20 Historias de mensajeros que nos hicieron pensar: “En realidad, no me va tan mal en la vida”

Historias
hace 3 años

Muchos podrían pensar que no hay trabajo más fácil que el de un mensajero: tan solo debe entregar paquetes y no preocuparse por nada más. Pero en realidad, los repartidores constantemente terminan atrapados en situaciones de las que solo es posible salir gracias a la resistencia y el ingenio. Soportan a clientes irritables, cargan cosas pesadas, resisten ataques de vándalos, y todo solo para que recibamos nuestros pedidos a tiempo.

Genial.guru se sumergió en las dificultades del trabajo de los mensajeros, y ahora quiere presentarte algunas historias sobre sus alegrías y tristezas.

  • Trabajo como mensajero. Un día estaba llevando un pedido y la dirección no era clara, así que llamé al cliente:
    — ¿Cómo llego? Me perdí.
    — ¿Dónde estás?
    — Junto al cartel rojo.
    — Gira a la derecha y haz 200 metros en línea recta. Habrá un hombre con una camiseta a rayas. Detente allí.
    Lo más sorprendente es que ese hombre con una camiseta a rayas era el cliente. © Neuzheli / Pikabu

  • Trabajo como repartidor, y mis amigos favoritos piden comida y bebidas solo para verme. © ennoahe / Twitter

  • Trabajo como repartidor de flores. El pedido era para una señora mayor, y la clienta exigió un reportaje fotográfico. Llevé un ramo y pregunté:
    — ¿Puedo tomarle una foto? Es una condición de la entrega.
    Entonces, la anciana, que apenas podía caminar, se sobresaltó y dijo:
    — ¿Una foto? ¿Cómo que una foto? ¡Estoy sin maquillaje! Espera, hijo, al menos me pintaré los labios.
    Y corrió a maquillarse. © Oídoporahí / Vk

  • Trabajo como mensajero. Francamente me molestan las clientas que piden ropa de talla S siendo de talla 52 o 54, y que luego se ponen a discutir conmigo: “La gama de tallas es incorrecta, me trajiste la prenda equivocada”. Una vez le llevé a una clienta un vestido XL, y no S, para que se lo probara, y le quedó bien. Pues empezó a gritarme que era imposible, porque toda su vida había usado la talla S. © Oídoporahí / Vk

  • Llegué a la casa de una clienta que había ordenado comida mediterránea. Me acerqué a la puerta y noté efectivo en su mano, así que pensé: “¡Genial, propina!”. Pero no. Tomó el pedido y me preguntó si podía ir a la tienda a hacer unas compras por ella. © nicnameks / Reddit

  • Trabajo como repartidor de suministros para mascotas. Un día me recibieron una clienta de unos 35 años y sus 5 gatos. Revisamos cada una de las latas juntos, y luego ella le dijo a su mascota:
    — Ginger, trae la tarjeta y paga.
    El gato y yo la miramos sorprendidos. Un minuto de intercambio de miradas después, ella soltó:
    — Ginger no quiere pagar, vete.
    Decir que estaba en shock es no decir nada, pero, por supuesto, al final pagó la mercancía. No habría permitido que sus gatitos se murieran de hambre. © Habitación № 6 / Vk

  • Una vez nos pidieron la pizza más grande que teníamos, con todos los ingredientes disponibles, excepto anchoas. Pesaba casi 14 kilogramos, y había que llevarla muy lejos, así que contaba con una buena propina. Los chicos que la ordenaron parecían sorprendidos de que yo siquiera hubiera podido llevarla, pero me dieron solo un par de dólares de propina. © Chris Ward / Quora

  • Hace una semana entregué 8 pizzas grandes, 12 botellas de refresco de 2 litros y 6 ensaladas. Cuando llevé el pedido, salieron unos niños y se llevaron todo. Recibí un SMS de su padre en el que decía que me había dejado 25 USD de propina. Sin embargo, su hijo me miró y agregó: “Papá me dijo que te diera propina, pero yo mismo necesito ese dinero”. Y simplemente cerró la puerta justo en frente de mi nariz. © GeminiXVIII / Reddit

  • Trabajo como mensajero. Estaba llevando un paquete en el auto y de repente, en algún momento, escuché un tic-tac, tic-tac. Presa del pánico, abrí la ventana y tiré el objeto a toda velocidad. Conduje unos 200 metros, y luego decidí reducir la marcha y volver. Me armé de valor, fui por el paquete y resultó que era un reloj de mesa. Tuve que ir a una tienda y comprar uno igual por la mitad de mi salario. © Habitación № 6 / Vk

  • Trabajo como mensajero. Tuve que llevar unos documentos para la firma del director de una gran empresa de prestigio. La secretaria no me dejó entrar a ver al jefe y me dijo que esperara: estaba en una reunión. De repente se abrió la puerta de la sala de recepción. Un gato robusto y naranja con una rata entre los dientes irrumpió en el lugar y comenzó a arañar la puerta del director. Una voz desde la oficina:
    — Cata, ¿quién está rasguñando la puerta? Te dije que no dejaras entrar a nadie.
    La secretaria:
    — Señor Formosa, es Félix. Le trajo un informe semanal.
    El director, con una voz notablemente más cálida:
    — Ah, Félix, entonces déjalo pasar. © Marina Kukhoreva / Facebook

  • Llevé una pizza a un dormitorio estudiantil. Me crucé a dos chicas y, de repente, una de ellas preguntó: “¿Esa es mi pizza?”. Tendría que haberle preguntado su nombre, pero estaba tan cansado que solo dije el que aparecía en el recibo. Las chicas se miraron y una dijo: “Sí, soy yo”. Yo: “¡Perfecto!”. Y le entregué el recibo, donde ella rápidamente garabateó algo y tomó la pizza. En menos de un minuto, se me acercó otra chica y me preguntó por su pedido. Alcancé a las muchachas que se habían llevado su pizza, y ellas simplemente la dejaron caer y comenzaron a reír. © Bakir Hajdarevic / Quora

  • Un viernes por la noche, recibimos un pedido de un dormitorio estudiantil. Me abrió la puerta una estudiante acompañada de un chico rubio. El sábado por la noche, nuevamente recibimos una orden del mismo dormitorio estudiantil, y me abrió la puerta la misma estudiante, pero acompañada de un chico de cabello castaño. La muchacha se sintió incómoda y empezó a ponerme caras tristes para que no la delatara. © Dan Hudson / Quora

  • Estaba llevando un pedido para un cliente habitual: un ramo de 101 rosas por 60 USD, pago en efectivo. Cerca de la entrada del edificio se me pegaron unos hombres:
    — ¿Cuánto cuesta? ¿Me lo vendes por 100 USD?
    Yo dije:
    — No puedo, la esposa del hombre que hizo el pedido está por llegar del hospital con su bebé recién nacido.
    Comenzaron a amenazar con que me lo quitarían, pero dije que tenía gas pimienta, así que me dejaron en paz. Subí, toqué el timbre, pero nadie atendió. Llamé al celular del cliente y el hombre dijo: “Baja, estoy en la entrada”, y se rio. En resumen, resultó ser el mismo sujeto. Me dio 70 USD y dijo que yo era un chico increíble. © APXuK / Pikabu

  • Trabajé como mensajero para una gran empresa que se dedicaba a la entrega de correo urgente. Una clienta me llamó por teléfono y me preguntó con indignación:
    — ¿Qué pasa? ¿Cuándo llegarás? Estoy cansada de esperarte, ¡apúrate!
    Durante el día, probablemente hubo de 5 a 7 llamadas de este tipo. Siempre trato de entender a los clientes. Fui a su casa antes de tiempo, en un momento que era incómodo para mí, y me disculpé amablemente por las molestias. Ella me respondió:
    — No me importa. Estoy embarazada, así que estoy en casa todo el día. © sackville / Pikabu

  • Una vez, entregué la respuesta a una invitación para un baile de graduación. Le llevé a un chico una pizza con un “Sí” formado con peperoni. La chica quería que las letras se leyeran bien, así que nos pidió que no cortáramos la pizza. Espero que ese muchacho haya tenido un cuchillo en el trabajo. © Chris Ward / Quora

  • Hace un par de años, trabajé en un servicio de reparto. El correo aéreo llegaba al lugar empacado en una bolsa hermética con un sello. Luego se abría y se clasificaba ya en el depósito. Una vez, llegó una bolsa que pesaba 50 kg. Aparentemente, alguien había ordenado en AliExpress aceite de oliva en botellas de vidrio. Maldita sea. © Slaypak / Twitter

¿Qué crees que es lo más difícil en el trabajo de un mensajero?

Imagen de portada Habitación №6 / vk

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Un detalle el de los amigos del repartidor que piden para verle

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