15 Mujeres que pusieron en su sitio a los caraduras que las molestaban

Mujer
hace 11 meses

Lamentablemente, en el mundo existen personas que creen que actúan bien cuando, en realidad, están incomodando a quienes los rodean. O lo que es peor, coquetean impunemente sin importarles que sus conquistas estén cayendo en saco roto. Por fortuna, también existen mujeres que sacaron coraje y enfrentaron a estas desagradables personas poniéndolas en su lugar.

  • Hace años, viajé a París con mi novio, fuimos a un cabaret muy famoso y nos tocó compartir mesa con un griego muy amable y dicharachero con el que nos comunicamos en inglés. Nos contó que vivía en Nueva York y se dedicaba a hacer negocios, nos reímos mucho al calor de un show magnífico. En un momento dado, mi novio fue al baño y el hombre se me lanzó: “Vente conmigo, abandona a ese viejo, conmigo lo vas a pasar mucho mejor” (mi pareja tenía 22 años más que yo), “vámonos ahora antes de que vuelva”. Me quedé desconcertada mirándolo; cuando regresó mi novio, no sé qué cara debo haber tenido, que llegó a sospechar algo. Nos quedamos un rato más, luego nos despedimos y nos retiramos porque el hombre me estaba molestando con sus pies. Nunca le conté a mi novio este episodio. © Gloria Rossel / Facebook
  • Mi padre tenía un amigo que nos hizo insinuaciones a mi hermana y a mí un día que nos invitó al cine junto con sus tres hijos y su mujer. Se lo tuve que decir a su suegra, pues su mujer no me creía, y mis padres tampoco. Pero la suegra se ve que sí, porque no volvió a insinuar nada y dejó de hablarme. © Mari Carmen Gómez Español / Facebook
  • Me pasó en un restaurante, un tipo me pidió mi número de teléfono. Fui a su mesa y le di un papelito a su esposa con “mi número” porque su marido me lo había pedido. Ella se enojó conmigo, pero después vi cómo le dio el papel a él y le gritó hasta que se cansó. Y no, no le di mi número. Solo le escribí que si su marido no la respeta en un minuto en el que ella se descuida, no la merece. Existen parejas tan destructivas que estoy segura de que siguen juntos. © Perales Vargas Minuet / Facebook
  • Una vez, estaba en una actividad de padres. Había un matrimonio. A la mamá la conocía de vista, era de otro curso, la acompañaba su esposo, que no perdía la oportunidad de acercárseme. Me pidió mi número de teléfono para comunicarse conmigo. En ese tiempo, solo existían teléfonos en las casas. Le di a entender que iba a dárselo y, como era madre cooperadora, seguí trabajando. Cuando estaban por irse y vinieron a despedirse de mí, anoté mi número en una tarjetita, se lo di a ella y le dije: “Este es mi teléfono, él me preguntó cómo podía comunicarse conmigo, no sé si le interesa aportar algo”. Si luego en la casa pasó algo o no, la verdad nunca me interesó averiguar. © Eva Mulero Mulero / Facebook
  • Estaba en Acapulco, en un hotel muy conocido de la Costera. Me encontraba en la piscina con mi familia, cuando mi esposo acompañó a mi pequeña al baño. Yo, como la mayoría de las veces, llevaba puesta mi playera de nadar para proteger la piel de quemaduras, gorra y lentes de sol. Llega un señor que ya llevaba rato cerca de mí y me dice: “Señora, quítese su playera”. Yo no comprendía lo que me estaba diciendo, así que me repite: “Señora, destápese, vino a tomar el sol, quítese la gorra, los lentes y muestre lo que tiene”. Obvio no le hice caso y me retiré de donde estaba. © Valentina Galaxia Perdida / Facebook
  • Algunos hombres no saben respetar y eso que uno no da pie a sus descaros. En una ocasión, fui a cenar con unas amigas, había una pareja frente a nuestra mesa y el caballero no dejaba de sonreír y coquetearme. Llegó al grado de enviarme su tarjeta de presentación con su teléfono. Cuando ya se retiraba, le pregunté al mesero que quién me la había mandado y me señaló a ese caballero, así que me levanté y lo alcancé afuera. Él estaba esperando que el valet trajera su auto. Entonces, le dije a su esposa lo que había pasado, le di la tarjeta de su marido. Ambos se quedaron en shock© Veronica Mendoza / Facebook
  • En una conferencia de ingeniería, estaba sentada junto a un hombre aproximadamente unos 10 años mayor que yo. Se movía mucho y cada vez que volteaba a verlo me guiñaba un ojo, así que cuando tuve oportunidad me moví de lugar. Más tarde, en la comida, un colega mío me dijo: “Vamos a tal restaurante a comer, pero déjame ir a buscar a un amigo mío. Solo te comento, no te vayas a sacar de onda porque tuvo una embolia (o algo así me dijo) y le quedó un tic en el ojo”. Cuando trae a su amigo en silla de ruedas, era el señor del que había huido. © Darany Plaza / Facebook
  • Un día, fui a mi compañía de teléfono a cambiar mi plan. Había una pareja sentada a mi lado y el señor me miraba, pero no le di importancia. Cuando me llamaron, también llamaron a ese señor y le tocó en el escritorio junto al mío. Tampoco le di importancia. La empleada me pide mis datos y mi número de celular. Se los di. Hice el trámite y me fui. Al rato, recibo una llamada desconocida. Atiendo y escucho la voz de un hombre. Se da a conocer, y era el que estaba con su señora a mi lado en la compañía de teléfono. Había escuchado cuando di mis datos y anotó o recordó mi número. Quería encontrarse conmigo. Por supuesto que le dije que no y que ya no me molestara. Luego, lo bloqueé. © Isabel Fierro / Facebook
  • Cuando yo tenía 16 años, un señor iba todos los días a la farmacia en donde yo trabajaba, a veces solo y otras con una señora. Y siempre me hacía la plática. Una vez que había ido solo me dijo que si quería ser su novia y le dije que no, que él siempre andaba con su esposa, y me dijo que era su hermana. Total que el descarado volvió a ir con la misma señora. Así que se lo dije: “Tu hermano me dijo que si quiero ser su novia”. Obviamente, yo era joven pero no tonta, sabía que esa su esposa. La señora me contestó: “No soy su hermana, ¡soy su esposa!”. El descarado dijo que no era nada de eso era cierto, ambos se pelearon y se fueron. Esa pareja ya tenía como 40 años en ese tiempo y yo solo 16. © Ana Dalay Najera / Facebook
  • En una ocasión, estaba con mi marido y nuestros hijos en casa de un familiar celebrando un cumpleaños. Asistía también una prima lejana, que se la pasó echándole miradas a mi marido. La verdad, no me hacía gracia alguna. En un momento, le pregunta a mi esposo si podía darle clases de prácticas de conducir, pues estaba por sacarse el carnet. Mi marido me mira y le responde: “Eso preguntárselo a mi esposa”. Y ella, desvergonzada, me pregunta: “¿Te importaría que me diera unas clases de conducir?”. Mi respuesta fue: “Para eso no lo necesitas a él, yo misma te puedo decir cómo debes de conducirte con un hombre casado, ¿vale?”. Se acabó el tema, no volvió a preguntar nada. © Olga Gonzalez Lopez / Facebook
  • Una vez, un hombre se me insinuó en un restaurante y yo prendí el grabador del celular. Cuando volvió su esposa a la mesa y él se fue al baño, se lo hice escuchar. Ella me lo agradeció. © Ros Adri / Facebook
  • En un vuelo de Ámsterdam a México (iba con mi mamá y mi tío), me tocó sentarme junto a un hombre noruego que me sacó plática. Al principio fue muy cortés y agradable, pero cada vez fue perdiendo más la compostura. El chiste es que acabó pidiéndome matrimonio, así que le cambié el asiento a mi madre, que ya es mayor, a quien también le pidió matrimonio. Entonces, mi tío, que se había dado cuenta de la situación incómoda, nos cambió el asiento. El hombre le pidió nuestra mano y lloró desconsolado en su hombro porque no aceptamos casarnos con él. Tuvimos que denunciarlo y se lo llevaron castigado a un segmento del avión porque al separarnos agredió a la tripulación. Ahora me rio, pero fue un viaje muy desagradable. © Laura Peña Luengas / Facebook
Ten en cuenta: este artículo se actualizó en abril de 2023 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.

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