Los animales pueden no dejarte dormir o comer tranquilo, pero tampoco permitirán que te mueras de aburrimiento.
Los editores de Genial.guru han "oído por ahí" algunas historias divertidas que demuestran que los animales son lo más gracioso que hay.
- Por la noche salí a fumar al balcón. Por la cornisa, el gato de un vecino, agazapado, claramente se dirigía hacia el nido de un gorrión. Me escondí, y al rato grité: "¡Fuera! ¿Qué es lo que vas a hacer, animal?". ¡Solo el gato permaneció en su lugar! La anciana que juntaba unas semillas de las flores debajo del balcón pegó un salto. Un joven que bebía cerveza sentado en un tubo de acero, se cayó y salió corriendo. Una chica que estaba colgando un anuncio en la entrada del edificio, se desvaneció en un instante. El gato siguió agazapado, acercándose lentamente al nido...
- Una tarde de invierno, mi esposo vio por la ventana que un hombre salió a pasear por el parque desierto a un enorme Doberman. El perro tenía muchas ganas de jugar, pero su dueño estaba sumergido en una conversación telefónica con alguien, y no le prestaba atención. Y entonces mi esposo tomó un puntero láser y comenzó a jugar. Con el Doberman de otra persona. Desde el piso 13. El Doberman galopaba por el parque, saltando y chillando de alegría. El dueño seguía hablando a un costado. Todos estaban felices.
- Mi vecina tenía un loro. Uno demasiado talentoso. En un corto lapso de tiempo aprendió a reproducir el sonido del timbre, y mi pobre vecina corría 20 veces al día a abrir la puerta. Un tiempo después, le regalaron un perro para su cumpleaños, las corridas hacia la puerta se terminaron porque cuando alguien llamaba de verdad, el perro ladraba. Mi vecina no podía estar más feliz con su perro. Pero su alegría no duró mucho. Dos semanas más tarde, el loro comenzó a "tocar" el timbre y luego a ladrar.
- Hoy, mi gato se lució. Estoy sin dinero, llevo dos días sin poder comprar comida, venía pasando hambre. Él, en consecuencia, también. Esta mañana me levanto, y veo que en el suelo, frente a la cama, hay tres gorriones en fila, y detrás de ello, satisfecho, el gato. Cuando vio que me desperté, empujó uno de los pájaros hacia mí, como diciendo: "Toma amo, come un poco".
- Una noche estábamos con toda la familia sentados en el sofá frente al televisor. El gato de mis padres (un enorme británico de unos 6-7 kg) se había tendido en otro sillón. Después de un tiempo, desde el sillón del gato se escuchó un disgustado "miau". Papá saltó de su lugar, corrió hacia el gato y lo puso con cuidado sobre el otro costado. El gato bostezó y se volvió a dormir. Al ver nuestras miradas interrogativas, papá explicó: "Estaba en una posición incómoda".
- Me acabo de mudar a un departamento nuevo (en Alemania). Un día iba en el ascensor con una mujer joven y su perro, un hermoso labrador negro. Salimos del ascensor, y resultó que la mujer era mi vecina. Entró a su departamento, y yo me quedé de pie frente al mío, buscando las llaves en la cartera. Entonces escucho desde su departamento: "Sitz ("sentado"), Ritter. ¡Sitz!", y luego en español: "Pero no sobre el gato, ¡idiota! ¡Levántate, tonto, levánta-a-a-t-e-e-! ¡Lo aplastarás, gordo!". Empecé a reír a carcajadas, ella lo oyó, abrió la puerta, y así nos conocimos. Ahora, paseamos a los perros juntas.
- Dicen que los gatos no reaccionan a las palabras, sino a la entonación. En mi casa hay tres gatos. Hice un experimento: les hablé amablemente de cosas malas y de mala manera de cosas buenas. Conclusión: mis gatos reaccionan específicamente al contenido. Pero mi esposo, solo a la entonación...
- En mi casa viven dos Pit Bull, un Rottweiler y un gato. El Rottweiler puede levantar 120 kg de un salto, los Pit Bull, juntos y de a uno, pueden espantar a un lobo, y hasta a una manada de lobos, mi gato, que montó a todas las gatas del vecindario y echó a todos los gatos, pone a los perros en fila y come de sus cuencos. La brutalidad de mis animales está fuera de escala. Pero todo cambia cuando llega ella, la aspiradora...
- Mi gato: "¿Estás viendo películas de terror con los auriculares puestos? ¿Qué tal si te huelo los talones?".
- En mi casa viven un gato y una gata. Un día, la gata se cayó por la ventana del tercer piso. Sobrevivió, pero se lastimó mucho una pata trasera. Incluso se le puso azul. Entonces el gato comenzó a cederle a la enferma su casita (antes no la dejaba ni acercarse), enterraba la caja de arena por ella y la dejaba comer primera. La gata entendió el esquema, y después de un tiempo comenzó a confundir la pata sobre la que debía cojear. El gato lo notó rápidamente: la echó de la casita, dejó de enterrar sus caquitas y comenzó a ir primero a los cuencos de comida.
- Me levanto a trabajar muy temprano, a las 6 de la mañana. Me preparo una taza de café y salgo al balcón. Desde hace poco comencé a ver a una pareja joven (a juzgar por la lógica) que se turnaba para pasear a su Labrador. Me enamoré de ese perro. Lo miro todas las mañanas. Cada vez se comporta de una manera diferente, dependiendo de con quién está paseando. Si está con la chica, el perro camina silenciosamente a su lado, con la cabeza gacha. La chica camina viendo el teléfono. Y si está con el chico, corren juntos, juegan. Van en línea recta, el chico se detiene de golpe y corre en la dirección opuesta, el perro corre con todas sus fuerzas para alcanzarlo. El chico le arroja un palo, el perro lo trae de vuelta en segundos. ¡Tienen tanta energía! El chico se pone en cuclillas, estira los brazos, el perro corre hacia él para abrazarlo. ¡Es genial verlos! Siempre que salgo al balcón, pienso: "¡Ojalá hoy lo pasee el chico!".
- En mi casa vive un loro ondulado, amante de caminar por el piso. Un mes después de su llegada a nuestro hogar, mi abuelo lo pisó. ¿Crees que el ave murió? No, él comenzó a hablar. Y con mucha claridad.