10 Datos inusuales sobre el cuerpo humano que no estaban en los libros de la escuela
Nuestro cuerpo es como el interior de una máquina, podemos ver lo que hace el artefacto desde afuera, pero muchos de nosotros desconocemos cómo funciona cada engranaje en su interior. Por eso hemos reunido 10 datos curiosos sobre el cuerpo humano que nos pueden hacer sentir como si estuviésemos descubriendo un nuevo universo dentro de nosotros.
1. Tenemos casi 100 huesos menos que cuando nacimos
Si se mira una radiografía de un bebé recién nacido, se pueden contar 300 huesos, mientras que en la de un adulto la cuenta no superaría los 206. Exacto, tenemos casi 100 huesos menos que cuando llegamos al mundo, pero ¿cómo es posible? No es que los hayamos perdido por caminar distraídos, ni tampoco desaparecieron por arte de magia. En realidad, mientras crecemos, los huesos se fusionan con otros huesos formando uno solo, hasta llegar a la cifra actual.
2. Los bebés (casi) no tienen muñecas
Aunque los bebés nazcan con más huesos que una persona adulta, lo cierto es que nosotros tenemos articulaciones con las que ellos no cuentan: muñecas y tobillos. Esto se debe a que los recién nacidos son, sobre todo, puros huesos, tendones y nervios, que les dan flexibilidad.
Así que si se mira una radiografía de una mano o un tobillo de un bebé, se podrá observar que lo que tienen, en vez de muñecas y tobillos, son cartílagos. Por supuesto, estas articulaciones aparecen luego, con el paso del tiempo, ya que para la anatomía humana, todo está perfectamente organizado y previsto.
3. Tu sistema inmunitario no está ni enterado de que tienes unos ojos
Aunque lleven años en el mismo cuerpo, tu sistema inmunitario y tus ojos no están enterados de que viven juntos. Muchos científicos llaman a este fenómeno “privilegio inmunitario”, y creen que su propósito es proteger a estas áreas importantes de la visión del daño que podría causar una inflamación o cualquier anticuerpo que pueda generarse como respuesta inmunitaria cuando nuestro sistema quiere cuidarnos de una enfermedad.
4. Los humanos no estamos hechos para distinguir si una prenda está mojada o simplemente fría
Es normal que, al querer corroborar si la ropa que lavamos ya se secó, tengamos que tocar la tela más de una vez porque no logramos discernir si está húmeda o fría. Pero no es nuestra culpa no poder detectarlo, es que simplemente no fuimos programados para eso.
Los humanos no contamos con un sensor de humedad, solo tenemos un sensor de calor. Así que podemos detectar que algo está frío, como toda prenda húmeda en la intemperie, pero sin duda nuestros sentidos entrarán en cortocircuito al querer confirmar si está seca.
5. Cuando te sonrojas, tu estómago también lo hace
Tal vez no haya mariposas de verdad en nuestra barriga cuando nos enamoramos, pero sin duda nuestro estómago no es ajeno a las emociones. Está comprobado que cuando nos sonrojamos, nuestro órgano encargado de la comida también lo hace, aunque no del todo, solo es su revestimiento el que se pone del mismo tono que nuestras mejillas.
6. Durante nuestra vida perdemos casi 35 kilos de piel
Según un estudio, a cada hora perdemos, en forma de diminutas moléculas, entre 0,03 y 0,09 g de piel. Está bien, esas cifras parecen insignificantes, pero cada decimal cuenta. Estos gramos, con el tiempo, se van convirtiendo en kilos, hasta que, a lo largo de nuestra vida, habremos perdido cerca de 35 kilogramos de piel sin darnos cuenta. Esto equivale, aproximadamente, a la mitad de nuestro peso corporal.
7. Producimos tres tipos de lágrimas distintas
No toda lágrima que sale de nuestros ojos tiene que deberse a alguna emoción que nos abruma. Según los profesionales, producimos tres tipos de lágrimas:
- Lágrimas basales: Es normal que, cuando pasas muchas horas frente a la pantalla de tu celular, comiences a derramar lágrimas. Estas son las lágrimas basales, cuya función es lubricar los ojos agotados. De hecho, no es bueno que pases muchas horas frente a los dispositivos electrónicos, y como sabemos que puede ser difícil quitarse el hábito, aquí te dejamos algunos consejos.
- Lágrimas reflejas: Ocurren debido a la irritación de los ojos, como cuando cortas una cebolla antes de cocinar o estás frente a mucho humo. El objetivo de estas lágrimas es hacerles una limpieza a los ojos para quitarles todas las impurezas.
- Lágrimas emocionales: Las conocemos muy bien, y más de uno las habrá derramado, ya sea por alegría o por tristeza. Pero no sirven ni para lubricar ni para limpiar los ojos, sino para estabilizar el estado de ánimo lo más rápido posible. A diferencia de las basales y las reflejas, son las que más podemos controlar... En teoría, porque hay momentos y películas que sin duda nos hacen derramar muchas lágrimas, aunque no queramos.
8. Los adultos derraman menos lágrimas que los niños
Si un niño y un adulto ven cómo Simba queda huérfano en El rey león, seguramente los dos llorarán, pero quien derramará más lágrimas será sin duda el de menor edad. Y esto no se debe a la madurez emocional (especialmente si se trata de este clásico de Disney), sino a que, a medida que las personas crecen, las glándulas lagrimales producen menos lágrimas.
9. Los continentes se dividen a la misma velocidad a la que crecen las uñas (y eso es rápido)
Pues sí, hay científicos que se han estado mirando los dedos con detenimiento para llegar finalmente a la conclusión de que los continentes se separan aproximadamente a la misma velocidad a la que crecen las uñas, es decir, un milímetro por semana.
¿Te imaginas cuán largas serían tus uñas si no te las cortaras en toda una vida? Seguramente eso nos ayudaría a darnos una idea de cuánto se separan las placas tectónicas sin que nos demos cuenta.
10. Los dientes forman parte del esqueleto, pero no son huesos
Si al mirar la foto de un esqueleto podemos ver los dientes, ¿por qué no se consideran parte de nuestros huesos? La razón es que, aunque se parezcan mucho, sus fines son realmente distintos. Mientras los dientes tienen que mantenerse fuertes y duros para masticar todo tipo de alimentos, como un pedazo de carne sobrecocido, los huesos tienen que ser, además de fuertes, elásticos, ya que tienen que soportar la sujeción muscular y el peso del cuerpo.
Además, los dientes tienen esmalte, que le da una apariencia brillante a tu sonrisa y cubre la dentina, que es un tejido que les da la particularidad a los dientes de ser la parte más dura del cuerpo. Los huesos, por su parte, tienen colágeno, lo que les brinda la flexibilidad tan necesaria para soportar una gran cantidad de peso.