La maestra recreó en su clase un régimen totalitario para llevar a cabo un experimento; sus estudiantes la dejaron sorprendida
La maestra estadounidense Dina Leygerman aborda creativamente la enseñanza de la literatura. Por ejemplo, antes de estudiar la novela 1984 de George Orwell con sus alumnos, lleva a cabo un experimento social inusual: recrea un régimen totalitario en la clase. Este año, el resultado del experimento fue inesperado.
El personal editorial de Genial.guru ha estudiado el Twitter de la maestra y quiere compartir contigo los resultados del experimento.
El cartel que Dina colocó en la pizarra de la escuela: "¡Si viste algo, denúncialo!"
"HECHO: 2 de cada 3 amigos te traicionarán. #Cuídate".
Dina cuenta de su experimento lo siguiente: “Con el pretexto del bien común, hago que mis clases sean parecidas a un régimen totalitario, y yo me convierto en un dictador. Les digo a mis alumnos que necesitan mejorar el rendimiento antes de la graduación, y para ello, los maestros han desarrollado una estrategia especial que ya se había aplicado en otras escuelas de todo el país y fue un gran éxito (de hecho, toda esta estrategia no es nada más que un producto de mi imaginación)”.
Las reglas del “juego” son simples: carteles amedrentadores en la pizarra y promoción de denuncias. La maestra introdujo el sistema de puntos: por una completa obediencia el alumno gana puntos, y por desobediencia o errores los pierde. Para distinguirse positivamente dentro de la clase, se puede ganar puntos denunciando, de esta manera, quitando los puntos a sus compañeros. Los estudiantes tenían prohibido discutir las instrucciones de la maestra o poner sus palabras en duda. También había excepciones a las reglas. Por ejemplo, un alumno puede hacer una pregunta si levanta la mano. Sin embargo, tendrá que hacer lo mismo, incluso si quiere pedir un lápiz a su amigo.
Dina en la entrega de premios a los maestros.
Dina admite que realizó ese estudio varias veces y los resultados fueron aproximadamente los mismos: los estudiantes trataron de obtener la mayor cantidad de puntos posibles y obedecieron las órdenes. Pero este año se quedó agradablemente sorprendida.
Escena de la película 1984.

Parte de los alumnos, como se esperaba, aceptaron las condiciones del juego. Sin embargo, otros decidieron luchar contra el régimen totalitario. En unos pocos días, los estudiantes pudieron ponerse en contacto con la administración de la escuela, escribir cartas de reclamación y crear carteles contra el sistema. Los chicos organizaron mítines en los pasillos, protestaban y se negaron a seguir las instrucciones de la maestra.
Alumnos de Dina.
La presidenta del consejo estudiantil, que ni siquiera estudiaba en esa clase, le escribió a Dina un correo electrónico en el que se manifestó en contra del régimen totalitario y decía que la dictadura era inaceptable en la escuela y en el estado. Pero la maestra no se echó para atrás y decidió terminar el experimento. Para demostrar el poder del régimen, Dina “sobornó” a la presidenta: le pidió que siguiera el juego y “renunciara” públicamente. La maestra estaba segura de que este hecho desarticularía a los protestantes.
Pero se equivocó otra vez. Los adolescentes no iban a darse por vencidos. Encontraron un nuevo líder y comenzaron a resistir con más fuerza. Por primera vez en muchos años, Dina se vio obligada a finalizar el experimento unos días antes y admitir su derrota.
Después de la finalización, los adolescentes compartieron sus emociones con la maestra. Confesaron que no podían aceptar el control total y el intento de influir en la relación con sus compañeros. Le agradecieron a Dina por la experiencia interesante que les permitió verse a sí mismos desde otra perspectiva.
Dina comparte con sus suscriptores el elogio que le dio uno de los estudiantes.
No es la primera vez que la maestra lleva a cabo este experimento, pero compartió esta experiencia porque el resultado de este año ha sido diferente de los demás.
“Mis estudiantes no se dieron por vencidos y no obedecieron las reglas, lucharon por sus derechos. Y ganaron. Los adultos tienen mucho que aprender de ellos ya que se conforman con lo que tienen, están agotados y humillados, pero los adolescentes tienen el entusiasmo para luchar, están listos para ir al final y no deberían ser subestimados: en realidad son nuestro futuro. No se debe llamarlos arrogantes — su arrogancia les impulsa hacia adelante. No se interpongan en su camino — les van a arrasar. Ayúdenles en su rebelión, son nuestros mejores aliados”.