13 Peculiares símbolos de estatus social utilizados en otras épocas que no aprendimos en la escuela
Puede que al pensar en impresionar a nuestros amigos o familiares, lo primero que se nos venga a la cabeza sean aquellas cosas que nos dan cierto estatus, como ropa cara, casas con muchas habitaciones o grandes cuentas en el banco. Pero esto no ha sido igual a lo largo de la historia. En otras épocas, eran otros los elementos que hacían que sus dueños se distinguieran ante la sociedad, aunque algunos de ellos nos parezcan bastante peculiares hoy en día.
En Genial.guru te contaremos cuáles eran los símbolos que hacían que las personas se destacaran, y es probable que no los hayas aprendido en el salón de clases.
1. Tener ermitaños ornamentales
Si bien en la actualidad al momento de organizar una fiesta tratamos de impresionar a nuestros amigos con la mejor comida o la más divertida música para bailar, los terratenientes adinerados del siglo XVIII solían contratar a “ermitaños” para que vivieran en sus jardines. De esta manera, sus visitantes podían recorrer la parte exterior de la propiedad y disfrutar de algunas historias contadas por estos raros personajes típicos de la Edad Media.
2. Tener momias en casa
Durante la “Egiptomanía” de la Inglaterra del siglo XIX, había un elemento bastante extraño que solía formar parte de la decoración de las residencias de los más ricos: las momias. Pero estos populares souvenirs no solo se exhibían, sino que incluso se organizaban grandes fiestas para “desenvolverlas”.
3. Tener pies pequeños
Uno de los estándares de belleza y de estatus social que existió durante siglos en la antigua China era el hecho de que las mujeres se vendaran los pies para evitar su crecimiento y hacer que permanecieran pequeños. Los “pies de loto”, como se denomina esta práctica, hacían que quienes los llevaban no pudieran caminar o trabajar, lo que no importaba debido a su riqueza.
4. Tener u obsequiar juegos de mesa
En la antigüedad, las civilizaciones que florecieron en el Oriente Próximo buscaban distintas maneras de pasar el rato entreteniéndose; por ello, entre sus élites se empezó a hacer uso de juegos de mesa. No solamente se divertían con ellos, sino que eran una manera de demostrar la riqueza y el estatus social de quienes los poseían, ya que solían entregarse como obsequios diplomáticos.
5. Piñas podridas
Durante el siglo XIX, algunos europeos acaudalados se daban el lujo de sembrar sus propias piñas en casa, como una exótica fruta traída desde el Nuevo Mundo, mientras que otros se limitaban a rentarlas para adornar las mesas de sus reuniones sociales. El asunto era que el escamoso fruto era demasiado costoso como para comerlo, por lo que solía exhibirse hasta que se pudría.
6. Los holandeses querían tener tulipanes
A comienzos del siglo XVII, la “tulipomanía” se apoderó de los holandeses debido a la rareza, la belleza y el gran colorido de estas hermosas flores. La demanda de tulipanes era tan alta que la gente empezó a intercambiarlos como monedas, al punto de vender sus caballos y carruajes con tal de obtener un solo bulbo. Incluso se usaban como garantía para obtener préstamos en los bancos holandeses.
7. Sacarse radiografías sin necesitarlas
A comienzos del siglo XX, las personas estaban fascinadas con la capacidad que les daban los rayos X de ver el interior de su cuerpo, y solían reunirse para poder admirar sus propias radiografías. Estas imágenes se convirtieron en un símbolo de estatus social y, a menudo, se colgaban en las paredes de las casas, como si se tratara de famosas pinturas, especialmente aquellas donde sobresalían las joyas de las mujeres más ricas del lugar.
8. Zapatos muy largos y puntiagudos
Durante la Edad Media, mucho antes de que aparecieran los excéntricos diseños de zapatos que vemos en las pasarelas hoy en día, existían unos muy populares cuya punta era bastante larga: podía medir entre 15 y 60 cm de largo. Se creía que las personas que los calzaban eran lo suficientemente ricas como para evitar realizar cualquier trabajo, ya que eran muy poco prácticos.
9. Degustar postres con mucha azúcar
Durante la Edad Media, la fruta, la mermelada y los dulces en general se comían de pie, y se ubicaban sobre unas mesas alejadas del comedor principal de la casa. El postre tenía un carácter “independiente”, lo que permitía que tuviera cierta creatividad o extravagancia en su presentación. Posteriormente, en la época isabelina, el esplendor de los dulces manjares se intensificó por el alto costo del azúcar. Fue así como el azúcar se convirtió en un símbolo de estatus en las fiestas de los ricos europeos a inicios de la Edad Moderna.
10. Tener sobrepeso
Durante el siglo XVI, cuanto mayor era el peso de los europeos, mayor era el estatus que tenían. La idea era que si alguien podía darse el lujo de tener sobrepeso, era porque tenía suficiente dinero para comprar mucha comida y evitar el trabajo manual. Era una expresión de estabilidad y orden en la vida de la gente. Por otro lado, la delgadez del cuerpo significaba pobreza y debilidad ante la enfermedad y la vejez.
11. Un pastel de bodas blanco puro
En la Inglaterra del siglo XVI, si bien el uso del azúcar para la elaboración de dulces era común, las familias adineradas que se preparaban para la celebración de un matrimonio centraban gran parte de su atención en el color del pastel de bodas. Debía ser de un tono blanco puro, reflejo del uso del azúcar blanca refinada entre sus ingredientes, la cual era mucho más cara y difícil de conseguir. Así, el inmaculado pastel no solamente simbolizaba la virtud de la novia, sino que también ayudaba a exhibir la riqueza de su familia.
12. Cuellos y puños limpios
Durante el siglo XVII, muchos europeos tenían la idea de que el agua era un medio de propagación de enfermedades, por lo que evitaban lavarse. Sin embargo, no querían dejar de lado su higiene personal, por lo que apareció la moda de destacar los cuellos y puños de las camisas que utilizaban, que debían verse de un blanco impecable para reflejar que el usuario poseía tanto un cuerpo como una mente limpia y virtuosa.
13. Tener los dientes negros
La reina Isabel I de Inglaterra estaba obsesionada con la opulencia. No solo deseaba comer las cosas más lujosas, sino que también quería usarlas en su cuerpo, como era el caso del azúcar. En aquella época había una especie de “pasta dental” utilizada por los miembros más ricos de la dinastía Tudor, hecha a base de azúcar, con la que se cubrían los dientes para pulirlos. Como era de esperarse, este exceso de azúcar provocaba que los dientes empezaran a tener un color negro debido a la gran cantidad de caries que se formaban en ellos.
Si tuvieras una máquina del tiempo, ¿qué época te gustaría conocer y por qué?