20 Historias que demuestran que la oficina no es para nada un lugar aburrido

Historias
hace 1 año

Una persona pasa un tercio de su vida en el trabajo, una media de 90 000 horas. Por lo tanto, es totalmente natural que los colegas se conviertan en una segunda familia para nosotros y que conozcamos sus hábitos y frases típicas tan bien como los nuestros propios. No obstante, a veces, hay días en los que llegamos a conocer a nuestros compañeros desde un ángulo hasta ahora desconocido, mientras que en la oficina se producen casos curiosos.

Si has trabajado alguna vez en una oficina, ¿qué recuerdos tienes de esta experiencia?

  • En medio del bullicio habitual de la oficina se oye una voz:
    —¿Quién acaba de escanear los documentos?
    Todos guardan silencio, la pregunta se repite un poco más fuerte:
    —Bueno, compañeros, ¿quién acaba de escanear los documentos?
    Silencio.
    —He encontrado los documentos en el escáner, si el propietario no aparece, los tiraré.
    Continúa el silencio.
    —Colegas, ya agarro el documento y... Ah, sí. Fui yo quien lo escaneó y olvidó de sacarlo.
    Pausa.
    —Ayer. © MadTillDead / Pikabu
  • Hay un joven en mi oficina que suele venir a trabajar en pantalones de mezclilla y una playera. Se pone la ropa de trabajo en la oficina, donde tiene un armario medio lleno de trajes. Un día decidí gastarle una broma y sustituí todas sus prendas por los atuendos más chillones que solo pude encontrar en una tienda de segunda mano: camisas hawaianas, pantalones a cuadros. Cuando llegó a la mañana siguiente, estaba de muy mal humor porque tenía mucho trabajo. Entonces abrió la puerta del armario, miró el contenido durante unos 10 segundos y luego se echó a reír. Solo por la tarde confesé que lo había hecho yo. © JedLeland / Reddit
  • Trabajo en una empresa de recarga de cartuchos y reparación de impresoras. Un día llamó una joven angustiada: la impresora de la oficina se había roto, o mejor dicho, se había quedado colgada en medio de la impresión. Decidí no bromear sobre el enchufe y si la impresora estaba conectada a la red eléctrica. Simplemente fui a su oficina. Resultó que todo era aún más “aterrador”: se había agotado el papel y la empleada simplemente no sabía que había que reponerlo. © Oídoporahí / Ideer
  • Un compañero de trabajo era un genio de la informática, pero se interesaba mucho menos por los demás aspectos de la vida. Tenía una barba espesa y nunca consideró que bañarse o ducharse fuera de importancia. Pero un día tuve que enviarlo a hablar directamente con un cliente para resolver un problema. Le recordé que se pusiera ropa decente. Apareció con una camisa arrugada y una corbata que no estaba anudada como se debe, sino justo alrededor del cuello. Y cuando le señalé que llevaba la corbata de manera errónea, me dijo: “Si ese es mi único problema, aquí vamos bien”. © Unknown author / Reddit
  • Fue en lejano 1999. Al jefe le gustaba quedarse en silencio a nuestras espaldas, observando lo que hacíamos. A mucha gente no le hacía ninguna gracia, pero nadie se atrevió a decir nada directamente. Un día, nos dijo que tenía cuenta en un servicio de mensajería popular en aquel entonces. No tardé en encontrarlo allí y empezamos a chatear. Conociendo al jefe, sus costumbres y sus modales, pronto pasé de ser una amiga por correspondencia y me convertí en una bella desconocida, a la que ansiaba conocer en persona. Y cuando le envié la foto de alguna belleza que había encontrado en Internet, el hombre desapareció por completo. Aunque ahora me avergüence de ello, en aquel momento me alegré: desde que nos “conocimos” no había aparecido en la oficina. © Ludmila / Genial.guru

“En nuestra oficina todavía se utiliza este mouse de disco de los años 90”

  • Teníamos una empleada cuyo esposo era extremadamente celoso. Mientras que el dueño de nuestro banco era muy aficionado a hacer juntas que empezaban después de las seis de la tarde y duraban horas. Estábamos en una de esas reuniones y el móvil de esta colega comenzó a vibrar cada tres minutos. Al final no pudo soportarlo más y decidió descolgar el teléfono y contestar rápidamente que llegaba tarde, pero no le dio tiempo. El altavoz del celular estaba con bastante volumen y oímos a su esposo gritar: “¡¿Qué demonios haces otra vez fuera?!”. Se sonrojó. Todo el mundo guardó un abrupto silencio y el organizador de la junta, tosiendo, dijo: “Bueno, creo que es hora de dar por terminado el día”. A partir de entonces, las reuniones fuera de horario cesaron. © Ekaterina / Genial.guru
  • Hace unos 20 años un conocido consiguió mantener a sus compañeros de trabajo alejados de la computadora de la oficina con la ayuda de un cactus.
    Era una pequeña empresa. Había tres computadoras: una en el departamento de contaduría, otro en el despacho del director y un tercero para los empleados. Mi conocido colocó un cactus al lado de la computadora, diciendo que era “para que atrapara la radiación dañina”. La gente se reía de él, por supuesto. Pero cuando el cactus empezó a ponerse amarillo y a marchitarse al cabo de un mes, empezaron a pensar en ello. Entre todos, juntaron el dinero para comprar un cactus más grande. Este duró dos meses. Ni que decir tiene que todos los empleados se ponían a la computadora solo cuando era imprescindible. La mayoría de las veces le pedían a mi conocido, que no se preocupaba por la “nocividad” y se sentaba frente a la computadora todo el tiempo, que hiciera algo que necesitaban. Resultó que los cactus se ponían malos no por la “radiación dañina”, sino por el hecho de que mi conocido les echaba agua salada de manera regular. © Connor Norwood / VK
  • Es costumbre en nuestro equipo que el cumpleañero traiga un pastel a la oficina. Cuando vi otro pastel, no logré recordar quién cumplía años. Al chocar con uno de mis colegas en el pasillo, le pregunté en voz baja:
    —Sergio, ¿quién cumple años hoy?
    —Yo —susurró en voz baja como respuesta.
    Nos reímos, por supuesto, pero ahora me siento algo incómodo al hablar con mi compañero. © Stasyan64rus / Pikabu

Con este gesto de cariño decidieron despedirse de un compañero de trabajo

“Adiós”.

  • Trabajaba en una oficina en la que cada año, en el cumpleaños de la empresa, se elegía a los mejores empleados de cada departamento. Se les otorgaba un premio ceremonial, se les entregaba un regalo simbólico, se les fotografiaba y sus imágenes se colgaban en el Tablón de Honor, donde permanecían hasta el año siguiente. Resultó que una de las mejores empleadas estaba filtrando información a la competencia y fue despedida con un escándalo. Pero su foto seguía colgada en el Tablón de Honor hasta el año siguiente. © SummerMike / Pikabu
  • Empezaron a desaparecer los dulces en mi trabajo. Cada semana, una empleada de RRHH compraba galletas y tabletas de chocolate que metía en un cajón cerca del área para comer. Y después de un día o dos, literalmente, todo estaba desaparecido. Finalmente, la empleada nos reunió a todos y preguntó quién había sido el último en salir de la oficina, ya que el cajón estaba lleno antes de que ella se fuera. El contador levantó la mano, pero dijo que no había tomado nada. Su hijo lo visitó después de las actividades extraescolares, dado que la escuela estaba justo enfrente. Resultó que sus padres le prohibían comer todo lo que contenga azúcar, así que se llevaba los dulces de la oficina y los escondía en casa. Ahora la empleada de RRHH compra golosinas saludables especialmente para este niño. © Habitación N.º 6 / VK
  • Teníamos a un colega al que le gustaba la actriz Kate Beckinsale. Como broma, imprimíamos una imagen de la actriz y con ella sustituíamos la foto de su novia que estaba enmarcada en su escritorio. Y luego esperábamos a que se diera cuenta. Solía tardar uno o dos días, pero a veces la imagen llevaba una semana sin que él la viera. © blipsman / Reddit

“Descubrí esto en mi oficina”

  • Un empleado de nuestra oficina central era un arrogante. Me di cuenta de que no podía soportarlo a los 30 segundos de conocerlo. Resultó que desde su última visita, hemos tenido muchos cambios de personal, por lo que a todos los empleados nos enviaron un correo electrónico con la invitación a comer con este tipo. Respondí abiertamente que no iría porque no quería comunicarme con él y al final añadí, de forma no del todo correcta, lo que pensaba de sus capacidades intelectuales. Solo cuando oí risas en varios rincones de nuestra planta, me di cuenta de que había pulsado “Responder a todos”. Después de eso, el jefe me llamó a su despacho y me dijo: “Te agradecería que en el futuro dejaras que cada uno pudiera juzgar por su cuenta la capacidad intelectual de cualquier empleado”. © Unknown author / Reddit
  • Una compañera de trabajo distribuía cosméticos y siempre intentaba venderme algo. Una vez era un rímel, otra, un lápiz labial. Pero es que me maquillo una vez al año, para celebrar fiestas muy, muy grandes. Un día, decidió venderme una crema rejuvenecedora por el precio de un ala de avión. Me decía: “¡Cómprala! Te la pones una vez y re verás mucho más joven que tus 40 años”. No me dejó en paz hasta que le dijera que, en realidad, ya había cumplido 48. © Viktoria Sergeeva / Facebook
  • A mi roomie le robaban a menudo la comida en el trabajo. Sobre todo, al ladrón le gustaba tocar con la mano los platillos caseros, especialmente el pollo, dejando las marcas de sus dedos en el puré de papas. No había manera de atraparlo. Pero un día, al volver del trabajo, encontré a mi compañera haciendo algo muy extraño: estaba aplastando pastillas entre dos cucharas. Resultó que mezclaba el laxante con el curry para cubrir con esta mezcla el pollo y castigar así al culpable. Durante dos días ella tuvo que almorzar en una cafetería, pero su comida quedaba intacta en el refrigerador. Al tercer día, durante una fiesta de empresa, el jefe del departamento de repente se puso pálido y corrió al baño, pero no llegó a tiempo. Se llamó a una ambulancia y se anunció que había sido intoxicado en un viaje de negocios del que había regresado ese día. Pero el desconocido manoseador de alimentos ha desaparecido desde entonces. © Yler / Pikabu

“Mis compañeros de trabajo se apropian regularmente de mi grapadora. He decidido dejar claro que no debe abandonar mi mesa”

  • Estamos en la oficina, son las 11:55 de la mañana, oigo voces en el pasillo:
    —Miguel, ¿a dónde vas?
    —Es viernes, tenemos la jornada reducida.
    —¡Pero no tanto! © senmarin / Pikabu
  • Uno de nuestros empleados quiso enviar un correo electrónico a su departamento para informar de que había traído donas para todos para celebrar su cumpleaños. Pero eligió, por error, una lista de correo de toda la empresa en lugar de una departamental. Y como resultado, recibió respuestas de empleados de otros países que decían algo así como: “Bueno, no te conozco y no puedo ir a tu oficina solo por las donas... ¡Pero feliz cumpleaños!”. © Preebos / Reddit

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