Un poderoso texto sobre aquello que se vuelve realmente importante en los últimos minutos de vida

Psicología
hace 5 años

La muerte no es para nada algo en lo que estamos acostumbrados a pensar o hablar, y menos aún, leer en este sitio.

Pero no podíamos pasar de largo este texto sobre una poderosa y aleccionadora reflexión sobre aquello que tarde o temprano nos tocará a cada uno de nosotros.

Tienes ante ti la transcripción del discurso de una conocida figura pública, la fundadora del Fondo de Apoyo de Hospicio “Faith” fond-vera.ru, Nyuta Federmesser, en TEDxSadovoeRing. La publicamos levemente reducida. Son unas palabras sorprendentemente sinceras que causan piel de gallina, llevan a las lágrimas y caen directamente al centro del alma.

Genial.guru te invita a detenerte por un minuto, leer este texto con mucha atención y reflexionar un poco sobre lo más importante.

En el hospicio se hacían conciertos. Pequeños, de esos cuando llevan a los pacientes a la sala común y algunos músicos tocan para ellos. No tienen que ser artistas célebres, lo que importa es que la música sea reconocible, que sea agradable quedarse acostado allí y escucharla. Porque, por supuesto, la mayoría sabe: lo más probable es que aquella será la última música y el último concierto.

En uno de esos conciertos había una pareja de casados. El marido estaba en sus últimos momentos de vida, su esposa, muy leal, estaba parada cerca, sosteniendo su mano. Era una mujer gentil, muy bien arreglada, delgada. Sostuvo la mano de su marido durante todo el concierto, y cuando terminó, se dirigieron juntos a la habitación, y yo por alguna razón le dije: luego pase por mi despacho, solo para conversar. Y aproximadamente una hora y media después de eso, ella vino a verme y, por su aspecto comprendí de inmediato que su marido se había ido.

No es que ella llorara en ese momento o entrara afligida. No, estaba como relajada. Me dijo: “Alejandro murió”. Y yo: “¿Cómo que murió? Si recién estaban en el concierto, ¿cómo es eso?”. “Sabe, llegamos a la habitación, me senté en su cama, él estiró la mano y quiso levantarla. Tomé su mano (tenemos pacientes muy débiles, a veces, levantar la mano es todo un desafío), tomé su mano para ayudar, y él dijo: ’No, yo puedo’. Y puso su mano aquí sobre mi blusa y comenzó a desabotonar mi chaqueta, el botón. Y luego su mano se deslizó hacia abajo y murió”.

Las personas piensan en aquellos a quienes aman, en la mujer que quieren mucho, o piensan en aquellos a quienes amaron alguna vez y a quienes están por volver a ver.

Había un personaje importante en mi vida: doña María.

Una anciana del pueblo al que yo he ido toda mi vida, y sigo yendo ahora todos los años en verano. Murió a los 104 años. Murió como escriben en los libros, ya saben, en su casa, junto a su ya muy anciana hija, que la cuidaba, y habiendo permanecido cuerda hasta el final.

A veces decía cosas: cuando tenía más de 90 años, ya nadie escuchaba lo que decía sobre la granja, la guerra, la revolución. Y de repente, me detuve cerca de ella, porque estaba diciendo algo interesante. En esa región tienen un acento específico. Bueno, ella decía: “Nyuta, mi querida, mi Andrés murió. Yo tenía 21 años, estaba embarazada. Se fue a la guerra y murió, yo era joven, tenía una trenza”. Estaba sentada con unas botas enormes, sus delgadas piernas se veían aún más flaquitas, su vestido estaba gastado, bueno, ya saben... uno estándar, rústico, de pueblo. Del pañuelo que tenía sobre la cabeza sobresalían los cabellos, finos como telarañas, totalmente blancos. “Tenía una trenza y a mi Andrés. No tuve más hombres. Nyuta, ¿qué piensas? ¿Cuando lo vea, seré joven otra vez o seguiré con esta piel tan flácida?”.

Así que la gente piensa en sus seres queridos, piensa en ser recordada.

Hace muy poco, un chico de 16 años fue trasladado del Centro de Dima Rogachev al Centro de Cuidados Paliativos, porque a veces no se puede curar al paciente, pero se le puede ayudar.

Se dio cuenta rápidamente de que las condiciones no eran como en un hospital, todo se podía, todos sabían lo que iba a pasar, aunque no hubo conversaciones francas con él. Yo le decía: “Dani, ¿qué quieres?”. Él respondía: “Bueno, qué voy a querer, fumar y cerveza”. Bueno, fumar, cerveza, son cosas que le organizamos fácilmente, pero luego, por supuesto, ya nada era tan divertido. Su mamá estaba en la habitación, llorando.

Desarrolló una relación de confianza con uno de los médicos, y en la víspera de un fin de semana le dijo que realmente necesitaba hacer una cosa importante. ¿Qué era esa cosa importante? Comprar una cadenita y un colgante en forma de corazón. Y entonces, varias personas del Centro de Cuidados Paliativos, todos médicos, estuvieron corriendo durante el fin de semana por toda la ciudad y el lunes le llevaron una variedad de diferentes colgantes: un corazón, de esos, con una flecha, un corazón entero, un corazón doble, un corazón partido en dos partes. Eligió el corazón entero. Cuando él murió, su madre se llevó ese corazón, se lo daría a la chica en la que él había estado pensando.

Yo creo que esa chica, que, probablemente, al vivir en el área rural, en pobreza, en la sencillez, en una ciudad donde el hombre promedio se convierte en alcohólico y muere a los 30, 32 años, se casará, su esposo se volverá alcohólico, morirá, y ella se quedará, en unos leggings de leopardo, en chanclas, pero toda la vida tendrá ese colgante. Toda su vida recordará su fantástica historia romántica que ninguna otra mujer de ese lugar tuvo. Ella recordará a su Dani.

Y todos nuestros empleados también recordarán a Dani, porque si un médico alivia la afección de un paciente comprando un colgante en forma de corazón, es un tipo de atención médica increíble: una atención médica paliativa, hospicio. Para que una persona tenga la oportunidad de poner su mano en el pecho de su mujer amada, o de comprar un colgante, para esto también se necesitan ciertas condiciones. Para que la persona pueda ser ella misma, no le debe doler, no debe estar asustada, ni sentirse sola.

Antes, todo eso era natural; antes, las personas se preparaban para morir. Ahora, en las familias rara vez hablan sobre el tema, pero a veces lo hacen.

¿Cuál es la forma correcta? ¿Existe la forma correcta? La forma absolutamente correcta no existe, pero es muy bueno cuando los que se van piensan en los que se quedan.

Para que eso pase, no debemos tener miedo de hacer preguntas, no debemos tener miedo de dar respuestas. Porque si alguien te pregunta o te dice: “escucha, si muero, entiérrame allí” y respondes: “qué dices, vivirás más que yo, te resfriarás en mi funeral”. Es bonito, por supuesto, pero no le sirve a nadie.

Mientras que una conversación honesta, esa preparación, es lo que te dará la oportunidad de no sentirte culpable, de ser tú mismo y de repente hablar honestamente sobre tus deseos.

La palabra “honestamente” es importante aquí. Solo podrás priorizar correctamente y determinar qué es importante cuando sepas la fecha límite. De hecho, es así con todo: si sabes cuándo viajas, tendrás tiempo para preparar exactamente lo que necesitas y no harás tonterías. Si sabes cuándo será el examen, tendrás tiempo para estudiar, pero si no lo sabes, será terriblemente aterrador. Si conoces tu diagnóstico y sabes que te quedan 3 meses o 3 años, lo más probable es que establezcas las prioridades muy correctamente. Y en el hospicio, donde la medicina finalmente se conecta con la persona, se une a la persona, donde todo se hace de tal manera que no duela, no asuste, no te haga sentirte solo, el hospicio ofrece una oportunidad inesperada en esta vida loca de ser honesto contigo mismo, con tus seres queridos, decir honestamente lo que quieres.

¿Qué quiere la gente antes de morir? Quieren comer, quieren fumar. Hace poco un hombre con esclerosis múltiple quiso una mujer. Bueno, en realidad, no hay nada imposible para el jefe de la institución si es lo que el paciente quiere. También puede conseguir una mujer. Una excelente mujer, volveremos a verla más de una vez, estoy segura.

...Si se logró que no haya dolor, miedo, soledad... entonces resulta que hay tiempo, un tiempo fantástico y precioso. A veces no toma mucho, solo unos minutos, alguien necesita unos pocos días.

Pero es el breve tiempo en el que hay que decirse las 5 cosas más importantes: “te aprecio mucho”, “te amo”, “perdóname”, “te perdono”, “me despido”. Estos deseos y la posibilidad de cumplirlos son estas 5 cosas. Se expresan así: “cómprale un colgante”. O con la mano extendida hacia el botón que está sobre el pecho de la amada esposa. Estas son esas 5 cosas.

Si todo está claro y uno puede ser sincero, entonces resulta que puede volverse audaz en esta vida absurda, en la que estamos sobrecargados de convenciones. Hasta el punto en que una joven ciega que está muriendo pueda decir: “Sabes, he soñado con algo toda mi vida, pero nunca me he atrevido... Quiero una manicura en la que cada uña sea brillante y de un color diferente. ¿Se puede?”. Es ciega.

Le hicieron esa manicura, se quedó acostada con las manos sobre la manta, y le pedía a cada pariente o enfermera que entraba en su habitación que le nombrara de qué color era cada uña para asegurarse con cada nueva persona de que realmente tenía cada uña de un color diferente.

El tiempo y la apertura, y la ayuda eliminan el dolor, que es lo que más tememos antes de morir. Es absolutamente seguro que antes de la muerte no pensamos en la muerte, pensamos en la vida. El hospicio es una oportunidad para alejarse de una vida terrible. Y si esa verdad se sabe cuando tú y yo estamos sanos, si te preparas y dejas de tenerle miedo a lo que es inevitable y que sin lugar a dudas nos sucederá a todos, con mucha más seguridad que el nacimiento de los hijos, el matrimonio, la universidad, el divorcio, no sé, cualquier cosa, entonces ya ahora podrás pensar en aquello en lo que querrás pensar antes de morir. Y entonces será posible. Gracias.

Ilustradora Leisan Gabidullina para Genial.guru

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