20 Niños que les congelaron la sangre a sus padres con sus historias al estilo de “Sexto sentido”

Historias
hace 1 año

Dicen por ahí que los niños tienen la capacidad de ver cosas que están más allá de nuestra comprensión como adultos. Sin embargo, hay quienes han tenido que verse cara a cara con esas capacidades cuando un pequeño de su entorno compartió una visión de ultratumba. Definitivamente, no podemos juzgarlos por haberse quedado congelados y con los ojos pelados.

Si has tenido un momento de escalofríos a causa de un niño, o si tú eras el pequeño que asustaba a sus padres, no dudes en contarnos tu historia.

  • Cuando mi hija cumplió 15 años, vio a su papá y a mi mamá, los dos ya habían muerto. Me contó que su papá vino a felicitarla y que la abrazó y lloró con ella. Yo le dije que lo había soñado y me dijo que no, que su papá había entrado con mi mamá del brazo y que le dijo que su mayor deseo había sido bailar con ella ese día el vals, pero que Dios no se lo permitió. Le creí porque cuando entramos con mi esposo a felicitarla, ella tenía el pecho mojado y me dijo que eran las lágrimas de su papá que habían caído sobre ella. Mi hija tenía 15 años, ya sabía diferenciar entre un sueño y la realidad. © Lucia Reyes Gaspar / Facebook
  • Desde que mi hijo era un bebé, mientras lo amamantaba, siempre seguía con la mirada a alguien detrás de mí, hasta escalofríos me daban. Cuando empezó a caminar y a hablar, jugaba mucho con alguien llamado Jack. Sentados a la mesa para comer, me decía que Jack también tenía hambre. A los 2 años jugaba con una niña y a esa sí la vi. De hecho, hasta la fecha siempre aparece a las 3 de la mañana en un pasillo de mi casa. © Ana Dublan / Facebook
  • Cuando era niño, tuve un perro imaginario al cual llamé Snoopy (ya sé que suena cliché, pero no tenía experiencia nombrando mascotas, pues no tuve una propia de niño). El asunto es que mi perro imaginario duró mucho, me acompañaba a todos lados y jugaba conmigo, me escuchaba cuando tenía algo que decir. A los diez años tuve un accidente, me caí y me rompí la cabeza, me tuvieron que hacer 3 puntadas para cerrar la herida. Desde entonces dejé de ver a Snoopy, pero aún ahora, con mis 40 años, siento su presencia (no lo veo) cuando algo realmente va muy mal y necesito apoyo o consuelo, siento que Snoopy está ahí, conmigo. © Alvaro Victor Soria / Facebook
  • En una ocasión, cuando mi hija menor tenía como 15 años, me dijo que había soñado que su abuelita y su abuelo se subían al carro y que ella le preguntaba: “Abuela, ¿a dónde vas?”. La abuelita le respondió que iba a llevar a su abuelo a un lugar. Ella le pidió que la llevaran con ellos, pero su abuelita le contestó: “No, mi amor, a donde voy a llevar a tu abuelo, tú no puedes venir, no me tardo, al ratito regreso”. El abuelo falleció al día siguiente. © Tere Mauri / Facebook
  • Los niños dicen cosas sorprendentes; mi sobrino, hoy de 6 años, cuando tenía 3 o 4 años, empezó a contarle cosas a mi hermana sobre su vida pasada. Le decía: “Qué bueno que tú cocinas rico, mamá, mi mamá anterior solo cocinaba cosas congeladas y no me gustaban los sándwiches fríos”. También decía que su mamá se había muerto y que se había quedado viviendo solo con su papá. © Rita Maria / Facebook
  • Mi papá falleció hace muchos años. En la casa no se toca el tema y mi hijo tampoco pregunta, porque tiene 3 años. Pero un día nos dijo que mi papá estaba ahí, parado. Le dijimos que no podía ser. “Sí, mira, ahí está tu papá”, nos dijo y continuó: “¡Ay! Ya no está, se convirtió en esa estrella”. El cielo estaba todo nublado y solo se veía esa estrella. Quedamos en shock© Anabel Cruciani / Facebook
  • Cuando mi hijo tenía 4 años, lo escuché discutiendo con alguien en su cuarto. Fui hasta la habitación y le pregunté qué le pasaba, y él me dijo: “Es que el caballero me está molestando”, obviamente no había nadie más en el dormitorio. Le volví a preguntar: “¿Qué caballero?”. Y me dijo que cuando yo llegué a ver lo que pasaba, el caballero se fue. © Ruth Marquez Gonzalez / Facebook
  • Esto vivimos con mi hija mayor: ella tenía dos años, y mientras yo estaba en otra habitación, la oía reír y hablar con alguien. Cuando iba a ver qué ocurría, no había nadie más que ella; le preguntaba con quién hablaba y ella contestaba: “Con Memo”. Supuse que era su imaginación, no conocíamos a nadie con ese nombre. Esto siguió ocurriendo por un buen tiempo, y comenzó a preocuparme, pues trataba de sorprenderlos, pero eso nunca fue posible, en cuanto llegaba paraba de reír y de platicar. Yo, nuevamente, le preguntaba: “¿Con quién te ríes?”, y contestaba: “Con Memo”. Un día le dije: “¿Dónde está que no lo veo?”, ella señaló a la puerta y dijo que ya había salido, eso me dejó paralizada. Finalmente, dejamos esa casa y en la nueva dejó de ocurrir. Realmente en el antiguo departamento se sentía un ambiente muy pesado, aun de día, y ocurrían muchas cosas extrañas, por lo que decidimos dejarlo. Pero un día, mientras veíamos la película de Barbie y el cascanueces, ella saltó emocionada y comenzó a señalar a un niño rubio que salía ahí y empezó a decir: “Memo, Memo”. Mi esposo y yo nos quedamos atónitos, entendimos que así era el niño con quien ella jugaba. © Ivonne V Valera / Facebook
  • Mi hija de 3 años me decía: “Mami, Anabel me llama para jugar” y yo no le hacía caso, no sabía quién o qué era Anabel. Un día, dos minutos después de que me dijo que la estaba llamando para jugar, casi se ahoga en la pila, mi hermano la sacó. © Marielos Gonzalez / Facebook
  • Mi niña, cuando tenía 3 años, jugaba con una amiga imaginaria llamada Alicia. La tal Alicia poco a poco comenzó a hacerle maldades. Un día encerró a mi niña en el patio poniendo el pasador por dentro de la casa. Si solo estábamos mi hija y yo en la casa, ¿quién más puso el cerrojo? © P FT / Facebook
  • Cuando mi hijo tenía unos 4 añitos, le contó una historia muy rara a mi hermana. Era de una mujer que había perdido a sus hijos y que los estaba buscando, mi hijo le dijo que él se parecía al hijo mayor de esa mujer. Mi hermana le preguntó quién le había contado eso y él le dijo: “Mi mamá”. Yo, que estaba escuchando la conversación, me asomé al cuarto y le pregunté cuándo yo le había contado esa historia. Mi hijo se rio y dijo: “Tú no, mami, mi mamá muerta”. © Fina Alvarez / Facebook
  • Siempre que mi mamá llegaba a la casa, mi perro le hacía fiesta, saltaba y ladraba feliz, y le movía la cola de la emoción de verla. Mi mamá falleció y cuando la casa estaba en silencio y todos estábamos durmiendo, nos despertábamos tipo doce o una de la madrugada porque el perro empezaba a festejar, a saltar de alegría y a ladrar feliz. Se suponía que él estaba solo. © Pati TO / Facebook
  • Mi hija a los cuatro años tenía una amiga imaginaria. Un día yo estaba cocinando y ella estaba en el pasillo que daba a la calle “peleando” con su amiga imaginaria. Cuando llegó mi pareja, salí a saludarlo al auto, porque no vivimos juntos, y él me dijo: “¿Tienes visitas?”. Le contesté que no y me respondió: “¿Y quién es la niña que está jugando con Fer?”. En ese momento decidí pedirle a mi hija que alejara a su amiga. © Karen Andrea Villarreal / Facebook
  • Cuando mi hijo tenía tres años, contraté a una nueva niñera. Ella me contó que estaban desayunando en el comedor, luego se pusieron a jugar y a las once de la mañana, mi hijo le dijo a la nana: “¡Ay! Nico está solo arriba”. Ella le preguntó: “¿Quién es Nico?”, y mi hijo le respondió: “Mi hermanito”. Ella, asustada, pensó: “¿Hay un bebé y no me avisaron?”, y subió corriendo preocupada. Cuando llegó a la habitación, no había nada. Mi hijo se sentó a jugar con sus juguetes y le presentó a su hermanito imaginario, “Nico”. Hasta los cinco años jugó con él, lo acompañaba a todos lados y un día me dijo que él era su hermanito de otra vida y que yo había sido su hija. © Karla Parejas / Facebook
  • Cuando mi sobrina tenía tres años, casi siempre hacía un berrinche antes de dormir. Una tarde nadie le hizo caso y se durmió enojada. En medio de su siesta, se despertó, se paró frente a una pared y señaló un punto fijo mientras gritaba: “Ahí está el malo”. Yo la tomé en brazos y le pregunté: “¿Quién está ahí?”, pero ella repitió lo que había dicho antes. Luego cerró los ojos y se volvió a dormir. Cuando despertó más tarde, dijo que no recordaba nada. © Jimena Salazar Granizo / Facebook

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