20 Personas que malinterpretaron las cosas y pensaron “trágame tierra” cuando lo entendieron todo

Historias
hace 2 años

Hay ocasiones en las que el uso de indirectas, el lenguaje no verbal o un pequeño despiste durante el hilo de la conversación puede dar lugar a malas interpretaciones sumamente divertidas. Y no es raro que, a veces, después de mucho tiempo, acabemos sonrojándonos o riéndonos solos cuando realmente conseguimos darnos cuenta de lo que en realidad había pasado.

En Genial.guru, entendemos la importancia de la comunicación, por eso sabemos que nadie es inmune a estas cómicas confusiones, y como prueba, tenemos las historias de hoy.

  • Llevé a mi gato al veterinario. Hablamos con el doctor sobre su estado físico, hasta llegar a su peso. Yo dije que no recordaba exactamente qué peso tenía, así que decidimos pesarlo. Nos acercamos a una balanza grande, baja y ancha. Parecía haber sido diseñada para todo tipo de animales, no solo para los gatos. Yo, sin pensarlo demasiado, me paré en la balanza con el gato en brazos y miré al veterinario. Él me devolvió la mirada y se echó a reír: “Pon al gato solo, por favor”.

  • Fue en los 90. Era joven, esbelto, soltero y todavía vivía con mis padres. En casa se había acabado el jabón y mi madre me envió a la tienda. En aquel entonces, todavía no existían los hipermercados, pero sí pequeñas tiendas para el hogar que no tenían un gran surtido de mercadería. Entré a la tienda, miré el mostrador y vi tres tipos de jabón de tocador con nombres simples: “Alcachofa”, “Princesa” y “Rosa Venus”. En la caja había una vendedora bastante joven. Le sonreí con todos los dientes y le dije: “¿Me das un jabón ‘Princesa’?”. Ella, coqueteando, me devolvió la sonrisa y preguntó: “¿Cuál quieres?”. Pensando que no me había escuchado, aunque lo dije bien alto, repetí más fuerte: “¡Un jabón ‘Princesa’, por favor!”, señalando con el dedo el mostrador. Ella se quedó pensando un rato con una sonrisa y miró el mostrador; aparentemente, estaba procesando información nueva. Luego se sonrojó, sacó el jabón y me lo cobró. Pero, por alguna razón, ya sin una sonrisa. Y yo me pregunté: ¿y si le hubiera pedido el “Alcachofa”, qué reacción habría tenido? © Slavarik02 / Pikabu

  • Mi suegra trabajaba en una peluquería. Una vez me cortó el pelo y se fue a otro salón. Me dieron ganas de ir al baño, que estaba en un pasillo cerrado con llave. Les dije a las chicas: “¿Pueden darme la llave?”. Entonces una respondió: “Agárrala del cajón, conejito”. Me sentí un poco avergonzado por un piropo tan inesperado, pero cuando abrí el cajón, encontré un llavero que tenía forma de conejito. Esa misma noche le conté a mi suegra cómo su compañera me había “coqueteado”. Nos reímos hasta las lágrimas. © Moroevg / Pikabu

  • Al comienzo de nuestra relación, mi ya exnovio una vez me preguntó:
    —¿Cuál es tu metal favorito?
    —Galio —respondí sin dudar.
    —¿Por qué? —se sorprendió él.
    —¡Porque se derrite en la mano!
    El chico murmuró algo y salió de la cocina. Y solo entonces me di cuenta de que él estaba interesado en saber si yo prefiero la plata o el oro. Las químicas somos así. © Oídoporahí / Ideer

  • Una amiga me contó cómo invitó a un lindo chico a tomar un té. Bueno, él tomó el té y se fue. © Anna Kosheleva / Facebook

  • Me enteré de mi primer embarazo, muy esperado, cuando estaba de 8 semanas. ¿De qué forma creativa podía decírselo a mi marido? Compré una hermosa caja y puse un Kínder Sorpresa adentro. Había reemplazado previamente el juguete por la imagen del primer ultrasonido y empaqué todo de nuevo como estaba. Llevé a mi marido a la costanera y le entregué la sorpresa. Hubo desconcierto en sus ojos. Lo convencí de que lo abriera. Yyy... mi marido dijo: “Cariño, acá falta el juguete. Y alguien puso la ecografía de un riñón”. Mi marido es muy inteligente, pero es un desastre con las indirectas. © Güzel Ezer / Facebook

  • Mi balcón da a la calle. Siempre que cuelgo mi ropa para que se seque después de lavarla, noto que los autos que pasan disminuyen la velocidad frente a mi balcón. Y como vivo en el segundo piso, los conductores me ven perfectamente. “¡Oh, qué bella soy! Probablemente, quieren conocerme”, pensaba yo. ¡Hasta que me di cuenta de que solo esquivaban un bache grande en la calle! © Oídoporahí / Ideer
  • Decidí consultar con mi marido de qué color teñirme el cabello. Le pregunté: “¿Qué color te gusta?”. Él, como un hombre de verdad, miró la abundancia de marcas, colores, matices, paletas, frascos, cajas y respondió con valentía y naturalidad: “Siempre te quedó bien el rojo”. Elegí el color y me teñí en casa. Fui a mostrarle cómo había quedado: “¿Y, qué te parece? ¿Qué color es?”.
    Mi marido, sutilmente: “¿Cereza podrida?”.
    Le grité: “¿No lo ves? ¡Es granada madura!”.
    El matiz es casi el mismo, pero sigo enojada. © Irina Irina / Facebook
  • Hace mucho tiempo, viajé a otro país y en mi mochila había pesos. Un día, estaba en una parada de autobuses, pensando. Un chico se me acercó y me dijo que el bolsillo de mi mochila estaba abierto y que se me iba a caer el dinero. Sin pensarlo, respondí: “No importa, solo hay un par de miles ahí”. El chico se fue en estado de shock, y solo después me di cuenta de que él estaba hablando de dólares. © Oídoporahí / Ideer
  • Estaba estudiando con un tutor. A la salida siempre le pagaba por la clase. Un día, estaba por irme, mi cabeza hervía y me olvidé por completo del dinero. “¿Me vas a dar algo de dinero?”, preguntó. Pensé que no le alcanzaba para comprar pan y me preguntaba si me quedaba algo de plata en el bolsillo. Después de un rato le dije: “¿Cuánto te falta? No tengo mucho en este momento”. Por supuesto que, cuando me di cuenta, nos reímos mucho. © Oídoporahí / Ideer
  • Por la mañana, el autobús siempre está abarrotado, y en las paradas hay mucha gente que quiere subir. Cerca de las puertas ya hay una multitud de personas, y llegar a la salida es un poco problemático. Los pasajeros comienzan a ponerse nerviosos e indignados. Llegando a una parada, un hombre se dirigió nerviosamente hacia la puerta y, ya despeinado, le dijo a un joven: “Cambiemos”. El chico, sin moverse, lo miró con tranquilidad y respondió: “Muy bien. ¿Qué tienes para ofrecerme?”. © Tatyana Petuhova / Facebook
  • Mi esposo se casó conmigo por el principio de lo contrario: él no entendía que yo lo estaba rechazando, y yo empecé a respetar su perseverancia. Y el hombre resultó ser bueno. La fidelidad conyugal también está a salvo: se da cuenta de que alguien se le había insinuado más o menos después de un mes. © LittleRish / Pikabu
  • Recuerdo que una vez mis padres se pelearon y se fueron a habitaciones distintas. Mi mamá llamó a mi hermano menor (3 años) y le dijo más o menos la siguiente frase: “¡Ve y dile a tu padre todo lo que pienso sobre él!”. Bueno, mi hermano, sin pensarlo mucho, fue a la habitación de al lado, se acercó a papá y con voz misteriosa le dijo: “¡Papá, mamá piensa en ti!”. Esa fue su reconciliación más rápida. © Ivan Noskov / Genial.guru
  • Cuando mi hijo era pequeño, se puso de moda la canción de ABBA “Take a Chance on Me”, pero mi hijo y yo cantábamos “Jackie Chan, Jackie Chan”. Un día, ya de mayor, me llamó horrorizado. “Mamá. Me mentiste toda mi vida”. Resultó que él iba conduciendo y al sonar la canción él subió el volumen, bajó las ventanillas y comenzó a cantar “Jackie Chan, Jackie Chan”, ahí se dio cuenta de que la canción decía otra cosa. No me había reído tanto en años. Todavía no me ha perdonado. © katherinez / Reddit
  • En el trabajo, uno de los gerentes y yo estábamos reparando una caja con cinta adhesiva y él rompió la cinta muy fácilmente, y le dije: “¿Cómo has hecho para cortar la cinta adhesiva?”, me miró raro y dijo: “¿Qué quieres decir con eso?”. Ese día comprendí cuánto tiempo había perdido buscando tijeras. © ShredderDent / Reddit

¿En qué cómico malentendido te has visto envuelto?

Ten en cuenta: este artículo se actualizó en abril de 2022 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.
Imagen de portada Oídoporahí / Ideer

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La persona que pensaba que tendrían hijos por un beso en la mejilla jajajaja

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