Por qué no podemos dormir sin una manta, incluso en una noche calurosa

hace 3 años

Seguramente te ha sucedido que das vueltas toda la noche y lo único que te ayuda a calmarte es tu manta. Parece que tiene un poder mágico y que surte efecto cuando nos cubrimos con ella, pues, de esta forma, logramos conciliar el sueño más rápidamente. Incluso las noches calurosas no son la excepción. Hay algunas razones por las cuales nos sentimos tan apegados a ella, y, una vez que comprendas el por qué, todo tendrá sentido para ti.

En Genial.guru descubrimos por qué no podemos dejar de usar nuestras mantas, y ahora queremos compartir más información sobre el asunto contigo.

Regula la temperatura de nuestro cuerpo

Somos criaturas de sangre caliente, lo que significa que nuestro cuerpo regula su temperatura interna, y esto es lo que nos ayuda a mantener el calor. Sin embargo, cuando estamos en un sueño profundo, perdemos ese control, y, cuando eso sucede, buscamos una solución en las cosas externas que nos rodean. Las mantas ayudan a nuestro cuerpo a nivelar y mantener la temperatura que necesitamos.

Las mantas son una parte esencial de nuestra rutina para dormir

También somos “criaturas de hábitos”, y esto tiene un gran impacto en el por qué necesitamos nuestras mantas. Incluso si no se tratara de sentirnos seguros, las hemos usado toda nuestra vida, y ese comportamiento se ha grabado en nuestra rutina desde la niñez. Por lo tanto, cuando nos vamos a la cama y nos cubrimos con una manta, nuestro cuerpo recibe una señal de que es hora de dormir.

Las mantas reducen el estrés y la ansiedad

La serotonina es un importante químico que nos ayuda a regular nuestro estado de ánimo y juega un papel básico en el proceso de mantenernos felices y tranquilos. Cuando estamos estresados ​​y ansiosos, nos resulta difícil conciliar el sueño. Sin embargo, una vez que nos cubrimos con una manta, la cantidad de esta sustancia química aumenta y esos sentimientos comienzan a desaparecer.

Las mantas nos ayudan a conciliar el sueño

Las mantas crean un microclima, una barrera donde la temperatura no varía demasiado. Esto calienta nuestra piel, haciendo que los factores circundantes que enfrían nuestro cuerpo no nos afecten tanto. Entonces, nos dormimos más rápido y tenemos un sueño más reparador y menos perturbado.

Nos sentimos protegidos y seguros

Las mantas desencadenan nuestra sensación de seguridad porque el temor más común que teníamos cuando éramos niños era precisamente el miedo a la oscuridad. Entonces, cuando comenzaba ese sentimiento, nos cubríamos por completo. Fue nuestra escapada mágica, la cual combatía nuestro miedo y nos hacía sentir más seguros. Este sentimiento de seguridad permanece con nosotros en la adultez y se activa cuando nos cubrimos con mantas.

¿Duermes con una manta aunque haga calor? ¿Te ayuda a conciliar el sueño más rápidamente? ¡Nos encantaría leer tus opiniones en la sección de comentarios!

Comentarios

Recibir notificaciones

Lecturas relacionadas