Por qué gritarle a tu hijo o criticarlo puede afectar su conducta y la confianza en sí mismo

Psicología
hace 3 años

Para los niños, con sus mentes en desarrollo, las palabras que se intercambian con los adultos que los cuidan no solo son importantes, sino que además pueden ser trascendentales para su crecimiento y su autoestima, especialmente si quien las dice es un adulto en el cual confían.

Genial.guru te explica por qué la manera en la que nos dirigimos a los niños puede afectar no solo su ánimo, sino también su forma de comprender el entorno.

Porque a veces es un poco difícil no perder la paciencia y decir lo primero que se nos venga a la mente

Lo sabemos, hay ocasiones en las que es un poco difícil contener los nervios; y cuando nos ganan, terminamos diciendo cosas que en realidad no pensamos, incluso a las personas que queremos. Pero si estamos, por ejemplo, ayudando a nuestro hijo a hacer sus deberes y nos encontramos con una asignatura que él no entiende, deberíamos evitar caer en el error de gritarle cosas como “eres muy lento” o “nunca aprendes”.

Parece insignificante, pero en realidad, no se trata de evitar hacerles pasar un mal momento: las palabras pueden lastimar generando niveles de estrés y ansiedad en los niños que provocan impotencia a la hora de desarrollar las tareas que les estamos exigiendo. A fin de cuentas, la reacción nerviosa solamente dificultará nuestra labor, al generar respuestas negativas en el niño (como desgano, tristeza, inseguridad o enojo).

Porque los niños suelen creer lo que los adultos dicen

Con su mente aún en desarrollo, si a un niño le dices que existe Santa Claus, te creerá de la misma manera que creerá si le dices que es un cobarde. El lenguaje ayuda a la construcción de la realidad. Esto se debe a que durante la infancia, la valoración que los niños hacen de sí mismos (en aspectos como quiénes son, qué es valioso y bueno) se empieza a fabricar por parte de sus padres. Los niños dependen de las descripciones que ellos les dan para construir la imagen de sí mismos.

Así que a la hora de hablar con un niño, si solo te dedicas a hacer acusaciones y reproches, seguramente el pequeño no las interpretará como simples palabras dichas sin pensar, sino como una realidad que puede afectar la manera en la que él se verá a sí mismo y la percepción que tendrá de sus errores y logros.

Porque las palabras son, para los niños, espejos de la realidad

Como ya hemos dicho, el uso de palabras despectivas puede generar estrés y ansiedad a largo plazo, y puede cambiar la manera en la que los niños se perciban a sí mismos y su forma de interpretar el mundo e interactuar con él.

Un niño con una visión positiva de sí mismo tendrá predisposición para ver la belleza en los demás, mientras que un niño con una visión negativa se inclinará a la inseguridad y a un concepto más pesimista del mundo y de los problemas. Esta estructura, con el tiempo, modificará tanto el trato con su entorno como su percepción de la vida en general.

Porque los niños con sana autoestima son niños felices y seguros

La autoestima no solo afecta la imagen y la valoración que tenga el niño de sí mismo, sino que también interviene en su aprendizaje y en su rendimiento, ya que necesita sentirse capaz de hacer las cosas para poder desarrollarlas.

Mientras que los niños con baja autoestima no confían en sus propias posibilidades, un niño con una buena autoestima se siente competente, seguro de sí mismo y valioso.

Entonces, ¿qué podemos hacer cuando nos enojamos?

  • Lo primero es lo primero... no pierdas el control y regula no solo lo que dices, sino cómo lo dices y con qué tono de voz.

  • Evitemos usar etiquetas negativas para hablar con los niños, es decir, hacer descripciones negativas sobre ellos con alguna conducta que nos molesta, porque esto no ayudará a que tu hijo se porte mejor o haga bien sus tareas, en cambio lo hará sentirse inseguro de sí mismo.

  • Si a un niño se le dificulta realizar una tarea que le solicitaste, intenta motivarlo. Encuentra palabras como “si te esfuerzas, puedes hacerlo mejor”, o “seguramente la próxima vez lo harás bien”. Si necesitas un momento para lidiar con tu paciencia, espera hasta que sientas que puedes mencionar un aspecto positivo para que tu hijo ansíe volver a intentarlo.

  • Valora sus logros y también el esfuerzo que puso en realizar sus tareas, por más que el resultado no haya sido favorable. Esto lo hará sentirse seguro de sí mismo y de todo lo que es capaz de hacer.

¿Cuál crees que es la mejor manera de dialogar con un niño? ¿Consideras que los términos en los que nos dirigimos a ellos repercuten en su desarrollo?

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