11 Cosas del embarazo de la antigüedad que hoy nos pondrían la piel de gallina

Curiosidades
hace 1 año

Ni salas de partos ni cápsulas de ácido fólico, y una soga a falta de epidural. Las mujeres embarazadas de la antigüedad tenían que confiar ciegamente en métodos en los que hoy difícilmente podríamos creer. A falta de avances en la medicina, las creencias y costumbres de las futuras madres podían dar como resultado situaciones que a las chicas modernas les harían preguntarse: “¿Por qué?”.

¿Qué hechos modernos te hacen agradecer no haber nacido en el pasado? A nosotros, tener un inodoro en casa.

1. Consideraban al útero como una entidad aparte del cuerpo

Así es, para los griegos de la Antigüedad, el útero era un ser vivo dentro de otro ser vivo. Según la creencia, este órgano era parecido a un animal que se movía a diestra y siniestra en el cuerpo. Además, se sentía atraído por los aromas agradables y huía de los olores fétidos.

Se creía que este útero errante era la causa de muchas patologías médicas de las mujeres, como la “histeria”. Pero ¿qué causaba que vagara fuera de su lugar? La ausencia de embarazo.

2. Inducían el parto usando un elote

En el Antiguo Egipto, las mazorcas tenían un uso más allá de lo culinario. De acuerdo con el papiro Ebers, uno de los tratados médicos más antiguos, para inducir el alumbramiento, los egipcios introducían cáñamo empapado en miel, o bien un puñado de maíz molido, por el canal de parto.

3. Bailaban sobre una tumba para prevenir complicaciones

Los antiguos anglosajones solían realizar un ritual para asegurar un parto fácil. Consistía en una danza en la que participaban un hombre vivo, generalmente el marido, y uno muerto, quien en ocasiones era un bebé perdido. La madre primero recitaba sobre una tumba: “Esto me será de ayuda para el odioso parto tardío”.

Después, para asegurar un buen progreso en el embarazo, pasaba sobre su esposo acostado mientras decía: “Arriba puedo ir, sobre ti puedo dar un paso”.

4. Usaban cuerdas para dar a luz

El uso de cuerdas durante el parto era indispensable para algunas comunidades indígenas. Por un lado, las aborígenes americanas las colgaban de un árbol y se sostenían de ellas, ya que nunca daban a luz acostadas. Optaban por sentarse, arrodillarse o incluso permanecer de pie.

Por otro lado, los huicholes, un grupo étnico mexicano, usaban las sogas para compartir el dolor y la alegría del parto. El hombre ataba la cuerda alrededor del saco escrotal para que la mujer jalara de ella.

5. Hacían una prueba de embarazo con leche de otra madre

Antes de que existieran las pruebas de embarazo como las conocemos hoy en día, las mujeres tenían que ponerse más creativas. Los egipcios de antaño mezclaban puré de melón con la leche de una mujer que ya había dado a luz a un varón. Si la chica que bebía la mezcla se enfermaba, quería decir que se encontraba en la dulce espera.

6. Creían que podían definir el sexo del bebé

En la Antigua Grecia y Roma, se creía que había más probabilidades de tener un varón si la concepción ocurría cuando el viento soplaba hacia el norte. También estaban convencidos de que consumir ciertos alimentos en el momento de la concepción podía definir el sexo del bebé.

Por ejemplo, la ternera asada con aristoloquia, un género de plantas, y los testículos de gallo eran alimentos que aseguraban que la mujer tendría un niño.

7. Evitaban los nudos a toda costa

En la Grecia de la Antigüedad, se creía que los nudos eran obstáculos mágicos para el nacimiento del bebé, por lo que cualquier nudo en la sala de parto debía deshacerse lo más pronto posible. Por otra parte, para los aborígenes americanos, los nudos no estaban permitidos ni en el parto ni en el embarazo.

En estas comunidades se pensaba que los nudos causaban que el cordón umbilical se enrollara alrededor del cuello del bebé. Por eso, ni siquiera los lazos para el cabello ni los cordones de los zapatos podían atarse en esta etapa.

8. Debían enterrar la placenta

Si tenían una niña, los aztecas enterraban la placenta en un rincón de la casa. Pero la placenta de un varón debía ser entregada a un guerrero para que la enterrara en un territorio enemigo. De esta forma, se aseguraban de que el niño se convertiría en un guerrero valiente y fuerte al crecer.

9. Comer tierra era un antojo común

Mucho se habla sobre los antojos peculiares de las mujeres embarazadas, pero ni siquiera el atún con helado de chocolate podría superar lo que se comía en el pasado. En la Inglaterra antigua, las mujeres que sufrían de pica en el embarazo solían comer tierra, cenizas, carbón y conchas. Por ello, se creía que una señal de que una mujer estaba encinta era el deseo sobrenatural de morder algo que no fuera apto para comer ni beber.

10. Creían que los bebés surgían de humanos en miniatura

A finales del siglo XVII, se popularizó la teoría de que los bebés eran el resultado del crecimiento de las versiones en miniatura de sí mismos. Los científicos de la época estaban convencidos de que en cada espermatozoide habitaba un individuo diminuto.

11. Untaban a los bebés con sangre menstrual

El período menstrual era muy importante para los egipcios. Por ejemplo, para estimular el embarazo, las mujeres se frotaban la sangre menstrual en los muslos y el vientre. Pero también era untada en los bebés para protegerlos del mal. Incluso era consideraba un remedio de belleza que curaba los senos caídos.

Comentarios

Recibir notificaciones

Lecturas relacionadas