20+ Pruebas de que nadie está a salvo de las ridículas situaciones que se viven en el trabajo

Humor
hace 4 años

Todas las personas pasan, en promedio, 13 años de su vida en el trabajo. Y, en ocasiones, entre la rutina y las acciones repetitivas, ocurren situaciones poco habituales. De pronto, los clientes piden absurdos servicios, los colegas sorprenden con su capacidad para resolver un problema, y los especialistas del cubículo de al lado demuestran lo maravilloso que es el olvido.

Genial.guru examinó detalladamente las cuentas de los usuarios de Twitter para encontrar pruebas de que todo trabajo tiene sus particularidades, sin excepción.

  • En el trabajo tenemos una colega muy tranquila. A ella no le molestan las personas necias ni las tareas tontas. Simplemente hace sus cosas en tranquilidad. Le preguntamos cuál era su secreto y su respuesta nos sorprendió: ella practicaba vumbilding. Todos enfadados, maldiciendo, y ella sentada en silencio. Ahora vemos a su mesa con asombro ya que bajo ella se lleva a cabo un infatigable trabajo. Y, a juzgar por el hecho de que el ruido en la oficina se redujo a la mitad y hay más tranquilidad, la mitad de las empleadas debe haber comenzado a fortalecer los músculos de la pelvis.
  • Entró un empleado del cubículo de al lado para platicar. En ese momento, en algún lugar, un teléfono comenzó a sonar y siguió así durante 5 minutos. Mi colega explotó y dijo: “¿qué clase de tonto se alejó de su mesa y no responde el teléfono? ¡Un descaro por completo!”. Después se dio cuenta: “Oh, ¿de casualidad no soy yo al que están llamado?”, y salió corriendo.
  • Acabo de observar cómo la presencia de un gato transformó a una persona que gritaba “Gerardo, maldita sea, ¡te dije que te pusieras de acuerdo con el nuevo proveedor!”, en alguien que comenzó a susurrar “Oh, ¡qué cosa tan adorable! ¿Quién es este peludito? ¿Quién es el más bonito aquí?”.
  • Instituto de proyectos, los empleados se quejan del ruido del aire acondicionado (el condensador que se coloca en la parte exterior), el cual les “impide trabajar”, junto con la vibración del suelo y demás infernales condiciones de trabajo. Fuimos a medir el nivel de ruido y vibración al lugar. Era verano, en la calle hacía más de 25 ºC, el aire acondicionado funcionaba a más de 20 ºC, y las personas tenían las ventanas abiertas de par en par. Les dije: “Cierren las ventanas, están enfriando la calle”. Me respondieron que les hacía falta aire. Cerramos las ventanas y el ruido desapareció. “¡Mídanlo con las ventanas abiertas!”. El especialista respondió que no debía hacerse así, ya que la fuente externa tenía que eliminarse. Medimos la vibración en las mesas y no detectamos nada. Los ingenieros de nuevo abrieron las ventanas y se quejaron de las condiciones de trabajo.
  • Hoy, con un colega nos pusimos de acuerdo sobre la hora y lugar de trabajo. En el momento acordado, ocurrió este diálogo:
    — No puedo encontrarte.
    — ¿Saliste del lado de la universidad?
    — Sí.
    — ¿Segunda salida?
    — Sí, en la Av. Universidad.
    — Qué raro.
    — ...
    — ...
    — ¿En qué ciudad?
    — En Ciudad de México.
    — Yo estoy en Monterrey.
  • Trabajo en la Dirección de Obras, y siempre me llegan diferentes solicitudes. Sin embargo, en la mañana recibí la más inadecuada de ellas. Sonó el teléfono:
    — Buenos días, Dirección de Obras.
    — Buenos días, necesito una grúa.
    — ¿Disculpe?
    — Vivo en el quinto piso, es el último del edificio. Veo las ramas de los árboles a través de las ventanas, y en ellas hay hojas amarillas. ¡No me gusta esta vista! Llame a un trabajador para que pode esas hojas.
    — ¿Podar las hojas?
    — ¡Así es! La espero.
    Y colgué el teléfono.
  • Un día entré al Departamento de Contabilidad de nuestra poderosa empresa. Una situación después de la comida, una conversación sin prisas entre el director financiero (hombre), el gerente (hombre), y la contadora (una mujer llamada Jeanne).
    Yo (hombre), me siento en el sofá y cierro los ojos. En eso se azota la puerta y entra un cliente. Él nos mira y nosotros a él. Esperamos. El sujeto mira a los presentes de su alrededor y pregunta: “¿Quién de ustedes es Jeanne?”.
    Una escena silenciosa.
  • Fui testigo de cómo el vigilante de un supermercado se abalanzó sobre un alcohólico gritando: “¡Regrésalo!”. Él negó todo. Entonces, sin confundirse, el vigilante desabrochó los pantalones del sospechoso y sacó una botella de vodka de allí, como si fuera un conejito de un sombrero. Para cuidar las costosas obras en los museos de arte deberían de contratar al señor Pedro, el vigilante de la tienda.
  • ¿Sabes que es lo más estresante en el trabajo de un profesor?
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    — Buenos días, profe.
    Esto también sucede en los lugares más inesperados.
  • De una conversación laboral: “Otra vez hablé con un usuario. Llegamos a la conclusión de que las funciones trabajan de la manera que necesita él, sino que el hombre no lo había entendido de inmediato. Después de nuestra conversación, el usuario comenzó a considerar las funciones existentes cómodas y completas. Cerré la tarea. Capacidad de persuadir: 101 de 100”.
  • Trabajé como cajera en un supermercado. Hicimos cierre de cajas y había un faltante de 90 USD. Junto con el gerente contamos una y otra vez. Aun así, faltaba ese dinero. En ese entonces, mi salario era de 200 USD. El gerente me dijo que no me descontaría nada, que, tal vez, en los siguientes días devolverían el dinero. Me fui a casa muy triste. Al día siguiente, el hombre me llamó y dijo:
    — ¡Devolvieron los 90 USD!
    — ¿Cómo?
    — Ayer le diste a una compradora cambio de 10 USD como si fuera de 100 USD. Ella se fue alegremente sin decir nada, y hoy trajo el dinero de regreso. Dijo que no durmió en toda la noche, que se sentía culpable. Le regalé una caja de dulces en tu nombre.
  • En nuestro trabajo se rompió una silla y llamé al... técnico computacional, ya que era el asiento de la computadora y el técnico seguramente podría repararla.
  • Trabajo en el Departamento Técnico de un pequeño proveedor de Internet. La gerente del Departamento de Ventas llamó para pedir que reparara el ventilador de techo de nuestra oficina, ya que las chicas se quejaban de que no funcionaba. Fui a ver y pregunté dónde se encontraba. “En la cocina”, respondieron. Me acerqué al ventilador y este hacía ruido, todo estaba bien, en general. Le dije a la gerente que no había problema. Ella envió a una chica, la cual notó el fallo a revisar. Llegó, miró y dijo:
    — No funciona.
    — ¿Por qué?
    — No se ve que dé vueltas.
    Apagué el ventilador, este se detuvo y las aspas se hicieron visibles. Lo encendí nuevamente y desaparecieron. No tuve que explicar más nada.
  • Tuve cita con mi ginecólogo. En la clínica, al parecer, no estaban al tanto de que la temporada de calefacción había comenzado desde la semana pasada. Al sentarme en el sofá le dije al doctor: “Hace frío aquí”. Doctor: “Aún no han encendido la calefacción. Tengo tanto frío que mis manos están congeladas. Únicamente se calientan por mis pacientes”.
  • Posiblemente, muchos han tenido tales compañeros de trabajo: hombres que les piden a otros cigarrillos bajo el pretexto de que han dejado de fumar. Ahora, a ellos se han unido mujeres colegas que frecuentemente deciden adelgazar y por eso dicen: “Yo no tomaré té/café con galletas en el trabajo”. ¿Qué es lo que hacen ellas? Exacto, les piden a los demás paquetitos de té y galletas.
  • Hoy comienzan mis vacaciones. Los colegas simpatizantes, e incluso los “condolidos”, se hicieron presentes. Cerca de la hora de la comida se acercó una de las empleadas del jefe del Departamento de Asuntos Comerciales.
    Ella: “No me pierdas de vista por las mañanas. Por unos días me retrasaré y llegaré a las 10”.
    Yo: “No hay problema. Lo importante es no olvidarlo”.
    Nos reímos. En ese momento pensé en aclararlo, tal vez, algo pasó.
    Ella: “No te preocupes, todo está bien. Yo solo estoy de vacaciones”.
  • Trabajo en un centro de atención al cliente, y doy consultas sobre la compra de bienes raíces. Hoy hablé con un hombre. Al principio, durante unos 10 minutos, me dijo que jugaba con su perro. Después me preguntó si podía rentar una vivienda y vivir ahí con la mascota. Luego dijo si era posible poner el departamento a nombre del perro. Excelente servicio, 5 de 5 estrellas.

¿Cuál ha sido la situación más divertida que has vivido en tu trabajo? Compártela con nosotros en la sección de comentarios.

Imagen de portada Rawen0 / pikabu

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