Un objeto misterioso en el bosque que hasta los animales evitan

Curiosidades
hace 7 meses

Era el verano de 1949. El joven geólogo Vadim Kolpakov se encontraba en una misión con destino a Siberia. Su trabajo era dibujar el mapa geológico de la zona. Mientras trabajaba, dio con algo tan misterioso y extraordinario que continuaría desconcertando a los expertos décadas después...

Si bien ahora es más conocido como el Cráter de Patomskiy, los residentes lo habían bautizado Nido del águila de fuego, probablemente porque parece un nido gigante sobre una colina. ¡Pero lo que se escondía dentro se convertiría en el hallazgo más fascinante jamás! Bueno, si pudieras acercarte lo suficiente como para develar sus secretos. Según los residentes de la zona, hasta los animales temen acercarse...

Kolpakov se aproximó con cautela. A cierta distancia, ciertamente parecía un nido gigante. Mientras más se acercaba, más grande se hacía. El cráter parecía reciente. Estaba desierto. Los árboles no crecían en las pendientes de su estructura natural, y los vientos no arrastraban suficiente tierra como para permitir que las plantas crecieran. ¿Animales? No había ninguno.

Trepó hasta la cima y descubrió algo increíble. Hacía tanto calor que sentía cómo el sudor bajaba por su frente. Era como estar cerca de una fuente de fuego. Su primera idea fue que se trataba de un fenómeno volcánico. Cuando miró hacia abajo, se encontró con...

... ¡un montículo perfectamente circular en el medio! La elevación del centro del cráter tenía más o menos la altura de un poste telefónico. Ese tipo de cosas no aparecen en los volcanes, ni siquiera en los extintos, y no había ningún volcán cerca que se conectara a este monte peculiar. Incapaz de descifrar la extraña apariencia de “el lugar malo”, Kolpakov regresó a casa y les habló a todos de su descubrimiento. Lo que una vez fue una anomalía local pronto se convirtió en un misterio a nivel mundial.

La comunidad científica comenzó a indagar y elaboró teorías. Muchos expertos estaban de acuerdo en que debía ser la obra de un meteorito. Realizaron pruebas para averiguar si el impacto de un meteorito podía crear esta estructura de montículo doble. Los hallazgos: era probable que el cráter fuera el resultado de un objeto esférico hecho con un material denso que solo podía existir en el espacio.

Los experimentos posteriores descubrieron que no se trataba de un objeto proveniente del espacio, ¡sino dos! Cuando el primer meteorito impactó en la tierra, explotó y formó el cráter. Luego, el segundo objeto lo siguió, pero fue desacelerado por el primer impacto y se hundió en la tierra. Otros científicos objetaron esta teoría, afirmando que los meteoritos no pueden volar uno después del otro y estrellarse contra el planeta en el mismo lugar.

Con tantas preguntas aún sin respuesta, más expertos viajaron a la taiga siberiana para intentar resolver el misterio. Uno de ellos estudió los anillos de los árboles y recolectó muestras de madera. Se descubrió que el cráter probablemente había aparecido hace unos 300 años. También se observó que la vegetación de este lugar crecía más rápido de lo normal. Tras haber descartado factores que potenciaran el crecimiento, como una mejor tierra o más luz solar durante ciertos períodos, la única opción que les quedó fue...

la radiación. Sí, los expertos sabían que, tras ser expuestos a altas dosis de radiación, las plantas y los árboles crecen más rápido. Pero los niveles de radiación alrededor del cráter eran bajos. En algún punto durante los últimos 300 años, debe haber habido un material radioactivo en la zona. ¿Acaso fue una roca espacial? ¿Un tipo único de volcán? Muchas teorías y ninguna conclusión. Las expediciones continúan el día de hoy, en busca de respuestas...

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