Por qué se nos pone la piel “de gallina” (y otras 9 reacciones del cuerpo explicadas)

hace 3 años

El cuerpo humano es capaz de reaccionar rápida y efectivamente a muchas situaciones comunes. En ocasiones, activando mecanismos de defensa, y otras con respuestas que a lo largo de la evolución adquirimos para enfrentar el duro mundo. Y aunque algunas resulten incómodas, conocer un poco de su razón de ser puede convertirlas, al menos, en alimento para las mentes curiosas.

Genial.guru seleccionó algunas de las reacciones del cuerpo que posiblemente los lectores han experimentado y averiguó qué dice la ciencia sobre sus causas.

1. Sonrojarse podría ser un mecanismo de defensa

Luego de un cumplido, puede aparecer cierto rubor en el rostro. Pues bien, biológicamente hablando, lo que ocurre al sonrojarse es que las venas de la cara se dilatan, haciendo que fluya más sangre hacia las mejillas y que surja ese color rosado.

Algunos psicólogos sugieren que esta es una respuesta que desarrollamos para evitar una posible confrontación, mostrando una incomodidad visible en la que otras personas puedan reconocer que no se tiene la intención de atacar u ofender. Esto sucede con varios animales, quienes pueden mostrar un claro comportamiento destinado a evitar una pelea, por ejemplo, los leones que se dan la vuelta para exponer sus vientres.

2. Reírnos cuando nos hacen cosquillas podría ser una reacción defensiva

Se dice que, cuando nos hacen cosquillas, las terminaciones nerviosas de la piel envían señales eléctricas a la corteza somatosensorial del cerebro, la cual se ocupa de analizar lo relacionado con la presión recibida. Al mismo tiempo, otra parte de este órgano, encargada de los sentimientos placenteros, también analiza las señales.

Además, se cree que el hipotálamo, el cual le ordena al organismo que se ría cuando nos hacen cosquillas, es la misma parte encargada de alertarnos de una sensación dolorosa. En ese sentido, las investigaciones sugieren que hemos evolucionado para activar un mecanismo defensivo y mostrar cierta sumisión que ayude a disipar una situación tensa.

3. La piel de gallina aumenta las probabilidades de supervivencia

La piel de gallina es otra de las reacciones automáticas del cuerpo, la cual se dice está destinada a aumentar las posibilidades de supervivencia. Por ejemplo, en animales como los gatos, el reflejo es una respuesta a las amenazas percibidas, lo que hace que parezcan más grandes.

Por otro lado, lo que ocurre en el cuerpo que genera la piel de gallina es que la fibra muscular conectada a un folículo piloso se tensa, haciendo que el tejido que lo rodea se arrugue, jalando del cabello conectado hacia arriba.

4. Los ojos reaccionan a las sustancias que tiene la cebolla

Lo que les da el particular sabor a las cebollas también forma parte de los mecanismos que desarrolla la planta para defenderse de microbios y animales, incluido un factor lacrimógeno que causa una irritación ocular.

El cerebro reacciona y envía un mensaje a los conductos lacrimales para que produzcan lágrimas. Al cortar una cebolla, se genera un gas que contiene azufre, el cual, al entrar en contacto con el agua que tienen los ojos, se descompone en ácido sulfúrico. Las lágrimas ayudan a que se diluya el agente externo y, de esa forma, protegen los ojos.

5. En el frío, la nariz gotea porque regula la temperatura de tu respiración

Una de las funciones de la nariz es regular la temperatura de tu respiración, para que el aire que ingresa al organismo tenga una temperatura similar a la corporal. Cuando hace frío, en el proceso de calentar el aire que entra, en la nariz se produce la condensación de la humedad, lo que hace que surja un moqueo.

6. El dolor de cabeza al ingerir algo frío puede deberse a una alteración temporal del flujo sanguíneo

Una de las teorías que explica el repentino dolor de cabeza que se produce luego de ingerir algo frío señala que esto ocurre porque, de manera temporal, se da una alteración del flujo sanguíneo en el sistema nervioso, mientras el cuerpo se adapta a un cambio de temperatura. Los vasos se contraen para evitar la pérdida de calor y luego se relajan, haciendo que el flujo sanguíneo aumente y causando dolor de cabeza.

7. La piel arrugada por el agua podría tener una función que les sirvió especialmente a nuestros antepasados

Científicos explican que la piel de los dedos de las manos y los pies humanos se arruga cuando se sumerge en el agua para proporcionar una red de drenaje que mejore el agarre de objetos mojados, de forma similar a lo que hacen los canales de los neumáticos de los automóviles.

Además, se sugiere que la reacción involuntaria tiene una función evolutiva, ya que los dedos arrugados podrían haber ayudado a nuestros antepasados ​​a recolectar alimentos en circunstancias de humedad, y, en el caso de los pies, podrían ayudarnos a tener un mejor equilibrio bajo la lluvia.

8. Cerrar los ojos al estornudar sirve como un mecanismo de protección

Los estornudos implican expulsar aire y partículas extrañas. Quizá por esa razón las personas cerramos automáticamente los párpados al hacerlo, con el fin de evitar que entren irritantes a los ojos. Además, este estímulo lleva a que el organismo reciba la orden de tener contracciones musculares desde el esófago hasta el esfínter, incluidos los músculos que controlan los párpados.

9. El miedo a las alturas podría ser una dependencia visual

El miedo a las alturas puede estar relacionado con un alto grado de vértigo causado por la dependencia visual en el mantenimiento del equilibrio de pie. De acuerdo con una teoría, ciertos procesos humanos, como la percepción de la altura, también son sobreestimados por selección natural para ayudar a reducir el riesgo de caídas peligrosas.

10. Hambre y apetito: por qué luego de comer podemos querer seguir ingiriendo alimentos

La sensación de saciedad no siempre se corresponde con la ingesta de alimentos. Según Jessica Moya, nutricionista académica de la Universidad San Sebastián, son los factores psicológicos los que inciden más fuertemente en el tema de querer comer, como pueden ser “los recuerdos asociados a los alimentos, los sentimientos ligados a estos, las personas que nos acompañan o quienes los sirven”.

La nutricionista enfatiza que, ante la sensación de hambre, tiene que diferenciarse la necesidad fisiológica de comer que “se percibe como un ardor en el estómago o una sensación de vacío”, e indica que el cuerpo necesita reabastecer nutrientes y energía. En cambio, el “hambre psicológica” o apetito es cuando sentimos la necesidad de comer un alimento en específico, aun cuando no estamos hambrientos.

Además, comenta que, para hacer frente al apetito descontrolado, es recomendable disfrutar de los alimentos. Notar los olores, colores y texturas nos llevará a comerlos más despacio y, por lo tanto, a tener “más control sobre la ingesta de alimentos, menos hambre y apetito”.

El cuerpo humano, aunque muchas veces no lo notemos, siempre nos protege. ¿Qué haces para cuidarlo a él?

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