21 Personas revelan, entre risas y enojo, el nombre con el que los obligaron a vivir

Historias
hace 10 meses

El afán por ser “original” y “especial” puede terminar muy mal. Algunas personas con nombres bastante particulares pueden dar fe de eso. Seguramente sus padres, o quien fuese, tenían buenas intenciones en su momento, pero la vida no podría ser más difícil cada vez que les preguntan: “¿Cómo te llamas?”.

  • Me llamo Nicte-Ha. No sé por qué los del registro ahí sí no se negaron a ponerme ese nombre, no tanto por el nombre en sí, sino por el horrible guion medio. Para resumir, mi vida ha sido un caos en cuanto a documentación. Tengo dos CURP; o sea que existo dos veces, ¡jajaja! © Nicte Mendiola / Facebook
  • Soy hija de mi madre, reconocida por mi madre, pero sin el apellido de mi madre. Las consecuencias fueron que, cuando era menor de edad, no me dejaron salir del país en dos oportunidades porque mi madre no pudo conseguir el permiso y porque yo no llevaba su apellido. © Rebe Gandarias / Facebook
  • Soy gemela y a mi hermana y a mí nos registraron en una misma acta. Por trámite de papeles me pidieron mi CURP actualizado y ¡sorpresa! No existía en el registro civil más que mi hermana por haber nacido primero. Tuve que solicitar separación de actas de nacimiento y sacar cita para que me atendiera un juez y reconocieran mi identidad, ¡jajajaja! O sea, apenas me registré yo misma este mes, 50 años después. ¡Qué cosas! © Sandy Bell / Facebook
  • Mi hermana nació en París con un precioso nombre, se llamaba “Jeannine”. Llegamos a Málaga, España, en 1974 y le cambiaron el nombre por Juana. Ha removido todos los papeles del mundo y apenas el año pasado recuperó su nombre. Para ella ha sido un calvario. © Toñi Calzado Fonseret / Facebook
  • A mi esposo le pusieron Gabriel F. porque no cupo Fernando en el renglón, y jamás se dieron cuenta. Ya casi en preparatoria hubo que pagar para arreglarlo porque, si no, ninguno de sus estudios habría tenido validez. © Dyana Likarcathaky / Facebook
  • Yo descubrí, con 35 años, que mi apellido aparecía en el registro como SALERO. Tuve que comenzar un expediente de rectificación de apellido para casarme. Menos mal que mi tío trabajaba en la ciudad de la justicia y aceleró los trámites porque ya se sabe cómo es con la burocracia. Que la verdad sea dicha, aunque quede mal, qué sal tengo. © Carmen Solero Mariscal / Facebook
  • El nombre que mi mamá me quería poner era Marvit, para tener algún parecido con el nombre de mi abuela, que se llamaba Marvel, pero en la notaría confundieron la V con una R y, bueno, quedé como Marrit, y así me quedé. © Cher Mar Watson / Facebook
  • El primer nombre de mi hija iba ser Mery, nombre que a mi mamá le gustaba, pero en aquella época se usaba “pluma fuente”; o sea, se escribía con tinta negra en unos grandes cuadernos especiales y la secretaria de la Jefatura le puso una R de más, así que quedó Merry. Con los años fue que supimos que se usaba en Estados Unidos para desear feliz navidad: “Merry Christmas”. © Petra Isabel Cortez / Facebook
  • A mi hermano le iban a poner Anderson Edson, pero mi papá fue al registro civil y el registrador solo le puso Anderson. Todos pensábamos que tenía dos nombres, pero, un día, cuando mi hermanito tenía diez años, la profesora le dijo que solo se llamaba Anderson. Él se puso triste porque siempre había dicho que tenía dos nombres. Cuando llegó a casa, mis padres también se enteraron de que tenía solo un nombre. © Sujey Glenny Velasquez Feijoo / Facebook
  • A la niña la llamamos Estefani, pero se deletrea STEPHANIE. Siempre debe deletrearlo en todas partes, todo por culpa de la mamá que quería un nombre original para la época. La mamá soy yo. © María Campos / Facebook
  • Mi marido y yo elegimos el nombre Emiliana para nuestra hija. Él fue y la anotó en el registro civil del hospital. Cuando presentó la documentación en neonatología, le dijeron que ellos no tenían registrada a ninguna Emiliana. ¡Y que le entró la desesperación a mi marido! Se pusieron a revisar qué podía haber pasado y era que en el registro civil le habían puesto Emilia y no nos habíamos dado cuenta. © Miriam Chavez / Facebook
  • Mi hermana siempre fue María Irene y hasta hace cuatro años necesitó el acta de nacimiento para apoyar a una hermana con el seguro social. Yo le hice el favor de ir a buscar el acta al registro y resulta que estaba inscrita como Mayrenne, con fecha del 65 y ella es del 67. Tuvieron que corregir nombres y fecha. © Sandy Lee / Facebook
  • Mi prima registró a su hijo casi a los tres años. Su nombre iba a ser Enrique, cuyo diminutivo es Quique. En lo que esperaba turno, el niño iba y venía en la sala, y mi prima no lo podía controlar, así que lo que hacía era decirle: “¡Ay, Quique! ¡Ay, Quique!”. Cuando recogió el acta, su hijo se llamaba Ay Quique. © Kimi Dublan / Facebook
  • Cuando mi padre se casó con mi mamá, le dijo que se llamaba Armando. Luego mi madre registró a algunos de sus hijos como hijos de Armando y, con el paso de los años, descubrieron que su nombre correcto era José Amado, ¡jajajaja! Él no tenía ni esposa ni hijos, y al final tuvo que hacer un juicio. © Emilia Diaz Vaquero / Facebook
  • Mi hija se llamaría Afrika Kireet, pero como nació con complicaciones y yo estaba internada, al trasladarla al hospital del niño, mi tía y mi suegra se hicieron cargo de ella. Al llegar al hospital, les pidieron el nombre, pero ninguna se acordó. Mi suegra eligió Milagros (por una virgen) y mi tía dijo que no, que sería Victoria. Después de dos meses, al darla de alta en el hospital, la del trabajo social nos preguntó si solo sería Victoria o si llevaría otro nombre. Hoy mi princesa lleva por nombre Victoria Kireet. © Indira Alejandra Casango Lopez / Facebook
  • Un conocido fue a registrar a su hijo y les dijo que se llamaría Ugenio. El del registro le dijo: “¿Con E?”. Después de repetírselo varias veces, al final el padre aceptó. El hijo se llama Coné. © Rita Cycen / Facebook
Imagen de portada Cher Mar Watson / Facebook

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