21 Personas con una historia en la que fueron los campeones absolutos de hacer el ridículo

Historias
hace 10 meses

Todos hemos tenido esos momentos embarazosos que nos hacen querer desaparecer del mapa, pero estas personas han llevado el concepto del “ridículo” a un nivel completamente nuevo. Desde caerse en la pista de baile como Bambi en hielo, hasta bañar de refresco a uno de los invitados, esta colección de anécdotas nos recordará que la fiesta puede ser un campo minado para nuestros egos.

  • Le pasó a mi mamá hace años, justamente el día de mi graduación. Ella iba toda linda con sus tacones, caminamos de la casa para tomar un taxi, pero se tropezó y el tacón de uno de sus zapatos se despegó por completo. No le quedó de otra que ir a buscarse otro par a la primera tienda que encontró abierta. Recuerdo que le tocó comprarse unas sandalias, todas feas más de viejita, que no combinaba nada de nada con la ropa que ella andaba. © Belky Mejia / Facebook
  • En una fiesta del trabajo a la que tuve que asistir, mi abuelita me prestó su abrigo largo. Cuando estaba bailando con el puesto, me dice mi pareja de baile, “traes algo aquí y aquí y aquí”. Ay, sí que me pegué un susto. Eran puros huevos de cucaracha pegados al abrigo. Qué vergüenza, el abrigo de mink paso a ser el abrigo de mil cucarachas. © Lo St / Facebook
  • Una vez en una boda, yo me puse un vestido que anteriormente ya me había puesto, pero en ese tiempo estaba muy muy delgada y el vestido me quedaba un poquito flojo. Pues cuando estaba bailando, el vestido se me bajó hasta debajo del busto, en eso prendieron las luces y mi esposo solo me abrazó para cubrirme. © Mariany ToVi / Facebook
  • Mi hija participó para reina de la iglesia. Cerraron las calles, íbamos rayando con la hora y cuando pasamos por en medio de la calle, se me reventó la tira de mi zapatilla. Me quedó volando, solo agarrada de mi tobillo, así que tuve que correr cojeando y agarrando el vestidote de mi hija. © Deyanira Barrientos / Facebook
  • Una vez fui a unos XV con unas primas y una de ellas me iba a prestar un vestido porque yo estaba de visita y no llevaba ropa de fiesta. Entonces el primer vestido que me probé se me veía genial y otra prima me dijo “wow, que bien se te ve ese vestido” y la que me lo presto me dio otro y ella agarró el que yo traía puesto y se lo puso ella. Me tuve que ir toda descombinada, porque los tacones que le pedí según se le hacían muy altos y no me los quiso prestar. Llegando a la fiesta el vestido que me quitó se le rompió de un lado porque le quedaba muy ajustado y se hizo un agujero grande que se tuvo que pasar toda la fiesta tapando con la bolsa. © Cecilia Reyna Paul / Facebook
  • Me invitaron a una boda, solo conocía a la novia. Le pedí a mi prima que me acompañará y fuimos arregladas para la ocasión. Al entrar, todos nos veían como que nos habíamos equivocado de lugar, cuando pude observar bien a los invitados todos iban muy sencillos, nadie estaba arreglado. Realmente fue muy incómodo. © Veronica Mendoza / Facebook
  • Entrando al centro de eventos del matrimonio, en la otra esquina había una chica con el mismo vestido que yo. Me dio tanta risa y no me hice problema, todos reíamos y de repente desapareció la chica y llegó una hora después con otro vestido. Al parecer a ella le afectó ver a alguien más vestida igual. © Soledad Reiki / Facebook
  • El mesero ya se iba a llevar mi plato porque pensó que yo ya había terminado porque en mi mesa ya todos habían acabado, pero yo no. Cuando vi que ya me lo iba a retirar, levanté la voz como con susto y le quité el plato de la mano, “Todavía no se lo llevé aquí, déjemelo” o algo así le dije. Todos me miraron y me voltearon la cara entre riéndose. © Martha Mariana / Facebook
  • Fui a una boda y los novios pidieron que los invitados fuéramos de blanco, combinado con algún otro color, pero el blanco tenía que predominar. Fui de blanco con color ciruela y ¡oh sorpresa!, la decoración era blanco con color ciruela, así como los meseros también, Parecía yo parte de la mantelería o mesera. Pero me consolé porque otra amiga llegó vestida igual a mí y ya, nos sentamos juntas y a disfrutar. © Connie Marquez / Facebook
  • Estaba en un salón muy grande, en una fiesta e iba a cruzar la pista de baile. No había nadie bailando ni pasando, solo yo como Miss Universo en pasarela, cuando me caí de panza. © Mirna Panfila Rubio Mendivil / Facebook
  • Mis primas se quedaron encerradas en el ascensor. Por más de media hora, con la faja bien apretada y los tacones incómodos. A la otra le urgía ir al baño, vaya papelón. Nadie salía a buscarlas, solo uno de sus maridos fue. © Greta Moreno / Facebook
  • A la salida de los novios de la capilla, se acostumbraba a tirar arroz o pétalos de rosas, yo tenía listos pequeños montoncitos de arroz, pero al terminar la ceremonia, el cura salió para decirnos que no aceptaría que tirásemos arroz. Corrimos a los jardines cercanos y trajimos las rosas que pudimos y repartimos rápidamente. Les dijimos a los que esperaban a la puerta, que sacasen los pétalos y los tirasen justo cuando saliesen los novios.
    Todo lindo, un éxito. Pero cuando le di el abrazo a la novia, vi cantidades enormes de tijeretas entre el velo y su vestido. Corrí detrás, pero con los gritos de “¡vivan los novios!” No me escuchó y subieron al auto para el paseo. Obvio ni me asomé a la fiesta. © Carmen Saavedra Zapata / Facebook
  • Una vez en una boda, al llegar los novios, todos nos levantamos para aplaudirles. Cuando me fui a sentar, mi silla se había caído, y cómo caminé de espaldas, no me di cuenta. Me fui de largo y caí patas arriba. Todos me miraban y hasta mi pareja. Me levanté, me senté y me quería ir de la fiesta. Me dijeron, tranquila, siempre hay alguien que hace el ridículo en una fiesta. Y fuiste tú. © Yoseli Contreras / Facebook
  • Antes de irme a mi fiesta, mi mamá ve que la chaqueta de mi vestido estaba arrugada. Con el apuro puso la plancha, la pasó rápidamente y la quemó, justo adelante a la altura del corazón. Casi me pongo a llorar, pero ella mágicamente sacó una flor roja de entre sus cosas y la pegó en el agujero, pasó desapercibido el accidente y lo pude pasar genial. Linda mi madre. ©
    Johanna Paola Huerta Martinez / Facebook
  • Era la presentación de mi hijo y lo cambié para salir de prisa a la misa. En lo que me apuraba a darme el último retoque, estaba de travieso y me estresaba que se ensuciara antes de salir de casa, así que como pude me puse el vestido y al llegar a la iglesia me di cuenta de que lo llevaba volteado con la parte trasera al frente. Solo mis compadres y mi mamá supieron. © Jaqueline Alvarez Alvarez / Facebook
Imagen de portada Lo St / Facebook

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