15+ Lectores de Genial cuentan con humor las despiadadas mentiras que sus familiares inventaron y que terminaron creyendo

Historias
hace 2 años

A veces, la familia “es cosa seria”, y varios de nuestros lectores lo pueden confirmar con sus anécdotas. En esta oportunidad, 15+ personas recordaron las mentiras que padres, tíos, hermanos y hasta abuelos les inventaron y que terminaron creyendo por ser inocentes niños, para que riamos junto a ellos.

En Genial.guru recopilamos una serie de historias de nuestros lectores y de los de Ideas en 5 minutos sobre las mentiras más grandes que creyeron de pequeños.

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Me decían que si me daba hipo, era porque había robado algo, y en mi cabecita yo pensaba: “¿Qué será lo que me robé?”. © Irina Joana Ramirez / Facebook

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De pequeños, mi mamá nos llevaba a un municipio cercano llamado Chiapa de Corzo. Cada vez que íbamos con mis hermanas mayores, me decían que era Estados Unidos. Crecí creyendo que ya conocía ese país. © Mauricio Gerónimo / Facebook

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Que nunca señalara en dónde estaba el arcoíris cuando saliera, porque mi dedo se iba a pudrir. Sin embargo, hasta la fecha no he comprobado la certeza y no quiero arriesgarme. 😅 © Teo Mda Mza / Facebook

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Cuando era pequeña (4 años), hacía renegar para comer. Resulta que tenía un hámster que se llamaba Nico, el cual un día amaneció muerto. Mi papá salió corriendo a una veterinaria a comprar otro porque no querían que me enterara de lo sucedido, pero resulta que no consiguió uno igual. Lo más cercano que halló fue uno marrón, un poquito más oscurito que el otro, y era pequeño.

Esa mañana, cuando me levanté lo fui a saludar y extrañada pregunté: “¿Qué le pasó a Nico que está así?”. A lo que mi papá me respondió: “Pasa que Nico no comía, entonces se puso chiquito y negrito. Es lo mismo que te va a pasar a ti por no comer”.

Desde ese día comí cualquier cosa sin chistar. Gracias, papá, por tu psicología, jajaja. 🤣🤣🤣 © Karen Marcial / Facebook

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Me dijeron que mi papá era amigo de Tarzán. Me dijo que una vez, en la selva, un rinoceronte lo había atacado y le había hecho una gran herida en la espalda (tenía una muy grande producto de una cirugía de pulmón), y Tarzán lo salvó. Yo lo creía porque tenía 4 años y no razonaba que Tarzán era una caricatura y que no hay rinocerontes en la selva, sino en la sabana africana. Se lo contaba a mi mejor amiga del colegio, quien creía que su papá era Rolando Rivas, el taxista, un personaje de una telenovela argentina famosa en los años 70, porque su papi se llamaba así, aunque era ingeniero o algo similar (no taxista). Nos sentíamos muy especiales por nuestros papás. Ella aún es mi amiga y dentro de poco cumpliré 50 años. © Sandra Arias Lazcano / Facebook

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Una vez le pregunté a mi papá por dónde las gatas tenían a los gatitos, y me dijo: “Cuando van a nacer, a la gata se le abre sola la panza, salen los gatitos y se cierra sola otra vez”. Yo le creí hasta más o menos mis 16 años, cuando vi parir a una gata de verdad. © Susana Feliz / Facebook

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Mi abuela decía que tenía una ratita que nos cuidaba para ver si hacíamos travesuras, y cuando quería sacarnos la verdad decía: “Le voy a preguntar a mi ratita”. Eso nos obligaba a revelar todo y a portarnos bien.

Después, mi mamá adoptó esa mentirilla con mi hija mayor, y a ella, más que espantarla, le impresionaba, le causaba cierta admiración y le daba curiosidad. Por eso la bautizó como “La ratita lista”. Años después, le tocó a mi hija menor, quien la llamó “La ratita chismosa”. 🤣 © Monchis Mincussister Guerrero / Facebook

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Bueno, a mí me dijeron que a mi hermana más pequeña la había traído la cigüeña. Por cosas de hermanos, una tarde me pasé mirando al cielo para encontrar al ave y devolver a mi hermana. © Yohana Medina / Facebook

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Mis tíos decían: “Cuando alguien miente, le sale una letra ’M’ de ’mentiroso’ en la frente”. Por eso no mentía, porque estaba segura de que se darían cuenta. © Diana Morales Aguirre / Facebook

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Mi hermano mencionaba palabras al revés y me decía que sabía inglés. Yo le creí siempre y por ello lo admiraba, dentro de mí sentía que tenía un hermano maravilloso e inteligente. © Fabiola Cifuentes Osorio / Facebook

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Que si sembrabas un peso, salía un árbol de pesos. Luego buscaba mi peso y ya no había nada. © Fátima Vargas Martinez / Facebook

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Cuando éramos niñas nos decían que nos bañáramos rápido porque habían avisado que habría un temblor a esas horas, y yo con mi hermana tipo “Apúrateeee” cuando nos demorábamos. 😳 © Fabiola Obando / Facebook

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Mi abuelo me decía que si me comía la grasita de la mortadela, me iba a lastimar la panza, así que por mi bien se la tenía que dar a él, que era más grande y no le iba a hacer nada. © India Juarez / Facebook

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De pequeña, en la época navideña les ponía 3 vasos de leche, galletas y 3 zanahorias a los Reyes Magos porque estarían cansados y hambrientos con sus camellos. Al dejar todo listo, me acostaba y me dormía, pero un día escuché unos ruidos y dije: “Dios mío, son ellos”. Me levanté muy sigilosamente y cuando fui al salón, eran mis padres con mi hermano mayor envolviendo regalos y comiéndose las galletas. Ellos me dijeron que los Reyes iban con prisa y que les pidieron el favor, pero ya no me lo creí. © Laurita Salamanca / Facebook

¿Cuáles fueron las mentiras más bobas que creíste cuando eras niño?

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