Mi hijo se avergüenza de mí, así que le di una cucharada de su propia medicina

Historias
hace 1 año

Criar a un adolescente puede ser un reto que saca de quicio a algunos padres. Un día tienes a un pequeño que vive en tus brazos, y al otro día te encuentras con un joven que ya no quiere que lo vean cerca de ti. En relación con esto, una usuaria, cansada de ver cómo su hijo se avergonzaba de ella, decidió acudir al consejo de Internet para saber cómo afrontar esta etapa de tensión en casa.

En Genial.guru pensamos en el asunto y quisimos proponer algunas recomendaciones que podrían ayudar a los padres a mantener la calma, pero antes te mostramos la historia de esta madre desesperada.

Sabemos que en ocasiones es difícil lidiar con el enfado de un adolescente, pero hay que recordar que esta situación no suele ocurrir porque los padres seamos unos bichos raros. Durante la adolescencia, existe una especie de “desagrado” que es parte natural del desapego de la niñez por el que todos pasamos.

Continuamos con la solución de esta madre:

En Genial.guru nos pusimos a echarle cabeza a esta situación y se nos ocurrieron algunas cosas que podrían servirles a las personas que se enfrentan a la vergüenza de sus hijos.

  • No lo tomes de forma personal. Aunque a veces este comportamiento puede ser hiriente, intenta recordar que la adolescencia es una etapa dura y que esta forma de actuar es una parte de ella, no tiene que ver contigo.
  • Evita el conflicto. Si bien es común querer educar a un hijo para que se dirija a ti con respeto, a veces puede expresarse con un lenguaje indeseable. Aun así, lo mejor es no caer en la tentación de reprenderlo inmediatamente por lo que ha dicho y en su lugar es preferible dar por terminada la conversación.
    Por ejemplo, si le preguntas por qué no ha ordenado su habitación y te responde de una forma altisonante, prueba no centrarte en su forma de responder y di algo como: “Mi pregunta fue por qué no limpiaste tu cuarto. No usarás tu celular hasta que esté limpio”. De otra forma, probablemente tu hijo intente arrastrarte a una pelea sobre la manera de hablar y seguirá sin hacer lo que le has pedido.
  • Dale atención y afecto en sus propios términos. Puede que pasar tiempo con un adolescente parezca un reto, y a veces, cuanto más intentamos acercarnos, más parecemos obtener el resultado contrario. Pero una buena idea para no perder la convivencia es darles un poco de poder. Los adolescentes suelen querer estar a cargo, por ello, puedes hacerle saber a tu hijo que quieres salir con él y luego dejar que decida cuándo y dónde. Eso hará que le resulte más atractivo pasar tiempo contigo.
  • Habla con otros padres. Una manera de enfrentarse a esta nueva etapa familiar es platicando con otros padres que puedan compartir sus experiencias y consejos. Además, quizá te ayuden a encontrarle el humor a la situación.
  • Recuerda cómo te sentías a esa edad. Esto puede ayudarte a empatizar más con tu hijo y a recordar que no es algo personal. Puede que a esa edad tú también hayas pensado que tus amigos lo sabían todo y que tus papás eran un poco vergonzosos.
  • Adáptate al cambio en su relación. Algo que puede ser difícil de aceptar es ver cómo tu relación con tu hijo ha cambiado. En esta etapa, los jóvenes prefieren estar con sus amigos. Y a veces, para establecer conexiones con personas de su edad, tienden a rechazar a sus papás. Sin embargo, continúan pidiendo ayuda, por ejemplo, para ir de un lugar a otro, pero puede que no quieran ser acompañados afuera del carro.
    Esto puede ser confuso, pero hay que entender que es su forma de decir: “Te necesito, pero es difícil admitirlo, especialmente cuando estoy con mis amigos, así que haré como si no me agradaras”. Por ello, es buena idea aceptar su independencia y a la vez, sin presionar, buscar maneras de estar unidos proponiendo actividades que les gusten a ambos.

¿Cómo era la relación con tus padres cuando eras adolescente? ¿Qué te acercaba más a mamá y a papá durante esa etapa?

Comentarios

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Te comprendo porque pasè por lo mismo con mi hija, dale tiempo a que madure, mi hija un dìa me dijo que ella habìa comenzado a pensar a los diez y ocho años, tambièn la hija de una amiga hacìa lo mismo.

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