de negocios, cuando regrese, te llamaré y nos encontraremos personalmente”. Yo respondí que sí. Pasó una semana, otra, no me llamó. Bueno, me dije, está bien, al cabo que ni quería. Y después de 5 AÑOS, me llegó un mensaje de texto: “Estoy de vuelta, ¿qué tal una cita?”. Yo no entendía quién había regresado de dónde, no tenía idea de quién era esa persona. Así que me quedé atónita cuando él logró explicarme quién era y de dónde había sacado mi número. © Tykovka888 / Pikabu

  • Sucedió a finales de los años 80. Regresaba a casa de la escuela a paso rápido porque realmente necesitaba ir al baño. Ya cerca de casa, escuché pasos ​​acelerados detrás de mí. Aumenté la velocidad. Los pasos también. Ya estaba prácticamente corriendo cuando me acerqué a la entrada. Cuando quedaba un paso hacia la puerta, la mano de un hombre interceptó la manija de la puerta desde atrás y una voz sin aliento dijo: “No te preocupes, solo llegamos 10 minutos tarde”. Todo el país estaba viendo La esclava Isaura... © Oídoporahí / Ideer

  • Mi vida es como un chiste. Mi padre llegó tarde a la graduación con mi hermana porque confundió la escuela. No es una broma. © Usladno / Twitter

  • Una vez, salí corriendo de un hospital psiquiátrico, vi un taxi que se estaba yendo, corrí tras él por los charcos, bajo la lluvia, gritando: “¡Espeeeraaaa! ¡Alto!”, y agitando los brazos. Solo más tarde me di cuenta de cómo debió haberse visto eso. Bueno, qué podía hacer, el hospital está a 40 km de la ciudad, y mi amiga y yo, dos psiquiatras internas, llegamos tarde para tomar el autobús al salir del trabajo. El conductor se detuvo, se echó a reír y nos dejó subir al coche. © Oídoporahí / Ideer

  • Hoy llegué tarde al trabajo. Y fue así. Me levanté de la cama con el despertador y comencé a prepararme. Fui al baño a lavarme los dientes. De pronto vi unas extrañas cortinas con peces. ¡No teníamos cortinas en nuestro baño! Y entonces sí me desperté, 5 minutos antes de tener que salir para el trabajo. © Oídoporahí / Ideer

  • Y yo tengo tanta suerte que llegué tarde incluso a una tienda abierta las 24 horas. © Oídoporahí / Ideer

  • En nuestra escuela teníamos un sistema así: los que llegaban tarde eran recibidos en la entrada por los alumnos y el maestro de turno, y eran sometidos a vergonzosas burlas y regaños públicos, con la correspondiente anotación en el cuaderno de asistencias.
    Después de uno de estos casos, llamé a mi padre llorando y él me dijo que si él tenía la culpa de mi tardanza (y esto sucedía a menudo), entraría conmigo sin falta y lo explicaría.
    Y luego llegó el día: estábamos sentados en el auto cerca de la escuela, y ya llegaba 10 minutos tarde, porque el auto se había descompuesto por el camino. Papá hizo lo que había prometido: entramos juntos al pasillo de la escuela. Y entonces tuvo lugar una pequeña escena.
    La maestra: “Llegaste tarde de nuevo. Prepara tu cuaderno de asistencias, llamaremos a tus padres. ¡Oh, Dios mío! ¡Alex! ¡Rodríguez!” (esto tras ver a mi papá).
    Papá: “¿Señorita Manso?”.
    Maestra: “¡Rodríguez! Han pasado tantos años, ¡y nada ha cambiado!”.
    Papá: “Señorita Manso...”.
    La maestra, a mí: “Entiendo que no tiene sentido llamar a tus padres. De acuerdo, corre a tu clase y nosotros charlaremos un poco aquí”.
    Por la noche, cuando regresé a casa, mi papá me dijo honestamente que bajo ninguna circunstancia volvería a entrar a la escuela conmigo. © Mit.ya / Pikabu

  • Conocí a un chico y comenzamos a hablar. Nos vimos un par de veces, pero la mayor parte del tiempo nos llamábamos. Nada serio. Una vez lo llamé y él dijo: “Estoy conduciendo, no puedo hablar ahora. Te llamaré tan pronto como llegue”. Solo que ese día no volvió a llamar. Bueno, yo tampoco lo hice. Ya habíamos comenzado a hacer apuestas sobre si llamaría o no. Pasaron dos meses y volvió a llamarme. Yo ya me había olvidado de él, solo le pregunté si había llegado bien. © AndelEVA / Pikabu

  • Una vez, llegué tarde a tomar el tren. La hora de salida era a las 14:48, y en ese momento yo recién acababa de llegar en metro a la estación. Ya me había calmado mentalmente, me había preparado para entregar el billete, comprar uno nuevo y esperar otro tren. Pero tan pronto como se abrieron las puertas del vagón del metro, una chica comenzó a correr a toda velocidad. No sé si un instinto ancestral se activó en mí o qué pasó, pero, tras poner una bolsa enorme y pesada sobre el hombro, me eché a correr detrás de ella. Afortunadamente, en ese momento todavía no existían las revisiones de boletos en la entrada. Y así, con la mirada puesta en esta chica, corrí hacia mi tren. Ya había arrancado, pero en el vagón más cercano, las puertas estaban abiertas. La chica se subió a él, luego yo tiré mi bolsa y también salté dentro. Ella se fue en dirección desconocida, hacia un vagón que no era el mío, y yo tardé como una hora en encontrar mi compartimento. Ya no me quedaban fuerzas, descansaba en cada vagón. Pero le estaba agradecido a esa hermosa desconocida que me había ayudado a no perder el tren. © oscilljator / Pikabu

  • Yo también una vez llegué tarde al tren.
    Salí a caminar, tomé el metro, fui a un KFC.
    Luego tuve que trepar por el portón cerrado de un pasaje de la estación y saltar al primer vagón que pude alcanzar.
    Y fui el controlador de ese tren. © blink3 / Pikabu

  • Conocí a un chico en Internet y me invitó al cine. Llegué (como siempre tarde), y no había nadie en la puerta del cine. Solo una chica, que estaba de pie sola con un ramo de flores en la mano, la recuerdo porque pensé que era extraño que estuviera parada allí sola. Llamé al chico, él no respondió, así que me fui a casa. Y luego me llegó un mensaje: “Te esperé durante 10 minutos, le di las flores a la primera persona que vi y fui a ver la película”. © Oídoporahí / Ideer

  • Una vez me crucé en el camino con un gato negro. Y, naturalmente, tuve que dar una vuelta y tomar otro camino, mucho más largo. © Dafedarray / Reddit

  • Les tengo a las ranas una especie de horror catastrófico. Ni siquiera puedo ver un video de ellas.
    Bueno, un verano, nuestro gato trajo a una rana a la habitación y la arrojó frente a mí. Yo quedé completamente paralizado, simplemente no podía moverme. Porque si me iba, ella podía saltar y esconderse en algún otro lugar del departamento, y entonces el peligro estaría esperando en todas partes. ¡Maldita sea, ni siquiera podía levantarme del sofá!
    Pasé seis (¡seis!) horas horrorizado en ese maldito sofá, mirando a esa maldita rana y temblando cada vez que ella daba un respiro. Recién cuando mis padres regresaron y se la llevaron, pude ir al baño.
    Y sí, en esas seis horas me perdí un examen y una entrevista de trabajo. © Dale Turley / Quora

  • Esto, por supuesto, no fue una catástrofe, pero lo recordé. Una vez, cuando era pequeño, no pude ir a jugar a los bolos con mi mejor amigo. Me llamó y me dijo que si estaba en el lugar acordado en 10 minutos, podía ir con él y con su papá. Oh, estaba tan emocionado, ¡nunca antes había jugado a los bolos!
    Pero mi madre era una de esas señoras... Bueno, ya sabes, de esas: “A ver, ¿tienes las orejas limpias? Vamos a revisar, no queremos que unas papas crezcan allí, ¿verdad? ¿Y tu ropa interior está limpia? Nunca se sabe qué puede pasar”.
    En resumen, adivina a quién le dieron el baño más lujoso de su joven vida.
    Yo: “Pero mamá, solo tengo 10 minutos”.
    Mamá: “No es nada, esperarán. No puedo enviarte sucio. A ver, también necesitas ropa limpia”.
    Yo: “¡Pero maamáááá!”.
    Luego corrí lo más rápido que pude. Pero era demasiado tarde. Mi corazón se hundió y se rompió.
    Mamá: “¿Por qué regresaste tan rápido?”.
    Yo: “Se fueron sin mí”.
    Mamá: “Bueno, pero al menos estás limpio”.
    Yo: “¡PERO MAMÁÁÁÁ!”. © Ed Gamble / Quora

  • Acabo de perder un avión porque el taxista me ofreció que pasara por su casa para tomar una deliciosa sopa. Y YO ACEPTÉ. © fliptheweb / Twitter

  • Mamá me contó cómo, en su juventud, de camino al trabajo, vio a una paloma deslizarse en un charco helado, y se rio tanto que llegó tarde.
    Cuando llegó al trabajo, no pudo explicar el motivo, ya que estalló en carcajadas de nuevo, y fue despedida. © _tomato_hater / Twitter

  • Una vez, llegué tarde al trabajo por culpa de mi colega, que también era mi compañero de cuarto. En realidad éramos tres chicos viviendo juntos, cada uno con su propia rutina diaria: yo siempre era el último en salir de casa.
    Bueno, una vez estaba a punto de ir a trabajar, pero noté que la puerta estaba cerrada. Desde afuera. Teníamos un pestillo; si alguien lo empujaba hacia adentro, listo, quedabas encerrado.
    Llamé a mi colega y le pregunté si había sido él, y me respondió que sí, que él me había encerrado. Había olvidado que yo todavía estaba dentro. Y me dijo todo esto con absoluta calma. Yo estaba furioso, por supuesto, y le dije: “¡Ven y déjame salir!”. Y él: “Oh, no puedo, estoy trabajando”. Muy bonito, ¿no? ¡Yo también trabajaba allí! Luego me propuso que gritara para que alguien de la calle me oyera y abriera ese bendito pestillo. ¡Genial, maldita sea!
    Sin embargo, el plan funcionó y me liberaron. Aunque mi salvador se rio durante cinco minutos seguidos. Ni empezaré a hablar de cómo se rieron en la oficina.
    Pero eso no es todo.
    ¡La semana siguiente, este colega mío volvió a hacer lo mismo! Llamé a mi jefe y simplemente le dije: “Me volvió a encerrar”. Por cierto, me liberó el mismo chico que la primera vez. Y se rio hasta las lágrimas. © Gaurav Soni / Quora

  • Llegué tarde a la boda de mi mejor amiga, siendo testigo, porque a medio camino hacia su casa, descubrí que había estado corriendo tanto en el bullicio de la mañana que había olvidado ponerme el vestido y había subido al auto en una bata. Y mi novio, que conducía, ¡ni siquiera se dio cuenta! © Oídoporahí / Ideer

  • Mi hermano siempre discute con mamá por llegar tarde a la escuela. Comparto con ustedes la mejor explicación que he escuchado: “No enciendo la alarma porque mi cuerpo la percibe como una amenaza y se asusta. Y creo que es mejor llegar tarde tranquilo que andar ansioso todo el día”. © Wizard_Severus / Twitter

¿Conoces a alguien que siempre llegue tarde a todas partes?

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Alucino con el que escribió el mensaje a la chica 5 años después

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