La carta que un padre le escribió a su hija con Síndrome de Down para su boda

Gente
hace 3 años

Paul Daugherty es un reconocido columnista deportivo que escribe para el Cincinnati Enquirer (un diario local en Ohio, Estados Unidos). En su entorno se destacaba por sus destrezas periodísticas y pocas personas conocían de su vida personal hasta que publicó un libro titulado Uncomplicated Life, (Una vida sin complicaciones), en donde relata su experiencia paterna en el proceso de crianza de Jillian, su hija con Síndrome de Down.

Daugthery quiso con este libro llegar al corazón de miles de personas y darles una voz de aliento a padres de niños con el mismo síndrome que su hija.

Genial.guru quiere que conozcas su historia y sepas cómo llegó a escribir esta conmovedora carta que le entregó a Jillian el día de su boda

Para él, estos niños deben llevar vidas sin complicaciones y merecen ser plenamente felices y aceptados como cualquier otra persona. Bajo esta creencia educó junto a su esposa a su hermosa hija de ahora 25 años. Jillian fue una niña feliz desde sus primeros meses de existencia y de la mano de sus padres afrontó cada nuevo reto que la vida le trajo. Desde que cumplió 15 años comenzó a salir con otro joven que también tenía Síndrome de Down y para el día de su boda llevaban 10 años de noviazgo. 

Daugthery, conmovido como cualquier padre por la boda de su hija, decidió dejarle un legado a Jillian y compartir con ella su emoción a través de esta carta que fue publicada por el diario en donde trabaja como redactor. 

Aquí está lo que le escribió: 

"Ahora estás en la habitación del segundo piso, arreglando los últimos detalles con tu madre y tus damas de honor. Tu cabello está recogido sobre tu delgada nuca. Tu vestido lleno de joyas, al que apodaste "mi sonajero", atrae cada rayo de sol que entra por la ventana esta tarde. Tu maquillaje... ¡ese rojo lápiz de labios! realza la belleza que ha crecido en ti desde el día en que naciste. Tu sonrisa florece y parece eterna.
Estoy afuera, bajo la ventana, mirando hacia arriba. Vivimos para presenciar momentos como este, para estar ahí cuando los sueños e ilusiones interceptan un breve y dulce lugar del tiempo, cuando todo lo que siempre hemos imaginado llega y asume una claridad perfecta. La felicidad es posible, lo sé ahora, bajo esta ventana.

¿Te acuerdas de todas las cosas que dijiste que nunca harías, Jills. Que no podrías andar en una bicicleta de dos ruedas o practicar algún deporte, que no irías a la universidad y que no te casarías? Mírate ahora.

Eres la persona más hermosa que conozco. Alguien capaz de vivir una vida de empatía y simpatía, sin necesidad de agendas o hipocresía, eres alguien que todos queremos conocer. Esas cualidades están en ti gracias a la persona que eres.

Hace una década, cuando un joven con un traje y un ramillete de orquídeas caminó hacia nuestra puerta y dijo: "Señor, estoy aquí para llevar a su hija a una cita", todos los miedos que alguna vez sentí sobre la posibilidad de que tu vida estuviera incompleta desaparecieron. 

Ahora, tú y Ryan toman su propio camino de la mano. Este es un nuevo reto, pero no te será más difícil afrontarlo a ti que al resto de personas que se casan dado quien eres, seguramente dar este paso te llenará de bendiciones. La felicidad va contigo fácilmente, así como la capacidad de hacer felices a otros.

Ahora te veo. El trabajo de preparación está hecho y la puerta por donde sales se abre. Mi pequeña niña, toda vestida de blanco, cruzando el umbral de otro sueño conquistado.

Permanezco de pie, estoy sin aliento y lo mejor que alcanzo a decirte es "te ves hermosa". Me agradeces y me dices "siempre seré tu pequeña niña". "Lo sé", te respondo conmovido, "es hora de ir, tengo que llevarte al altar".

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