La historia de cómo me convertí en la dueña de un perro ciego de un refugio

Historias
hace 5 años

Seguramente te has topado con publicaciones con una solicitud de petición para ayudar a encontrar a un dueño de un perro o un gato abandonado. Tal vez, tú mismo las hayas compartido en tus páginas en las redes sociales, pero no te apresuraste a llevarte a este animal a casa por razones que te parecían insuperables. ¿Pero eran en realidad tan insuperables como a ti te parecían? ¿Y qué pasaría si hubieras ayudado a ese animal a pesar de todo?

Genial.guru recibe muchas cartas con historias que suceden en la vida de nuestros lectores. Por eso, hoy queremos compartir contigo una de de ellas: habla sobre cómo ayudar a un animal abandonado.

¡Hola! Tratamos de no fijarnos en los que vagan por nuestras calles en busca de comida, en los que pasan frío cerca de los portales... Tenemos muy poco tiempo, dinero o experiencia suficiente para cuidar bien de una mascota. ¡Y además, existen los refugios! Ellos resuelven tales problemas.

Yo también lo pensaba. Tenía la excusa más fuerte: a menudo no estaba en casa durante mucho tiempo. Esto es una causa de peso, ya que el animal no podría quedarse con nadie. ¿Cómo podría tener así a un perro? Lógico.

Y así fue cómo comenzó mi historia

Esta es la comunicación con mi hermana menor, que vive en otro continente. ¿Sientes que algo no encaja bien, verdad, entre la frase “llévate este perro para mí” y su lugar de residencia? Yo también lo sentí de inmediato. Estaba claro que el perro estaría completamente a mi cargo. Pero el niño que vive dentro de mi alma, que en su infancia realmente tenía muchas ganas de tener un perro, escuchó al niño dentro de mi hermana que todavía quería tener un perro. Traté de no recordar que después de mis ausencias, solo los cactus y el musgo en los botes sobreviven en mi casa. Me di por vencida. Le escribí a la persona que estaba comprometida con cuidar del animal y buscarle unos amos, avisándole que lo quería adoptar. Y empecé a prepararme para convertirme en la feliz dueña de un perro.

Hablemos de los cuidadores. Estas son personas que se ofrecen voluntariamente para buscar a posibles amos de los animales que viven en refugios. Tienen varios ayudantes que suben anuncios en grupos temáticos de las redes sociales. O tal vez, en otros lugares. Respondí a un anuncio de Facebook y fui redirigida a uno de esos cuidadores.

Después compré una caseta, comida, collar... También establecí contactos útiles con personal de una carnicería. Me parecía que lo tenía todo bien planeado. Pero no fue así.

El tamaño sí importa. Y no creas a los que dicen lo contrario. Simplemente, no tienen experiencia

Cuando compraba la caseta, lo primero por lo que me preguntó el dependiente fue por el tamaño del perro. Y yo no había preguntado al cuidador, no solo por el tamaño, tampoco por su sexo. Cuando le pregunté por su altura, me dijeron que el perro era mediano y que el dependiente lo entendería. Pregunté: ¿Y mediano, cómo es? Me respondieron que mediano es uno que llega hasta las rodillas.

“Bueno, esta altura me viene bien. No podría hacer frente a un perro grande y, además, ya adulto”, pensé.

No sé por qué ni siquiera tuve la idea de ir al refugio y ver a este perro. Al fin y al cabo, podría ser agresivo con extraños, tal vez yo no le caería bien. Y dado que algunas personas pueden tener las rodillas al nivel de mis muslos, ni siquiera se me pasó esto por la mente. Así que, cuando del auto sacaron a un perro “tan grande como un alce”, cuyas piernas estaban flácidas, entrelazándose, por el efecto de un sedante, me quedé boquiabierta, literalmente. No fue solo porque éramos casi del mismo peso, además cabría en su caseta a lo justo.

Aquí mismo, en la entrada, me arreglaron todos los documentos, así como me entregaron una tarjeta con la identidad del can en la que ya tendría que apuntar todas las vacunas, por mi propia cuenta. El procedimiento duró tres minutos.

Conocimiento

El primer día tras su llegada, el perro estuvo acurrucado en una esquina del jardín. Le llevaba comida, lo persuadía para beber, acariciándole la cabeza con cierto temor. Cuando mis amigos me pedían que les mandara fotos de mi perro, les enviaba esta y me preguntaban si estaba enfermo y si yo me había vuelto loca, pidiéndome que lo devolviera al refugio. A esto, yo contestaba que me llevé a Alce del refugio, pero no para devolverlo. Les respondía que no estaba enfermo, simplemente ciego y triste. Y a la tercera mañana, cuando salió a mi encuentro moviendo la cola, me di cuenta de que nos llevaríamos bien. Hasta aquel momento, no estaba segura de nada. Y a partir de ahí, me di cuenta de que tenía un perro. Pensé que algo así nunca sucedería.

Quería cantar y bailar de felicidad.

Al principio, el perro se negaba a meterse en su caseta. De algún modo, no se me ocurrió que eso podría ser para él algo parecido a una trampa. Dado que él no veía aquello que veía yo. Y está claro que lo desconocido es peligroso. Así que una casita linda, durante mucho tiempo, fue algo parecido a un monumento a mi estupidez y despilfarro. Bueno, 45 euros no es una cantidad tan grande, ¡pero no pensaba gastarlos en decorar el jardín!

Decidí no tirar la toalla. Colocaba trocitos sabrosos en su caseta, también huesos, tiraba allí la comida seca a puñados. Poco a poco, Alce se dio cuenta de que este era su lugar, que estaba a salvo allí. Así, una vez, antes de una tormenta, salí al patio y vi a una rosquilla peluda dentro de una caseta.

¡Fue una gran VICTORIA!

¿Quién es nuestro buen chico?

Es bueno, solo para los suyos. El carácter del perro resultó ser exactamente el mismo que tenía yo: bastante conflictivo. Pero esto responde también a su ceguera y su vida tan complicada. El cuidador me contó que lo habían golpeado, le habían disparado y luego llamaron al servicio de vigilancia de animales pidiendo que lo sacrificasen. En el refugio municipal pasó dos meses sin salir a pasear. Aunque esto, más bien, fue una cuestión de suerte. Los cuidadores luchaban por él, extendiendo constantemente la situación, ya que en este tipo de refugios los animales solo pueden estar por un cierto tiempo. Y luego...

¿Esto no lo sabías? Mis amigos tampoco sospechaban que los refugios no eran un lugar parecido a una casa de campo donde puede vivir un animal con seguridad hasta alcanzar la vejez, sino un emplazamiento bastante peligroso. Nuestra ciudad cuenta con dos refugios básicamente. En uno, los animales se quedan hasta que les encuentren un dueño. Este es un refugio privado. Solo existe un peligro en él: una infección. El segundo, municipal. En este, los perros que presentan un comportamiento agresivo y problemas de salud se sacrifican al pasar un cierto tiempo porque este requiere de mucho dinero para mantenerlo con vida, cuantías de las que carece el refugio, desafortunadamente. Mi perro venía de allí.

Casi todos los míos estaban en contra de este perro. Mi novio tenía planes para nuestra vida juntos, de los que yo no tenía ni idea, y no incluían a un animal. Mi madre, que había venido a visitarme, justo, casi por mala suerte, en este preciso momento, estaba convencida de que este enorme perro me llevaría a la ruina. Los vecinos, que alertaron a la policía en varias ocasiones. Y hasta ahora, oculto a mi abuela que tengo un perro. Gasto una suma notoria en su alimentación. E incluso dado que añado a su dieta, no solo comida seca, necesito un bulto de 20 kilos cada 3-4 semanas. Para que sirva de comparación: mis gatos apenas necesitan 2 kilos de alimento seco por semana. También tuve que comprar medicamentos para liberarlo de sus pulgas, garrapatas y parásitos. Y tendré que hacerlo con regularidad.

No en vano, mis amigos sí me apoyaron. Y luego descubrí que mi lápiz labial rojo, de alguna manera incomprensible, hace que sean gratuitos los huesos y restos de carne de la carnicería. Que si de repente necesito un spray carísimo contra la irritación que apareció repentinamente en el vientre de mi perro, una amiga de Facebook me lo prestaba gratis. Que los veterinarios, con mucho gusto, dan consejos útiles en línea, brindando ayuda psicológica también a un amo demasiado nervioso.

Todo de alguna manera acabó calmándose. Aquello que ayer parecía una catástrofe, hoy se convirtió en una excelente causa para escribir una carta a mi querido Genial.guru.

¿Qué hacer si decides adoptar a un animal de un refugio?

  • Asegúrate de averiguar el tamaño exacto de tu futura mascota. Esto es importante no solo para elegir la caseta, sino también para evaluar tus propias capacidades. Incluyendo la económica.
  • Trata de encontrar tiempo para visitar al animal en el refugio con el fin de conocerse mutuamente.
  • Si encontraste a un animal al que no puedes adoptar y decidiste llevarlo a un refugio, primero, averigua cómo actúa el refugio con aquellos para quienes resulta imposible encontrar un amo.
  • Si el animal está sano y no es agresivo, es mejor no involucrar a los servicios municipales en su destino. Es preferible poner un anuncio en las redes sociales. Este método está más que probado.

Si no tienes experiencia, no te preocupes. La obtendrás. Así como el tiempo. Simplemente regálale a una criatura sin hogar una nueva vida. No existen seres más agradecidos que los animales que han encontrado a un nuevo amo. ¿Sabes lo genial que es despertarte por la mañana, sabiendo que en este mundo existe un perro que te adora y ahora mismo está esperando sus abrazos matutinos?

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