12 Pruebas de que hay más dificultades en la crianza que estrellas en el cielo
Incluso antes de convertirnos en padres, a menudo pensamos en cómo será nuestra vida cuando aparezcan niños en ella. Observamos a los demás e involuntariamente nos comparamos con ellos. Una mujer le grita a su hijo con disgusto y nos decimos: “No, definitivamente no me convertiré en una madre tan estricta”. Y al ver a un papá con su hija, cubiertos de arena de pies a cabeza, esculpiendo castillos, pensamos: “Genial, seré así con mi pequeño”. Pero la vida a veces hace sus propios ajustes.
En el artículo de hoy, Genial.guru compara la vida real con los hijos y lo que esperábamos de ella. E incluso si no siempre es posible convertirnos en mamás y papás ideales, no por eso obtenemos menos placer de criar y comunicarnos con nuestros niños.
1. Planeamos alimentar a los niños con comida saludable y, lo más importante, variada
Leemos un montón de libros, estudiamos nuevas recetas saludables que planeamos probar en la cocina cuando el bebé comience a comer alimentos regulares. Nos parece que tendremos la fuerza y la imaginación para alimentar a nuestros hijos con un almuerzo completo y saludable todos los días, y es imperativo que el menú sea diferente cada vez. Pero el bebé va creciendo, y de repente comenzamos a pensar que cocinar una vez una olla de sopa que dure 3 días no es tan mala opción.
2. Nos prometemos que aceptaremos a los niños tal y como son
Pero algunos experimentos de nuestros hijos e hijas pueden resultar demasiado desafiantes para nosotros. El cabello teñido es una cosa, pero ¿qué sucede si tu hija decide abandonar la universidad y convertirse en artista independiente? O, por ejemplo, ¿tu hijo se dedica a un pasatiempo extremo, como las carreras de motos? Cada padre tiene su propio límite, pero, tarde o temprano, cuando escuchemos otra declaración de un adolescente, exclamaremos con enojo: “¡Ni siquiera lo pienses!”.
3. A veces esperamos cuidar a los niños por nuestra cuenta, sin la ayuda de un kínder, una niñera o una abuela
No hay nada de malo en enviar a un niño a un kínder o en pedir ayuda a tus seres queridos. Estar en un departamento con un bebé todo el día, incluso si es tu propio hijo amado, es una prueba para cualquier psique. La creencia de que la mamá tiene que manejarse sola no tiene nada que ver con la vida real. Una madre puede y debe pedir ayuda para criar a un niño.
4. Pensamos que nunca vamos a cometer errores, por ejemplo, retirar último a nuestro hijo de un kínder o de un taller
A veces, las cosas salen diferentes de cómo las planeábamos: salimos corriendo del trabajo, nos demoramos en los interminables atascos de tráfico, nos preocupamos de que nuestro pequeño se ponga triste y nos apuramos todo lo que podemos. Y aún así, llegamos últimos y ayudamos al niño a vestirse bajo una elocuente mirada de la maestra. ¿Pero acaso eso realmente nos convierte en malos padres?
5. Creemos que definitivamente no nos convertiremos en esos conocidos que solo hablan de sus hijos
Las amigas que han dado a luz recientemente, por regla general, hablan principalmente de sus hijos, y es normal, porque en los primeros años es el niño quien ocupa todo el tiempo de la madre. Pero nosotros, por supuesto, pensamos que podremos no cargar a nuestros amigos únicamente con charlas sobre el recién nacido y sus fotografías. Pero después resulta que no siempre es posible resistirse a mostrar una foto divertida de tu hija, que se durmió abrazada al gato.
6. Planeamos dormir en nuestra propia cama y que los niños se queden en la de ellos
Durante el día, pensamos que podremos darle leche tibia a un niño que vino a nuestra habitación por un mal sueño, consolarlo y llevarlo nuevamente a su cama, convenciéndolo de que no hay monstruos debajo de la cama o en el armario. Pero en medio de la noche, a menudo estamos tan cansados que no podemos mover ni un dedo, y, tras murmurar algo medio dormidos, dejamos que los pequeños se acuesten a nuestro lado.
7. Nos prometemos no complacer los caprichos de los niños, pero a veces los nervios no aguantan
Los niños nos manipulan con mucha facilidad y habilidad: unos con la ayuda de las rabietas, otros con sus ojos de cachorro. Pero el resultado es el mismo: no aguantamos y les compramos un juguete, golosinas, o les permitimos estar una hora más frente a la computadora con tal de que se calmen.
8. Creemos que definitivamente inculcaremos en los niños un gran gusto por la música, el arte y la ropa
Cuando recién estamos planeando ser padres, estamos seguros de que nuestros hijos solo escucharán buena música, verán solo películas buenas y usarán ropa bonita. Pero los adolescentes y los niños a menudo usan, escuchan y miran lo que nosotros no percibimos como algo normal en absoluto y, a veces, incluso nos generan una mueca de desconcierto. No debes esperar que un adolescente comprenda de inmediato cuán hermoso es, por ejemplo, Pink Floyd, diferentes generaciones tienen gustos distintos; y esto es bastante natural.
9. Creemos ingenuamente que tanto durante el embarazo como después del parto estaremos bien arregladas, como siempre
Todos miramos fotos de mujeres embarazadas con estilo y madres con niños prolijos y pensamos: “Yo también me veré igual de bella”. Nos aseguramos a nosotras mismas: nada de cabello despeinado ni pantalones de chándal, solo maquillaje, masaje diario y aceite para las estrías. Pero cuando el momento llega en la vida real, las prioridades cambian: solo quieres ponerte una playera enorme, porque es cómoda, y unas pantuflas que son lo único en lo que caben los pies hinchados.
10. Nos parece que siempre estaremos en la misma sintonía con nuestros hijos
¿Cuántas veces, viendo en la calle cómo una madre regaña a un hijo, nos hemos prometido no ser igual? Y hasta cierto tiempo, realmente nos contenemos. Exactamente hasta el momento en que los nervios ya están al límite, y el niño parece querer sacarnos de quicio deliberadamente. Todos los padres a veces no aguantamos más, no somos de hierro. Y si sucedió que le gritaste a tu hijo, no tienes que sentirte culpable. Es importante disculparte con el niño y explicarle por qué lo hiciste.
11. Creemos que desarrollaremos la independencia en los niños
Al principio, parece que tendremos la paciencia para enseñar a nuestros hijos a entender las matemáticas por sí mismos, a lavar los platos y a limpiar su habitación. Pero cuando, después de pedir por décima vez que laven su plato, los niños siguen fingiendo ser sordos, olvidamos las medidas educativas y simplemente lo hacemos nosotros mismos porque sabemos que, de lo contrario, el desorden no dejará de crecer.
12. Esperamos contenernos y no comprar toda la tienda de ropa infantil, porque los bebés crecen rápido de todos modos
Sí, los niños crecen a la velocidad de un rayo, y hemos visto muchas veces a nuestros conocidos teniendo que vender o regalar montañas de ropa infantil. Ocupa mucho espacio y, ademas, debemos esforzarnos por un consumo consciente, pensamos antes del parto. Pero luego entramos a una tienda de ropa de niños, y todas nuestras razonables intenciones se derrumban al ver las diminutas blusas y faldas.
¿Tienes hijos? ¿Qué promesas que te habías hecho rompiste cuando te convertiste en madre o padre?