Cómo tu voz afecta imperceptiblemente tu carrera, tu comunicación cotidiana e incluso tu vida privada

Psicología
hace 3 años

¿Qué es más importante para ti, cómo te ves o cómo suena tu voz? Parece que la respuesta es obvia. Pero los científicos aconsejan sopesar las prioridades una vez más. La voz y la forma de hablar dicen mucho más sobre nosotros que nuestra apariencia, raramente nos dejan mentir y hasta son capaces de sabotear o, por el contrario, favorecer nuestro crecimiento profesional.

Genial.guru te trae una nueva dosis de psicología subconsciente, y hay mucho en qué pensar al respecto.

La voz y el género

Las mujeres pueden discutir hasta el cansancio sobre si les gustan los morenos o los rubios, los flacos o los musculosos, pero cuando se trata de la voz, siempre resulta que los hombres con voz grave se consideran más atractivos. En cuanto a los propios hombres, resulta que son capaces de cambiar el tono de su voz dependiendo del entorno.

En el marco de un experimento, a los hombres jóvenes se les ofreció pelear por una cita con una mujer atractiva. La comunicación se llevó a cabo a través de un video chat, así que el participante podía ver a la mujer, mientras que a su oponente, que estaba en otra habitación, solo podía escucharlo. Durante la conversación, se les pidió a los participantes que hablaran sobre cómo, en su opinión, podían ganarse el respeto de otros hombres. Después de la conversación, los participantes respondieron una serie de preguntas sobre ellos mismos, su rival y la mujer.

El análisis de los registros de audio mostró que la voz de los hombres varió significativamente en función de cómo percibieron a su oponente. Si se consideraban más dominantes, bajaban el tono de voz, demostrando una mayor confianza; si se sentían en desventaja respecto al oponente, hablaban en un tono de voz más alto. En ambos casos, los participantes no eran conscientes de lo que estaban haciendo.

¿La voz tiene una “raza”?

¿Puedes adivinar la nacionalidad de una persona con solo escuchar su voz? Los estudios demuestran que muchos lo logran con bastante éxito. Por ejemplo, cuando se trata de una conversación telefónica, los afroamericanos intentan sonar tan “blancos” como les sea posible. Es decir, hablar con el llamado acento estándar, una norma de la pronunciación con la que se comunica la parte más próspera de la población. Olivia Kang, una psicóloga de Harvard, concluyó que, si hablas usando estándares de pronunciación comunes, automáticamente se te percibirá como una persona más inteligente, competente y confiable. Si tu acento es diferente, te verás privado de una serie de beneficios sociales.

Cuando escuchamos una voz al otro lado del teléfono, armamos por piezas la imagen de la persona con la que estamos hablando. La edad, el sexo y el origen se determinan con mucha precisión. Pero es interesante que también armamos de inmediato una idea del carácter de la persona.

En 2001, se llevó a cabo un estudio que demostró que, después de una conversación telefónica, a los estadounidenses afroamericanos se les devolvían menos llamadas, se les alquilaban menos departamentos o se les aprobaban menos préstamos. No se trataba de una manifestación abierta de racismo, sino de procesos subconscientes que apenas nos son perceptibles.

No se puede decir que este “malentendido acentual” solo concierne a los Estados Unidos. Será suficiente pensar en una persona que te haya hablado con acento en tu lengua materna, y luego recordar la primera asociación que tuviste con ella. Por desgracia, difícilmente es la más agradable. Todo esto nos hace pensar si no estará siendo la hora de que aprendamos a escuchar a los demás de manera más consciente.

¿Qué papel juega la voz en la carrera profesional?

En un entorno de trabajo, el tono, el timbre, el volumen, la velocidad y el ritmo de la voz son indicadores importantes de la confianza que tienes en ti mismo.

En un experimento, los científicos le pidieron a un grupo que respondiera algunas preguntas idénticas. Luego cambiaron ligeramente el sonido de sus voces en el registro: aumentaron o bajaron la altura de la voz y redujeron la velocidad o la aceleraron. Otro grupo tuvo que escuchar sus respuestas y compartir sus impresiones. Las variantes de los registros se distribuyeron en un orden aleatorio y contenían las mismas palabras: la diferencia estaba solo en el sonido.

Aquellos que hablaban en un tono alto, fueron calificados como menos confiables, más emocionales y nerviosos que las personas con un tono más bajo. También se percibieron negativamente las personas que hablaron más despacio. O sea que un discurso un poco más rápido (y, además, en un tono bajo) nos hace ver a los ojos del interlocutor como una persona más convincente, enérgica e incluso más inteligente.

¿Qué es más importante: el sonido o el contenido?

El doctor Alex Lickerman está convencido de que nuestros sentimientos se expresan con el tono, y no con las palabras que decimos. Puedes decir “te amo” de tal manera que nadie creerá en tu sinceridad. Y las personas leen con bastante precisión estas señales subconscientes.

Por supuesto que no estamos todo el tiempo esforzándonos por engañar a las personas con las que hablamos. Cuando, en respuesta a una frase inocente, el interlocutor reacciona de forma completamente diferente a lo que esperábamos, vale la pena posponer la crítica e intentar reproducir mentalmente el tono que habíamos usado (o al menos las sensaciones que atravesábamos en ese momento).

Claro que hacerlo es increíblemente difícil. Muchos tienen dificultades para reconocer sus propias emociones, especialmente cuando están en disonancia con lo que nos gustaría sentir o con lo que consideramos correcto. Esta práctica requiere de mucho trabajo interno.

El doctor Lickerman también ofrece una forma muy original de autodiagnóstico: videoinformes sobre cómo hablas durante el día. Al comienzo de su trabajo con los pacientes, él analizaba su comunicación con ellos observándose desde afuera, y esto incrementó sus cualidades profesionales.

Estudiar las filmaciones de su comunicación con los familiares y amigos le permitió a Lickerman, en sus palabras, convertirse en una “mejor persona”. Si decides practicar este método de autoconocimiento, es importante olvidar por completo que tu discurso está siendo documentado.

Bono

Si la voz produce una impresión tan fuerte, ¿podemos cambiar conscientemente su sonido? Sí, el ajuste de la voz es un proceso completamente controlable, y hay pruebas claras de ello. En 1959, Margaret Hilda Roberts fue elegida como miembro del Parlamento Británico, representando al Partido Conservador. A pesar de las grandes ambiciones de Margaret, hasta sus confidentes entendían que su pesada forma de hablar, al estilo de una maestra, y el alto tono de voz eran un serio inconveniente.

Roberts tomó nota de esto y trabajó seriamente para hacer que su voz sonara más agradable y baja. Bueno, parece que funcionó: en 1979, Margaret Thatcher, quien cambió su apellido después de casarse, asumió el cargo de primera ministra de Gran Bretaña.

Imagen de portada Game of Thrones / HBO

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