Contundente texto sobre el hecho de que muchos etiquetan a las mujeres de “interesadas” sin ponerse a pensar primero

Psicología
hace 3 años

Muchas veces juzgamos a la gente basándonos en nuestros propios prejuicios y modelos de comportamiento, que no tienen nada que ver con las intenciones y la forma de ser de la persona que tenemos en frente. Y si el tema sobre el que emitimos opinión tiene que ver con el dinero, todo se vuelve aún más delicado y complejo.

Genial.guru encontró un potente texto sobre la importancia de no apresurarse con los juicios de valor y lo publica con el permiso de su autora, la psicóloga y bloguera Elena Pasternak.

El otro día me escribió un hombre a quien consideraba mi amigo y que murió. Escribió eso mismo: “Considera que morí para ti”. Quería demostrar mi ingenio y responder: “Lo que está muerto no puede morir”. Pero no llegué a tiempo: ya estaba bloqueada.

El motivo de esta amistosa retirada fue el hecho de que me negué a resolver los problemas de su novia de forma gratuita. Ella quería que yo editara su tesis. Le dije el precio y comenzó. En resumen, soy una bastarda ingrata e interesada, a la que una vez le trajeron helado. Por el diploma, probablemente, me habrían regalado una barra de chocolate.

Un hombre que me coqueteaba un poco me preguntó: “Elena, ¿qué te gustaría?”. Con absoluta sinceridad, sin dudarlo, le contesté que lo que me gustaría es una economía más estable y paz en todo el mundo, pero lo que necesito son unos lentes, lentes comunes para los que no vemos nada. En respuesta, recibí un mensaje de cuatro páginas que decía que soy una maldita interesada, como todas las mujeres que están dispuestas a hacer cualquier cosa por un unos centavos, pero no están dispuestas a amar honestamente a una buena persona, hacer todo por ella y, a cambio, ser amadas, y entonces se les comprará cualquier cosa: lentes, departamentos y boletos de tranvía. Quería escribirle que se quedó atrás en el tiempo, y hoy en día las cosas no se hacen por centavos, sino por monedas acuñadas, pero me dio pereza.

No pretendo nada, no sé coquetear en absoluto. Coqueteo con la gracia de un tanque que se da vuelta en la cocina de un departamento minúsculo. Les pregunté a mis amigas qué había hecho mal. ¿Será que este hombre realmente creyó que le estaba pidiendo que me comprara unos lentes? Ellas se rieron, dijeron que tenía que escribirle que me gustaría correr hacia él en la noche, atrapar copos de nieve con la lengua, pasear por el río helado y citar a Chéjov, y luego besarlo infinita y desinteresadamente en el banco de un parque.

Una amiga me contó que conoció a un hombre. Él la invitó a una cita. Ella le dijo: “Terminaré de trabajar a las 19:00, tomemos un café en alguna parte”. Y él le respondió preguntando de dónde una mujer de 50 años sacaba tanta arrogancia. Para hacerle pagar por un café, primero había que conocerse más, dar un paseo. Y no importa que afuera haga frío y humedad, que ella trabaje todo el día (es cirujana y pasa la mayor parte de su jornada laboral de pie), y que en la ciudad, en esta época, oscurezca a las 17:30. Primero necesitas ganarte el derecho a un café. De lo contrario, eres una basura interesada.

Le presté mi servicio profesional a un amigo. En respuesta, me envió una postal electrónica con una flor. Le pregunté directamente: “¿Qué, no tienes nada dinero en absoluto?”. No oculto mi dirección, conocen mi número de teléfono, puedes transferirme 1,5 USD con el comentario: “Elena, esto es para ti, para que te compres una rosa, gracias”. Pero algo así nunca se le ocurre a nadie.

Puedo, como cualquiera de mis amigas, pagar mi café y tu café, el almuerzo, un taxi, comprarme 150 rosas y un cajón entero de chocolates. Podemos pagar nuestro propio alquiler, pasajes de avión, vestidos, zapatos y lentes. No hace falta pagar por nosotras. Ninguna de nosotras necesita ser mantenida. Pero sabemos que el dinero no siempre es solo dinero, es una cuestión de autoestima.

Ser interesado no es fijar un precio por los servicios que uno ofrece. El pensamiento interesado es que todo debería ser gratis para ti. He estado cuidando de mí misma desde los 18 años y no tengo nada que hacer al lado de las personas que consideran que eso sea algo heroico.

Está bien pagar por los servicios. Está bien pagar por el conocimiento. Está bien ir de visita con paquetes de comida. Invitar a tus amigos también está bien. Regalar flores y otras cosas, también. Gratitud, atención, interés, amor: la forma más fácil de expresar todo esto es a través de lo material. En este caso, una rosa no es solo una rosa, es un “gracias”. El café no es solo un café, es “Estoy dispuesto a cuidarte”. Un billete no es solo 10 USD, es “Aprecio tu tiempo y tu conocimiento”.

Eso es todo lo que quería decirles hoy. Un abrazo.

¿Estás de acuerdo con la autora? ¿Crees que hay que hacer todo gratis para los seres queridos o está bien que retribuyan por el tiempo y el conocimiento o servicio que reciben?

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