Así luce la bebé que nació a los 5 meses de embarazo pesando medio kilo

Historias
hace 9 meses

Hoy nos adentraremos en la conmovedora historia de Kaiah, una pequeña guerrera que desafió todas las expectativas al nacer con una prematuridad extrema. Una bebé que llegó al mundo demostrando que su fortaleza y ganas de vivir eran más fuertes que cualquier pronóstico médico. Su nacimiento es un poderoso recordatorio de que, a pesar de todo, la esperanza es lo último que se debe perder y de que rendirse no es una opción.

Todo comenzó con la ilusión de una mujer por ser madre

La mamá de Kaiah, Kerry, soñaba con ser madre. Por eso, siendo madre soltera, se sometió a un tratamiento de reproducción asistida para lograr su embarazo. Hasta el tercer mes de gestación, y con el fin de asegurar que todo saliera bien, continuó administrándose progesterona, la hormona que las mujeres producen de forma natural durante el embarazo, para ayudar a la implantación y al correcto desarrollo del embrión en su útero.

Cuando dejó de tomar este suplemento hormonal según lo planeado, experimentó rápidamente malestares y pérdidas, por lo que tuvo que volver a tomarlo nuevamente. Más allá de ese pequeño contratiempo, todo marchaba correctamente y el nacimiento de la pequeña estaba previsto para el 23 marzo de 2023.

La pequeña tenía demasiadas ganas de descubrir el mundo

Con 23 semanas y tres días de embarazo, poco más de 5 meses, Kerry rompió aguas. Al llamar a urgencias, le indicaron que acudiera inmediatamente al hospital, y así lo hizo. En el camino, comenzó a sentir contracciones, y cuando los médicos la examinaron, descubrieron que la dilatación de su cuello uterino ya estaba en marcha también. “El médico me examinó e inmediatamente dijo que lo sentía, pero que mi bebé realmente no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir”.

Los especialistas creían que el bebé era demasiado prematuro y que sus posibilidades de sobrevivir al parto serían nulas. Por eso, se intentó retrasar el parto lo máximo posible, ralentizando químicamente las contracciones y la dilatación, al mismo tiempo que se le administraban hormonas y minerales al bebé para acelerar su desarrollo.

La bebé era demasiado pequeña y su esperanza era poca

“Me llevaron de urgencia a la sala de partos, donde trataron de detener mis contracciones. Las tenía con mucha frecuencia al principio y luego cada pocas horas hasta detenerse” recuerda Kerry. Los tratamientos dieron resultado, y el trabajo de parto se extendió tres días. Ahora tocaba poner en marcha un plan arriesgado, pero necesario: trasladar a la futura mamá a otro hospital donde, tras el parto, pudieran brindarle la atención adecuada tanto a la mamá como a su bebé tan prematuro.

Al momento de ponerla en la ambulancia, el bebé ya estaba a mitad de camino del cuello uterino. Si naciera antes de llegar y sin tener el equipo necesario, los doctores serían incapaces de salvarle la vida al bebé. El viaje al Hospital Universitario de Croydon, al sur de Londres, en Inglaterra, duró solo 11 minutos y se pudo completar correctamente y de forma segura para ambas.

Pero la pequeña quería vivir y no se rendiría fácilmente

Una vez en el hospital, no había tiempo que perder. Enseguida comenzaron los exámenes y las ecografías para estimar el tamaño y el peso del bebé. Todo debía estar perfectamente preparado para su llegada. Aun así, el riesgo seguía siendo muy alto. Por eso, un médico prenatal habló con Kerry y le preguntó cuál era su deseo en caso de que las cosas no salieran como estaban planeadas.

“El médico me preguntó si prefería que mi bebé se le permitiera morir en paz o si deseaba que intervinieran si estaba viva. Les pedí que por favor hicieran todo lo que pudieran. También me informó que, considerando el tiempo de gestación, solo cuatro de cada diez bebés sobreviven, y uno de cada cuatro tiene alguna discapacidad grave. Fue muy difícil asimilar toda la información”.

Kaiah nació pesando poco más de medio kilo

Las contracciones comenzaron de nuevo y, después de aproximadamente ocho horas, la bebé nació. Aunque estaba viva, su ritmo cardíaco era muy lento. Kerry apenas pudo ver a su hija por un instante antes de que se la llevaran corriendo para brindarle la atención médica que necesitaba. “Decidí llamarla Kaiah, que significa pequeña pero sabia. Creo que le queda perfecto”.

La bebé necesitaría pasar bastante tiempo en el hospital para recuperarse. Kerry, que no quería separarse de Kaiah y se derrumbó frente a una trabajadora de apoyo social que al verla en esa situación se propuso encontrar una solución: “Me encontró una habitación en el lugar donde podría quedarme hasta que mi bebé fuera dado de alta. Fue un regalo del cielo. Hubo muchas noches en las que me senté solo mirándola, hipnotizada por lo que estaba viendo”.

Kaiah y su madre estuvieron varios meses en el hospital

Kerry no pudo tomar a su hija en sus brazos hasta 47 días. “Cuando por fin pude tomarla en mis brazos, experimenté una sensación de paz y tranquilidad como nunca antes había experimentado. Me sentí completa de nuevo”. También recuerda que ella y su familia pasaron la Navidad junto a la cuna de Kaiah, y aunque no parecía Navidad, estaban felices de compartir ese momento con la pequeña.

Contra todo pronóstico, Kaiah siguió creciendo con normalidad, excepto por el diagnóstico de enfermedad pulmonar crónica. Tomando precauciones y con el adecuado tratamiento, esto no representaría un riesgo inminente para su desarrollo. Poco antes de la fecha original de parto prevista, la bebé estaba lista para abandonar el hospital e ir a casa junto a su familia.

Kaiah por fin estaba lista para descubrir el mundo

Todo había sido tan repentino que Kerry no había tenido tiempo de preparar y decorar la habitación de la niña, pero su familia se ocupó de que todo estuviera listo antes de su llegada a casa. Su madre recuerda con alegría cómo fue su primera noche fuera del hospital, cuatro días después de su fecha de nacimiento prevista originalmente, diciendo: “Dormí con ella la primera noche y fue increíble. Estaba nerviosa y no dormí mucho, pero me sentí muy feliz de que ella estuviera conmigo”.

Desde entonces, la pequeña Kaiah, al igual que otros muchos bebés que han llegado al mundo de forma peculiar, ha seguido creciendo en casa y rodeada del amor de su familia. Su madre ha compartido orgullosa y feliz en su cuenta de TikTok cómo ha sido su evolución hasta ahora. Desde aquí les deseamos a estas dos guerreras mucho éxito para el futuro y esperamos que vivan con esas mismas ganas, ímpetu y espíritu de superación el resto de sus vidas.

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