10 Pasos para que los padres dejen de hacer los deberes de sus hijos

Psicología
hace 6 años

El año escolar está en su punto álgido y muchos padres ya empiezan a estar cansados del mismo. Todo ello porque, además de sus tareas profesionales y domésticas, la mayoría de los adultos se ven abocados también a asumir las responsabilidades escolares de sus hijos, lo que acaba siendo bastante agotador. ¿Cómo conseguir delegar los estudios al alumno y dejar de controlarlo de manera constante? Este artículo te lo revelará.

Con frecuencia, los padres anhelan el final del año escolar, incluso con más impaciencia que sus hijos. Genial.guru está convencido de que esto puede evitarse. Encontramos respuestas a la pregunta de cómo conciliar la vida diaria con los estudios de nuestros hijos.

1. No hagas los deberes por el niño

Los padres no deben asumir la responsabilidad por los estudios de su hijo. A la edad de 7 años, el hábito de estudiar es mucho más fácil de desarrollar que a los 12. El papel de los progenitores es el de guiar y apoyar y, si es necesario, ayudar al niño a que comprenda algo complejo, pero en ningún caso hacerlo todo por él. Enseña a tu hijo a cómo preparar la mochila, apuntar en su agenda sus actividades, de qué manera organizar sus deberes y, luego, apártate.

Si compruebas los ejercicios y observas algún error, proponle a tu hijo que lo encuentre y lo corrija sin dárselo todo hecho. Tu control, poco a poco, puede ir reduciéndose al hecho de comprobar si la tarea está terminada o no: si tiene cuatro ejercicios, todos deben estar listos. Actuando así, el niño cometerá errores, pero así es cómo desarrolla y asume su responsabilidad. Esto hará que su rendimiento académico sea real y no artificial.

2. Enséñale a tu hijo a estudiar

Los primeros deberes pueden generar confusión en el niño: ¿por dónde empezar? Los padres son importantes a la hora de enseñar a su hijo a cómo hacer la tarea. Explícale por qué es necesario hacer las cosas con un cierto orden, puedes detallar toda la secuencia completa de acciones en voz alta, incluso escribir y colocar una pequeña nota sobre su escritorio.

Después de esto, tendrá que realizar todas las acciones paso a paso. Enfoca su atención en que el ejercicio debe terminarse por completo. Enséñale a usar libros de referencia, diccionarios y enciclopedias. Esto es, a menudo, su mejor asistente, mejor que Internet: de este modo es más fácil encontrar información sin distraerse con cosas superfluas.

3. Organiza adecuadamente su espacio de trabajo

El lugar donde estudia el niño influye notoriamente en su productividad. Organiza el espacio donde pueda trabajar de tal modo que el niño tenga suficiente iluminación, todo lo que necesita esté al alcance de su mano, así como retira todo aquello que no hace falta al objeto de evitar distracciones. Agrupa los libros, cuadernos, materiales, manuales y similares de tal manera que sea más sencillo buscar y encontrar la información que necesita. Si en casa hay más hermanos en la familia, asegúrate de que estos no molesten ni impidan concentrarse al estudiante mientras hace los deberes.

4. Enséñale la noción del tiempo

Los niños a menudo no tienen noción del tiempo: no saben cuánto ha pasado ya y cuánto queda. Puede resolverse este problema con la ayuda de un simple despertador o de un reloj de arena. Para empezar, trata de medir junto a tu hijo cuántos minutos le supone realizar sus actividades diarias: ver dibujos animados, comer, arreglar la habitación, hacer la tarea de matemáticas... Puedes explicarle al niño que los deberes ocuparán la misma cantidad de tiempo que, por ejemplo, un paseo con su perro.

Antes de ponerse con la tarea, ponle un despertador. Esto lo preparará para el trabajo, lo ayudará a no demorar el proceso: cuanto más tiempo pase el niño haciendo los ejercicios, más caerá su rendimiento. El tiempo óptimo para hacerlo en la escuela secundaria no debe superar las 2 horas, y en la primaria, inferior a 30 minutos. Si se sobrepasa este es más difícil para los niños concentrarse.

5. Enséñale a priorizar

Para hacer más sencillo el aprendizaje, y la vida en general, enséñale a tu hijo a extraer lo importante de las cosas. Por ejemplo, haciendo los deberes, es importante poder evaluar lo siguiente: 1) la cantidad de tarea, qué es lo que se entiende de esta y qué no; 2) qué ejercicios le llevarán más tiempo y cuáles menos; 3) qué tareas el niño podrá realizar por sí mismo y en cuáles podría necesitar ayuda.

Si le enseñas esto a tu hijo, le será más fácil orientarse y entender qué podría realizar fácil y rápidamente por su cuenta y qué podría consultar en una enciclopedia o preguntar a sus papás más tarde. Esto servirá de gran ayuda a los niños durante las pruebas y exámenes: no dedicarán todo su tiempo a la realización de una tarea, la más complicada de todas, sino que la dejarán para el final.

6. Motívalo

Con más frecuencia, elogia a tu hijo por sus esfuerzos, por las buenas calificaciones, no lo percibas como algo que está dentro de la normalidad. Para los niños en la escuela primaria, puedes utilizar un tablero de motivación. En una hoja de papel, apunta los objetivos (“hacer la cama”, “realizar la tarea”, “pasear/dar de comer al perro”, “tirar la basura”), al lado, establece el día de la semana. Por cada tarea cumplida, un punto. Al final de la semana, recompensa, por ejemplo, ir toda la familia al cine o a la piscina.

O bien, también puedes utilizar esta variante de motivación: “Terminas los deberes y todos juntos vamos a pasear / tomar un refrigerio / ver una película”. A menudo, muéstrale a tu hijo cómo puede aplicar en la vida práctica sus conocimientos. Por ejemplo, si sabes contar, sumar y restar, podrás contar el cambio en la tienda; si has aprendido la tabla de multiplicar, sabrás cuántos caramelos puedes comprar con 2 USD.

7. Enséñale a hablar y formular las preguntas correctamente

Todos los niños que van a primaria saben hablar, pero no todos conocen cómo transmitir correctamente la información, cómo expresar sus pensamientos. Algunos, por su timidez, otros, simplemente, no saben cómo hacerlo correctamente.

Enseña a tu hijo a expresar su opinión, a dirigir sus peticiones correctamente. Explícale cómo hablar con el maestro: el niño no debe tener miedo a realizar preguntas ni a volver a preguntar tantas veces como sea necesario para comprender el tema y cumplir con sus deberes. Incluso si el niño ya hubiera estado en una escuela infantil, le puede ser difícil acostumbrarse a un ambiente nuevo.

8. Ayúdale a hacer amistades con sus compañeros de clase

Para un niño son muy importantes las relaciones con sus compañeros de clase. Su autoconfianza y el rendimiento académico de este dependen de cómo se desarrollen las mismas. Ahora, los niños a menudo, estudian lejos de casa y sus padres los recogen inmediatamente después de concluir las clases. Los compañeros de aula, simplemente, no tienen tiempo para conocerse mejor y hacerse amigos. Los padres deben ayudar a sus hijos a encontrar amistades en el grupo de clase: proponer pasear juntos, invitar a sus compañeros a casa para jugar, charlar y tomar un té con pastas.

9. La relación con tu hijo es lo primero

No te centres solo en el progreso académico de tu hijo: esto no es lo único ni lo más importante en la relación entre ambos. Muestra interés y atención por la vida del niño, sus aficiones, sentimientos, observaciones, deseos y amigos. No seas un “policía” para el niño, sino su mayor “fan”: descubre qué ambiente tiene en la escuela, escúchalo y apóyalo. Demuestra que tienes una vida en común con él, que sus asuntos no son menos importantes que los tuyos. Pasen más tiempo juntos, acumulen recuerdos vivos y felices en común.

10. Recuerda que las calificaciones no determinan el éxito de un niño

El temor de los padres a las malas notas de su hijo es, antes que nada, el temor por su futuro, mientras que la calificación en sí misma muestra solo cómo él aprendió la asignatura impartida. Las malas calificaciones no significan que un niño sea tonto, perezoso, irresponsable e incapaz de trabajar. Solo revela que, por alguna razón, el niño no tiene deseos de aprender la materia o no puede hacerlo debido a la complejidad de la misma. Tal vez, elegiste para él la mejor escuela de matemáticas en la ciudad, pero su programa es demasiado complicado para tu hijo.

Que tu hijo no consiga las mejores calificaciones no es ninguna condena. Entre los hombres de negocios exitosos hay muchos más estudiantes de aprobado raso que aquellos que sacaban cuadro de honor. La clave de esto radica en que este tipo de personas se enfrentan con mayor facilidad a sus errores y fracasos, ya que han desarrollado una fuerte inmunidad hacia ellos desde su infancia. Sus malas notas no son el resultado de su pereza o de una poca inteligencia, sino la prueba de que no tienen interés por el currículum escolar. Si este es el caso de tu hijo, trata de enfocar su atención en aquellas asignaturas que realmente le gustan.

¿Y tus hijos, hacen los deberes solos? ¿Tienes una experiencia positiva a la hora de inculcarles que sean independientes en sus estudios? Compártelo con nosotros en los comentarios.

Ilustradora Inna Grevtseva para Genial.guru

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