10 Pequeños errores humanos que fueron significativamente grandes y cambiaron la historia

Historias
hace 4 años

A lo largo de la vida, todos cometemos una cantidad incontable de pequeños y grandes errores, como equivocarnos en una letra al escribir una palabra o confundir un conocimiento con otro. Son cosas que suceden y normalmente son olvidadas o se vuelven una anécdota que sueles recordar con humor. Incluso las personas que han hecho historia a lo largo de siglos y milenios, hasta las más cultas, se han equivocado alguna vez. Pero lo que podría ser un pequeño error para nosotros, en su caso, ya sea por el contexto histórico o por su forma de pensar, acarreó cambios, descubrimientos e incluso catástrofes cuyas consecuencias no solo marcaron sus vidas, sino que la humanidad sigue rememorando hoy en día.

Genial.guru cree que los errores definitivamente pueden dejarte enseñanzas. Es por eso por lo que seleccionó 10 acontecimientos que, por una pequeña equivocación, terminaron cambiando la historia.

1. El descubrimiento de América se produjo por un error en los cálculos de Colón

A menudo solemos escuchar que Cristóbal Colón llegó a América, y eso no lo podemos negar, pero lo que tal vez no muchos sepan es que su intención no era dar un paseo por occidente; en realidad, él estaba buscando una nueva ruta para llegar a Asia, pero yendo hacia el oeste desde Europa.

En su momento, tamaña idea era una locura, pero convengamos que afirmar que la Tierra era ovalada también lo era. Según la hipótesis de Colón, el planeta era diametralmente menor de lo que se pensaba, por lo que se podía llegar a las orillas de Asia según la dirección que él proponía. Pero él no contaba con que se toparía con tierras desconocidas en el camino.

Como podemos darnos cuenta ahora, nunca llegó a Asia por el trayecto que propuso, ni a la India, que era el sitio en el que pensaba arribar inicialmente. En cambio, consiguió un logro histórico en la exploración europea: llegar a América, aunque no se dio cuenta de tamaño logro hasta más adelante. De hecho, quien sospechó que se habían equivocado de país no fue Colón, sino un comerciante y explorador quién viajó tiempo después llamado Américo Vespucio. Y por su importante participación en la identificación de este nuevo continente, las tierras fueron nombradas “América” en su honor.

2. Un chocolate derretido inspiró la creación del microondas

Como en el campo de la salud, en el que Alexander Fleming no limpió antes de irse de vacaciones y, al volver a su casa, se encontró con moho, lo que le permitió descubrir el efecto de la penicilina, el ingeniero Percy Spencer inventó el horno de microondas gracias a que olvidó quitar una golosina de su bolsillo. En 1945, Spencer estaba haciendo experimentos con magnetrones que emitían microondas cuando notó que un chocolate en su bolsillo se había derretido y manchado su pantalón.

Lejos de ponerse a limpiar la suciedad, Spencer supuso que este se había derretido por la radiación de las microondas, así que probó con palomitas de maíz, las cuales se prepararon inmediatamente. El electrodoméstico microondas surgió gracias a esa situación, y no tardó mucho tiempo en comenzar a ser comercializado. Esta experiencia, al igual que la de Fleming, puede dejarnos el aprendizaje de que hasta nuestra suciedad puede ser un campo de conocimiento científico (tal vez deberíamos pensarlo dos veces antes de limpiar).

3. Vasa fue un navío que tuvo casi el mismo destino que el Titanic

El hundimiento de este barco puede no ser tan conocido como el del Titanic, pero vaya que hizo historia. Vasa fue un navío que no se construyó para simplemente viajar, sino para ser el “mejor” barco. Contaba con una tecnología muy avanzada para la época en la que fue construido, entre 1626 y 1628, lo que hizo que fuera considerado el más “poderoso” en aquel tiempo. Hecho con materiales resistentes, con solo verlo podía imponer respeto, pero sus fabricantes no contaron con un pequeño detalle que arruinaría todo el trabajo: el viento, y no, no estamos hablando de uno fuerte, sino de todo lo contrario.

Primero, hubo una serie de errores previos que hicieron que la situación fuera catastrófica: el rey se impacientó con la demora en inaugurar el barco, así que obligó a sus constructores a hacerlo zarpar pese a los desperfectos del navío, y nadie se atrevió a llevarle la contraria. Así que, tras unas pruebas fallidas, decidieron hacerlo levar anclas de igual forma. Además, cuando se diseñó, la idea era que Vasa fuese un “pequeño” buque, pero en el proceso terminó volviéndose enorme, y no se tuvieron en cuenta los equipamientos necesarios para su tamaño real.

Al ser un navío más alto de lo debido, no pudo mantener el equilibrio y no logró navegar ni siquiera 15 minutos. Con una suave brisa, el barco perdió la estabilidad y se hundió el mismo día de su inauguración.

4. La sacarina fue un error científico que accidentalmente salió bien

La sacarina es uno de los edulcorantes más antiguos. Fue “inventada” en 1879, por Constantin Fahlberg, y lo decimos entre comillas no porque no tenga el mérito, sino porque la creación no era el resultado que él estaba buscando. Tras haber experimentado con químicos durante el día, Fahlberg notó un sabor dulce en su mano durante la noche, algo que relacionó con los químicos que había manipulado en aquella jornada. Afortunadamente, estos no eran tóxicos; de lo contrario, la historia sería otra. Poco tiempo después, la sacarina comenzó a comercializarse hasta hacerse conocida mundialmente.

5. Una carta mal traducida provocó la creencia en los marcianos

Normalmente, los errores al escribir son ortográficos o de tipeo, y el lector puede notarlos o no, pero al menos no interfieren con su lectura. Sin embargo, una traducción errónea de una palabra en un informe contribuyó a cambiarle el sentido no solo a la oración, sino a las creencias que tenían las personas sobre la existencia de vida inteligente en el espacio.

Todo empezó cuando el astrónomo Giovanni Schiaparelli, en 1877 observó desde su telescopio al planeta Marte y de sus investigaciones realizó un informe, en el cual escribió con su idioma italiano natal la palabra canali, que significa “canales”, explicando que se podía ver en la superficie del planeta una red de estructuras que llamaría por ese nombre.

Cuando se tradujo al inglés, en vez de escribirse channels, se escribió canals. Ambas palabras significan “canales”, y la diferencia puede no parecer la gran cosa, pero el término canals se utiliza para hablar sobre canales artificiales que fueron construidos por alguien más, mientras que channels se refiere a la formación de estos por medios naturales, que dicho sea de paso, era precisamente lo que quería decir Schiaparelli. Así que, cuando el astrónomo Percival Lowell, que contaba con gran prestigio en aquella época, leyó el informe, lejos de captar el error, llegó a la conclusión de que los canales descritos habían sido construidos por marcianos para trasladar agua potable por las regiones desérticas del planeta Marte.

Tras investigaciones posteriores, la teoría de Lowell fue descartada al descubrirse la traducción correcta, y porque con mejores telescopios no se pudo observar ni canales artificiales ni mucho menos marcianos.

6. Una puerta abierta provocó la caída de Constantinopla

En 1453, el Imperio otomano atacó a Constantinopla, una ciudad que con su arquitectura sobrevivió a los ataques enemigos por más de mil años. Una de las razones de eso fue que, durante el ataque, el ejército se preocupó por cuidar un sector determinado donde se concentraban los asaltos, a tal punto que no prestó atención a la muralla noroeste, donde se tuvo el descuido de dejar una puerta semiabierta. Al percatarse de eso, varios soldados ingresaron por aquel sitio, generando la derrota que marcó para los historiadores el final de la Edad Media.

7. Un error de cálculo provocó la creencia de que la espinaca era un superalimento

Como cualquier alimento que nace de las plantas, comer espinaca le hace bien a nuestra salud, por supuesto. Pero la cantidad de hierro que proporciona es mucho menor de la que se pensaba cuando se volvió famoso Popeye, el personaje que la hizo tan popular. La confusión se debió a que, en 1870, el investigador que anotó la cantidad de hierro que aporta la espinaca se equivocó con la medición y terminó colocando un porcentaje 10 veces superior al correcto. El error se corrigió en el siglo XX, pero al menos provocó el nacimiento del personaje célebre que alegró la infancia de muchas personas e inspiró a los espectadores a comer más saludablemente.

8. El incendio de la Biblioteca de Alejandría

La Biblioteca de Alejandría fue una de las más importantes y prestigiosas de la Antigüedad, la cual fomentaba el conocimiento en el siglo III a. C. Se estima que en su interior existían entre treinta mil y setecientos mil volúmenes, lo cual, si tenemos en cuenta que estamos hablando de una época en la que no existían las impresiones, ni siquiera el papel tal como lo conocemos ahora, representaba un mérito y una demostración de poder para los gobernantes, pues no era fácil tener todos aquellos textos en un solo lugar.

Entonces, si era tan importante, ¿qué le pasó? En parte, con el paso de los años, su importancia fue decayendo. Pero probablemente hoy tendríamos restos de esta biblioteca si no fuera porque, en el año 48 a. C., Julio César la incendió accidentalmente, lo que causó la mayor pérdida de conocimiento del mundo en aquel entonces. Y aunque se especula que posteriormente se repararon sus daños, nunca volvió a ser lo que fue en su apogeo.

9. El Titanic se hundió debido a una sucesión de pequeños grandes errores

Siempre que se habla del buque RMS Titanic se suele resumir el motivo de su hundimiento a la confianza de sus creadores, quienes aseguraban que por su extravagancia era “imposible” de hundirse. Bueno, la historia demostró que tan imposible no era. Sin embargo, aquella actitud habría sido menos reprochable si no fuese por una serie de pequeños grandes errores que llevaron al desenlace de aquella fatídica noche.

Por empezar, en el relevo de oficiales, el encargado anterior se marchó sin avisar dónde había dejado los binoculares de los vigías que servían para vigilar la presencia de, por ejemplo, un iceberg gigantesco que pudiese atentar contra la seguridad del barco, y si no fuera poco, también se llevó por descuido la llave del armario que guardaba los prismáticos. Por lo tanto, esa noche, los vigías debieron hacer su trabajo sin nada más que sus ojos. Debido a eso, cuando recién notaron una “mancha negra” en medio de la oscuridad, ya era demasiado tarde para cambiar el curso de la embarcación.

Además, en una situación de extrema tensión, las personas suelen actuar impulsivamente, lo cual puede llevarlas a cometer errores que pueden empeorar el momento. Es por eso por lo que, por ejemplo, a la hora de subir a un avión o a un barco, antes de partir se prepara a los tripulantes para que sepan cómo deben actuar en situaciones de emergencia. En este caso, quienes estaban a bordo del barco no fueron preparados para una evacuación. Ni siquiera los oficiales a cargo sabían muy bien qué hacer, por lo que dejaron ir a muchos de los botes salvavidas cuando solamente estaban llenos a la mitad, lo cual imposibilitó un número significativamente mayor de sobrevivientes.

10. Alexander Fleming descubrió el efecto de la penicilina por accidente

La penicilina es un antibiótico que normalmente se utiliza para tratar ciertas infecciones provocadas por bacterias. Y aunque su descubrimiento fue todo un logro, Alexander Fleming no estaba buscando el medio para tratar esas infecciones, sino que estaba haciendo investigaciones para cultivos bacteriales cuando decidió irse de vacaciones y por un mes no tocó su trabajo. Al regresar al laboratorio notó que sus cultivos estaban contaminados con moho (lo cual suponemos que no habrá sido un espectáculo agradable para la vista), así que decidió limpiar sus instrumentos de trabajo para volver a empezar.

Afortunadamente, no alcanzó a deshacerse de él. Tras una mirada exhaustiva notó que aquel hongo soltaba una sustancia que inhibía el crecimiento de otras bacterias. Más adelante se identificó como Penicillium chrysogenum, que es el hongo que se usa para producir la penicilina.

Más allá de que su descubrimiento fue un accidente por no haber limpiado el laboratorio antes de irse de vacaciones, nadie puede negar que Alexander Fleming tenía una gran capacidad de observación, la suficiente para notar que aquel “moho” no era simple suciedad, sino el origen de algo importante.

¿Has cometido algún error que afortunadamente salió muy bien? O, por el contrario, ¿has tenido algún pequeño desliz que trajo consecuencias más grandes de lo que esperabas? ¡Cuéntanos!

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Creo que lo sucedido en el punto 5 ha pasado más de una vez en la historia en otros temas...

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