12 Historias detrás de cuadros famosos que podrían hacer suspirar hasta al más amargado
El amor siempre fue una inspiración para el arte. Han sido muchos los artistas a lo largo de los siglos que han logrado sublimar en sus trabajos el ferviente, tumultuoso y a veces doloroso romance. Sin embargo, aunque probablemente hayamos visto muchas de las grandes obras maestras, poco sabemos sobre las apasionadas historias que hay detrás.
En Genial.guru queremos compartir contigo cómo fueron creados esos cuadros geniales y capaces de provocarnos suspiros o cosquilleos en el estómago.
1. El beso, de Gustav Klimt
La pintura El beso, de Gustav Klimt, es una de las obras simbolistas más famosas del mundo. Una de sus peculiaridades es que tanto el rostro del hombre como el de la mujer a quien besa son casi anónimos. Sin embargo, durante muchos años, los historiadores de arte y los críticos han sugerido que esta pareja no era tan desconocida. De hecho, podría tratarse del propio Klimt.
El pintor, quien aparentemente nunca hizo un solo autorretrato en su carrera artística, quizá podría haber hecho una excepción con este cuadro, y la mujer a la que besa podría ser Emile Flöge, la diseñadora de modas que además fue compañera, socia e íntima de Klimt. Se dice que entre ellos había una eléctrica relación platónica que comenzó cuando el pintor era su tutor de dibujo.
2. Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, de Jan van Eyck
Se trata de un retrato hecho a Giovanni di Nicolao Arnolfini y a su esposa Constanza Trenta. El pintor Jan van Eyck hizo esta pintura por encargo del propio Arnolfini, y la llenó de simbolismos. Sin embargo, el experto en Historia del Arte Erwin Panofsky dijo haber descubierto el significado de este cuadro: una alegoría del matrimonio y de la maternidad.
Además, el historiador sugirió que se trataba de una unión secreta, ya que se llevó a cabo en una alcoba privada y no en la iglesia. Pero aún existen dudas sobre esto, pues aunque en la pintura aparece la mujer con el vientre abultado, el matrimonio no tuvo hijos en la realidad. Por lo tanto, otros historiadores afirman que el cuadro representa a una pareja ya casada que formaliza un arreglo legal en el que el esposo “entrega” a su esposa la autoridad para realizar negocios.
3. La novia del viento, de Oskar Kokoschka
También conocido como La tempestad, representa las cosas no tan lindas de estar enamorado profundamente. En este cuadro, Kokoschka hace un autorretrato en el que aparece abrazado a quien fue el gran amor de su vida, Alma Mahler.
Aunque ella era viuda y, aparentemente, libre de compromisos, la relación fue tormentosa. Se dice que Alma era una mujer muy atractiva y que el joven pintor era demasiado inmaduro. Había una diferencia de edad notable. Pero pese a ello, vivieron un tórrido romance durante tres años, hasta que ella quedó embarazada y perdió al bebé.
Kokoschka, con el corazón roto, se enroló en el ejército y fue malherido. Y, mientras se recuperaba en el hospital, llegó hasta él la noticia de que Alma se había casado con Walter Gropius y que estaba embarazada otra vez.
4. El cumpleaños, de Marc Chagall
Quizá una de las historias de amor más fascinantes del siglo XX fue la de Bella Rosenfeld y Marc Chagall. Se sabe que los padres de ella no querían que su hija contrajera matrimonio con un hombre sin oficio, por lo que Chagall se fue a París a intentar ganarse la vida como pintor.
No fue sino hasta cuatro años después cuando consiguió vender una obra. Entonces regresó para cumplir su promesa y casarse con su prometida.
El cumpleaños fue pintado justo antes de la boda, y fue la forma de Chagall de inmortalizar un momento de felicidad absoluta. Los dos enamorados flotan en el aire, sin leyes de gravedad, por fin libres de ataduras.
5. Pareja en el Père Lathuille, de Édouard Manet
La pintura presenta a un hombre joven cortejando a una mujer en un famoso restaurante llamado Chez le Père Lathuille. Los modelos son Louis Gauthier Lathuille, hijo del dueño del restaurante, y Ellen Andrée. Y, aunque los jóvenes no eran realmente pareja, parece que hubo una química genuina entre ellos, que el propio Manet se encargó de romper.
Después de dos sesiones de trabajo en las que Louis Gauthier Lathuille y Ellen Andrée posaron juntos, y en las que habían logrado un buen progreso, ella pidió que la disculparan y no apareció para una tercera sesión, pues estaba ensayando una obra de teatro. Dos días después, Manet la recibió de manera cortante y dijo que iba a prescindir de ella.
Así, el pintor llamó a Mile Judith French, pariente del compositor Offenbach, amigo suyo. Según lo que relató el joven Gauthier Lathuille, él intentó retomar la pose con la nueva modelo, pero no fue lo mismo.
6. El beso, de Francesco Hayez
Entre las obras de Francesco Hayez, El beso se ha destacado. El gesto anónimo y sin referencia de la pareja no requiere conocimientos de mitos o de literatura para interpretarlo, y atrae muchísimo las miradas.
Esta pintura ha sido considerada como un símbolo del romanticismo italiano. Algunos historiadores del arte sugieren que uno de los significados posibles es que se trata de un joven soldado que parte a la lucha y se despide de su amada besándola por última vez.
7. Encuentro en la torre, de Frederic William Burton
Esta escena tiene tanto romance como tragedia. Está inspirada en una antigua balada medieval que relata el amor imposible entre Hellelil y Hildebrand, quien era su guardia personal y era un príncipe también. El padre de ella desaprobaba la relación y decidió enviar al príncipe a la condena; entonces, ella se dejó morir de tristeza.
El pintor Frederic William Burton se inspiró en la historia e, influenciado por la pintura prerrafaelita, decidió representar en su obra el que sería el último encuentro de la pareja, en el que se dicen adiós.
8. El mundo de Cristina, de Andrew Wyeth
La pintura de Andrew Wyeth no solo se caracterizaba por ser enigmática, sino también por esos escenarios tan realistas que nos causan algo de incertidumbre. En El mundo de Cristina, el pintor se basó en su pareja para pintar a la mujer que yace sobre la hierba, pero en realidad fue su vecina, Anna Christina Olson, quien inspiró la composición.
Cuando era niña, Olson desarrolló una afección muscular degenerativa que la dejó incapaz de caminar. Se negó a usar una silla de ruedas y prefería desplazarse así, como se muestra en la pintura, usando sus brazos para arrastrar la parte inferior de su cuerpo.
Aunque no se trata de una expresión de amor romántico, sí es una obra sobre la genuina admiración que Wyeth sentía por Olson y la cálida mirada a la necesidad de ser amada. Según dijo Wyeth: “El desafío para mí fue hacerle justicia a su extraordinaria conquista de una vida que la mayoría de la gente consideraría sin esperanza”.
9. La autómata, de Edward Hopper
El título de esta obra de Edward Hopper alude a la soltería y, curiosamente, fue expuesta en el día de San Valentín de 1927. Ese día se inauguró la segunda exposición retrospectiva del artista en Nueva York.
Conocido por sus paisajes bucólicos y un poco misteriosos, con esta pintura Hopper sugiere varias cosas, pero quizá la más evidente sea que el vacío total del exterior es el mismo que el del interior. Algunos críticos han dicho sobre la mujer: ella mira su taza de café como si fuera lo último en el mundo a lo que podría aferrarse.
10. El beso, de Pablo Picasso
Esta pintura es una de las obras maestras de Picasso. Fue realizada en 1969, cuando el artista ya tenía 88 años. Sin embargo, habían pasado solo ocho años desde que se había casado con Jacqueline Roque en Vallauris.
La escena se centra en los amantes que se besan con fervorosa actitud. Se cree que en este periodo, durante su matrimonio con Roque, fue cuando el artista pintó obras con una singular ternura y serenidad.
11. En el jardín, de Pierre-Auguste Renoir
Otro impresionista que era hábil en el retrato al aire libre fue Pierre-Auguste Renoir. Este cuadro no es la excepción, en él podemos ver a una joven pareja disfrutando de un día campestre. Ella nos mira sutilmente, mientras que el novio permanece contemplándola.
Los protagonistas de la escena son Aline Charigot, la novia del propio Renoir y su futura esposa, y un amigo, Henry Laurent. Charigot fue la principal modelo del pintor, y con ella tuvo tres hijos.
12. Sin título (Amantes perfectos), de Félix González Torres
Aunque a simple vista parecen solamente dos relojes idénticos sobre una pared, esta obra es una representación perfecta del arte conceptual. Trata sobre el luto, el amor y el tiempo. El artista Félix González Torres colocó ambos relojes a la hora en la que falleció su pareja, Ross Laycock.
Desde entonces, los dejó marchar, hasta que la batería de ambos se consumiera. Por supuesto, como es natural, los relojes se fueron desincronizando, haciendo visible la distancia que los separa. ¿Acaso no es una analogía perfecta de lo que es perder a alguien?
¿Qué historia de amor o desamor te pareció más “llegadora”?