20 Mascotas convertidas en comediantes que les jugaron grandes bromas a sus dueños

Historias
hace 2 años

Tener una mascota significa nunca volver a caer en la rutina. Nuestros amigos de cuatro patas son especialistas en sorprendernos y siempre están enseñándonos algo nuevo. En ocasiones, hasta terminan por sacar a relucir su sentido de humor y llegan a hacernos algunas “bromitas” pesadas.

Los lectores de Genial.guru saben bien como es convivir con una mascota traviesa. Y compartieron historias de sus perros y gatos que asustaron a sus familias, pero en realidad, solo estaban bromeando.

  • Mi perro se va con cualquiera. Un día huyó. Entré en desesperación y comencé a postear en grupos de Internet, aterrorizada. Entonces, recibí un mensaje diciendo que lo habían encontrado. Llegando al lugar, la joven que estaba con él me dijo: “Si es tuyo, llámalo por su nombre, así él va contigo”. “Ok, obvio que viene conmigo, soy su madre”, pensé. Lo llamé “¡Scooty!”, y él, nada. Lo llamé de nuevo y no se dio por enterado. A la tercera vez, se acostó en el sofá de la mujer. La joven me dijo que no podía dejarlo ir porque no parecía mío. Fue entonces que mi marido vino con el collar para buscarlo. Ni bien divisó a mi marido, el perrito salió corriendo, todo contento. ¡Traidor! Le doy casa, comida, lo mimo y lo cuido... pero él huye de mi ¡y solamente vuelve si ve al padre! © Tainá Guimarães / Facebook
  • Un día, uno de mis gatos huyó. Lo buscamos todo el día y nada. De madrugada, escuché a un perro ladrar. Salí corriendo, ¡y me llevé el mayor susto! Vi a mi gato tirado en un charco de agua, todo duro, con las patas para arriba y un perro enorme ladrándole. “¡Lo mató!”, pensé. Espanté al perro, que salió corriendo, y ahí fui yo, angustiada, a ver a mi gato “muerto”, tomando coraje, ya desesperada. Para mi sorpresa, él se levanta lentamente y entra a la casa. ¡Quedé pasmada! Sucedió que el experto peludito se fingió muerto para que el perro no lo mordiera 🤣. Se debe haber llevado un gran susto, pues nunca más intentó salir de casa. © Márcia Olivia Dantas / Facebook
  • De la nada, mi perra comenzó a cojear. Al día siguiente, pasó a arrastrar la pata trasera. Corrimos con ella al veterinario y, cuando llegamos allí, ella saltó del auto como si nada hubiera ocurrido. Pensé que estaba fingiendo para llamar la atención. Entonces, la veterinaria nos preguntó si habíamos cambiado algo en la casa y recordamos que renovamos el piso de la sala. Así que ella tenía miedo de caerse porque el piso era un poco más liso que el otro. 😂 Ahora, ya se acostumbró. © Andreia Pereira / Facebook
  • Zeca comenzó a orinarse mientras dormía. Pensé que tenía algún problema serio y llamé a la veterinaria. Fueron unos 200 USD por la consulta, más 230 USD de exámenes. Al final, Zeca estaba supersaludable. Lo que él tenía era pereza de ir al patio a hacer pipí. Se quedaba con la vejiga llena y, cuando dormía, se relajaba y la orina se le salía. Varias veces tuve que despertarlo para sacarlo al patio, sino mojaba la cama. © Thatiana Souza / Facebook
  • La perra de mi marido estaba embarazada y cuando llegó el momento de que nacieran los cachorros, comenzó a pasarla mal. Expulsó lo que parecía una placenta y la llevamos a urgencias corriendo, suponiendo que iban a tener que practicarle una cesárea. Como el veterinario no consiguió auscultar a los bebés, le hizo un ultrasonido. Resultado: ella no estaba preñada y no tenía absolutamente nada. Era embarazo psicológico. Lo peor fue que al instante que el veterinario nos lo dijo, ella se levantó del suelo y salió caminando normalmente, ¡como si hubiera entendido todo! Quedamos en shock, gastamos un buen dinero y la chiquita toda contenta. Cuando llegamos a casa con ella, sin cachorros, la familia no lo podía creer. Si no lo hubiese visto, tampoco lo hubiera creído. © Patricia Benedetti / Facebook
  • Hice un viaje con mi esposa y pasamos una semana fuera. Como no podíamos llevarnos al perro, lo dejamos con mi madre. Cuando volvimos, mi esposa fue contenta a recoger a Caramelo y él comenzó a ladrar, como si quisiera atacar a una desconocida. Mi esposa se puso a llorar, diciendo: “¡Caramelo ya no nos recuerda!”. Cuando el animalito la vio llorando, la lamió todo cariñoso y comenzó a saltar sobre ella. Creo que solo estaba protestando porque lo había dejado.© Robson Gdn / Facebook
  • Mi dálmata se puso celosa de una cachorrita que habíamos adoptado. Empezó a lamer las paredes y a quedarse postrada. No se levantaba para nada. Creíamos que tenía algún problema en las patas, pero solo eran... ¡celos! Solo se calmó cuando devolvimos a la cachorra y lavamos todo, inclusive nuestras ropas, el balcón y el baño donde la cachorra estuvo. ¡Una dálmata enorme con celos de una perrita que cabía en la palma de la mano! © Sheila Mota Pereira / Facebook
  • Me mudé a un apartamento que tenía un área abierta, aunque no techada. Recibí a unos amigos y, cuando salían para esa área, les pedía que cuidaran de que Boris no salga detrás. En medio de la noche, comencé a llamar al loco de mi gato y nada. Todos los invitados me ayudaron en la búsqueda, que duró más de una hora. Unos subieron por las escaleras, otros fueron al garaje, otros al elevador, otros buscaron dentro de casa, hasta que llegamos a la conclusión de que había huido. Lloré litros, mis amigos angustiados, yo tirando indirectas por la falta de responsabilidad de ellos... ¡Una tensión! Cuando la mayoría ya se había ido, fui a recoger la mesa. ¿Y quién estaba sentado en una silla, cubierto por el mantel? ¡Boris! Sano y salvo; indiferente. © Márcia Andréa Oliveira / Facebook
  • Una vez, en Carnaval, tuve que llevar a mi poodle a un veterinario nuevo porque el de ella estaba de viaje. En la consulta, la coloqué en la mesa y la sostuve volteando la cara porque no me gusta ver. Cuando el doctor quiso examinar sus oídos con un aparato, ella dio un grito superfuerte. El veterinario dijo que no le había hecho nada, estaba apenas sosteniendo el aparato, y lo haría de nuevo para que yo lo viera. Dicho y hecho. Ni bien tomó el aparato, la loca de mi perra comenzó a los gritos. Fue muy gracioso. © Solange Lyrio / Facebook
  • Tuve un beagle, su nombre era Jade y se portaba muy mal. Una vez, había un pintor trabajando en casa y yo tuve que salir. Le pedí que no dejara nada fácil de agarrar. Pasó un tiempo y mi madre me llamó desesperada, porque el celular del pintor había desaparecido. Volví rápido e imaginando lo que había ocurrido. Fuimos al jardín y llamé al celular del hombre, que sonó muy bajito. Estaba enterrado y camuflado con muchas hojas encima. Ahora siento nostalgia de esas travesuras. © Virginia Novaes / Facebook
  • Una vez, mi perra fue atropellada por correr detrás de un gato. Quedó paralizada por unos cuatro días. No se quebró nada y enseguida estuvo bien, pero cojeaba de una pata al vernos. Cuando la cachorrita del vecino vino a jugar, ella se olvidó de cojear. Hasta hoy, cuando quiere algo, ella se sienta, encoge una pata y pone cara de sufrida. 😂 © Paola F. Dornelles / Facebook
  • Mi Cleopatra llegó del veterinario, la saqué del auto y la puse en el piso. ¡No caminaba! La llevé de vuelta para ver que le había sucedido. ¡Pasé la mayor vergüenza! Llegando allí, levantó el rabo, hizo fiesta y caminó. De vuelta a casa, la coloqué en el suelo y, de nuevo, no quiso andar. Le dije: “Si no caminas, te quedarás ahí todo el día”. Cuando ella se cansó de esperar y percibió que no iba a cargarla, se levantó y entró en casa normalmente. ¡Fue puro capricho! 😆
    © Glaucia Romão / Facebook
  • Me regalaron un lindo pastor alemán, que además, es más astuto que yo. Se la pasa mordiendo todo, desde la ropa tendida, el tronco del árbol de mandarinas, hasta las ruedas del auto. Me dijeron que echara pimienta picante en los neumáticos, que el olor lo espantaría. Pero a él le gustaron las ruedas condimentadas. ¡Las lamió en mi cara y quería que le dé el frasco de pimienta! © Luciane Domingues / Facebook

Y tú, ¿qué historia divertida nos puedes contar sobre tu mascota?

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