19 Encantadoras historias que solo pudieron haber ocurrido en un tren

Historias
hace 3 años

El tren es un mundo aparte con sus propias reglas y fundamentos. Té en un portavasos, ropa interior arrugada, conductores que deambulan, literas apretadas y pasajeros desaliñados: todo esto tiene su propio encanto que ni siquiera el “aroma” especial de los vagones puede estropear.

Genial.guru adora la romántica atmósfera y aventuras del tren. Hoy hemos hecho una recopilación de historias entretenidas que solo pudieron haber ocurrido en este medio de transporte tan peculiar.

  • Una vez viajé en tren y en la cabina superior del coche cama se acostó una mujer de edad avanzada. Ella puso música en su teléfono, algún tipo de canciones sectarias. Mientras yo trataba de dormir, las canciones sonaban y, de vez en cuando, el volumen aumentaba. Me harté de escuchar esos gritos y me levanté a ver. Resultó que la mujer tenía puestos sus audífonos, pero se habían desconectado de su teléfono y ella no escuchaba nada porque estaba dormida.

  • Viajé en un coche cama, todo era tranquilo y cómodo, así que me quedé dormida. Me desperté por los gritos de la supervisora del tren: “¡Tienes que bajar en un minuto, levántate!”. No conseguí despertar por completo, alcancé a tomar mis zapatos en la oscuridad, mi bolso y me eché a correr. Al estar en la estación, cuando el tren ya se había ido, me di cuenta de que todas las personas me estaban viendo. ¡Eché un vistazo a mis pies y resultó que me había puesto dos zapatos ajenos! El izquierdo era rojo y el derecho café; y lo peor es que ninguno era mío. ¡Fue tan vergonzoso!

  • Mi abuela me contó una historia que le ocurrió a mi abuelo cuando él viajó para pedir su mano. Debido a la importancia del asunto, mi abuelo se puso unas hermosas botas nuevas y se sentó en el vagón del tren. Se acostó a dormir y colocó sus zapatos bajo la litera. Por la mañana, se dio cuenta de que alguien había robado sus botas. La supervisora del tren encontró entre sus suministros unas viejas chanclas y se las dio. Mi abuelo le propuso matrimonio usando estas chanclas. Ellos están juntos desde hace 50 años.

  • Viajé en un tren nocturno. Mi compañero de coche cama llegó: era un hombre guapo, en traje, con unos zapatos bien lustrados, corbata azul y maletín. Me di la vuelta para ver una serie en mi computadora y, a los 3 minutos, mi vecino se convirtió en un hombre fondongo con pantalones deportivos y playera.

  • Era un coche cama muy viejo, el viento entraba por todas las rendijas. Desperté en la noche porque sentí a alguien sobre mí que acercaba sus manos a mi garganta. Comencé a gritar: “¡No me mates! ¡Auxilio!”. Luego, una voz femenina dijo: “¡Es todo! No volveré a tapar a nadie. ¡Congélense!”.

  • El tren se detuvo en una estación por unos cuantos minutos. Salí para comprar un café y me entretuve tanto con las compras que me olvidé por completo de que el tren estaba a punto de irse. Comenzó a tomar velocidad. Corrí muy rápido con mi café en la mano. Alcancé el vagón, pero, cerca del escalón, estuve a punto de caerme en las vías. Afortunadamente, uno de los pasajeros actuó rápido: pateó el café de mis manos y me jaló hacia el vagón. Debí haber tirado el café antes, pero fui muy tonto. De no haber sido por este hombre, yo no estaría contando esta historia. © Simi Soni / Quora

  • Una vez, mi mamá, mi hermana y yo viajamos en tren. Yo tenía 6 años y mi hermana 5. Mi mamá me llevó al baño y le dijo a mi hermana: “¡No te atrevas a ir a ninguna parte! En el bolso tengo dinero y lo pueden robar”. Mi mamá y yo salimos del baño y mi hermana se levantó de su asiento gritando fuertemente: “¡Mamá! ¡Nadie se robó el dinero!”. Mi mamá se avergonzó por las risas de los demás pasajeros.

  • Mi amiga y yo fuimos en tren a Abjasia. Y, como era típico, nos quedamos completamente dormidas. Cuando el tren se detuvo en la frontera y el amable oficial de inmigración subió al vagón, me desperté, pero mi amiga seguía profundamente dormida. Él observó pacientemente cómo yo intentaba despertarla. Para facilitarme la vida, se inclinó y me dijo: “No necesito que esté despierta para la revisión. Un rostro dormido también funciona”.

  • Iba en el tren cuando una mujer con un carrito del vagón del restaurante entró en el coche y anunció: “Las empanadas, panecillos y burritos no alcanzaron para ustedes”. Los pasajeros le agradecieron cortésmente por no haber sido demasiado perezosa para ir hasta nuestro vagón e informarnos al respecto.

  • Mi amiga siempre fue un poco alocada. Se fue en tren a presentar sus exámenes a otra ciudad. Conoció a dos chicos y entablaron una conversación. Ella desapareció y no llegó a la universidad. Sus padres casi la buscaron hasta con perros. Después de dos meses, regresó sana y salva, feliz, con un anillo en el dedo anular y su nuevo esposo. ¡Ella se enamoró de uno de los chicos del tren y se fue con él a su ciudad! Allí se casaron y se fueron de luna de miel. Llevan 20 años casados ​​y tienen 3 hijas.

  • Una vez, al viajar en tren, mis compañeros de coche cama fueron un abuelito y una abuelita. Pasaron el día acostados, tomando té y hablando muy poco. Por la tarde, en una de las estaciones se subió la hermana de la abuelita. Las dos se quedaron hablando y criticando a todos sus parientes y mostrándose videos de sus nietos en el kínder hasta las 2 a. m. El abuelito apenas pudo dormir.

  • Una vez viajé en tren y llevaba una rata en un transportín. En la noche, la rata (bastante grande) abrió su transportín y se fue a pasear. ¡Me desperté y mi rata no estaba! Mi vecina de enfrente me dijo: “Se fue para allá”, y me indicó hacia dónde. Atrapé a la rata en otro vagón cuando estaba a punto de dormir en la cama de otra persona. ¡Qué bueno que nadie se despertó ni hubo gritos de terror!

  • Una vez, en el tren, no tenía cucharita para mi té, así que le pedí una a la supervisora del vagón. Al llegar a mi destino, recogí mis cosas; la cucharita se quedó en la taza y la guardé en la mochila. Todo lo hice en modo automático. Ahora siempre sueño con que esta supervisora me dice: “¡Devuélveme mi cucharita!”.

  • En una estación, al bajar del vagón, encontré un billete de 50 USD cerca del andén. No sabía si alegrarme por el hallazgo o buscar al dueño (yo era un chico bastante honesto). De repente, un hombre se me acercó y me dijo que era suyo. Se lo di, pero sospeché que había algo raro. Resultó que este hombre había viajado en el mismo coche cama que yo y trató de pagarle a la supervisora con este billete, pero era falso. El oficial que estaba en nuestro tren se lo llevó detenido.

Y tú, ¿has vivido situaciones curiosas al viajar en tren que podríamos agregar a este artículo?

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No le pudo llamar fodongo. Uno se cansa de estar en traje. Uno cuando llega a casa lo primero que hace es quitárse los zapatos y estar lo más cómodo posible

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