13 Recuerdos de la vida estudiantil que siguen sacando sonrisas con el paso del tiempo

Historias
hace 4 horas

Los años de preparatoria y universidad se quedan en la memoria por los flechazos de amor, exámenes y las discusiones con los profesores. Y claro, tampoco faltan las bromas y las faltas a clases. Aquí hay historias que tanto alumnos como docentes pueden contar.

  • Antes de que comenzara el examen, estábamos esperando en el pasillo. Mis compañeros me preguntaban sobre los temas de los que no tenían idea, y yo respondía con seguridad. De repente, la puerta se abrió de golpe y el profesor salió bruscamente. Me miró y dijo: "Entra al salón". Una vez adentro, me pidió la libreta de calificaciones, me puso un 10 y me dijo que me fuera a casa y no le arruinara su cacería. © DarthSerj / Pikabu
  • Estaba en la repetición de un examen cuando me tocó una pregunta especialmente complicada. Me di la vuelta rápido, antes de que el profesor me viera, y le susurré al tipo que estaba detrás de mí: — Oye, no entiendo nada de esta pregunta. ¿Me ayudas? Ese buen hombre no dudó en echarme una mano. Tomó la pregunta y escribió la respuesta completa. Gracias a él, aprobé. Cuando salimos del aula, lo alcancé y le estreché la mano con gratitud: — Cualquier cosa, aquí estoy para lo que necesites. Al día siguiente, descubrí que ese tipo era nuestro nuevo profesor. Resulta que, mientras yo hacía el examen, él estaba sentado al fondo observando cómo su colega impartía la clase para ganar experiencia. © RadikX / Pikabu
  • En nuestra universidad había un chico que nunca se preocupaba demasiado por los estudios, pero siempre encontraba maneras sorprendentes de aprobar. Un día decidió intentar ganarse a la profesora. Ella tenía más de 40 años, usaba gafas y era bastante estricta. Entonces, este tipo, de unos 20 años, le suelta de la nada: — Maestra Daniela, ¿siempre ha sido tan morenita? Fue un todo o nada. Y, para sorpresa de todos, la profesora se sonrojó de inmediato y respondió: — Ay, no, es que me bronceé en la casa de campo. Al final, le puso un 8. Todos los estudiantes que apenas lograban pasar la materia tenían en mente la misma pregunta: "¿Así de fácil era?" © barbarian6 / Pikabu
  • Era mi clase con estudiantes de primer año. Diez minutos después de que empezara, alguien tocó la puerta. Era un alumno en bata, con pantuflas, un periódico bajo el brazo y una taza en la mano. Por dentro me moría de risa, pero fingí que todo era normal y le dejé tomar asiento. Después de la clase, el chico me confesó que había perdido una apuesta con sus amigos. Así que le propuse un nuevo reto: si lograba convencer a alguien de ir al examen disfrazado de Julio César, tanto él como los “Césares” aprobarían automáticamente. Llegó el día del examen. De repente, entraron dos estudiantes envueltos en sábanas, con algo parecido a una corona de laurel en la cabeza y sandalias de goma. Toda la clase estalló en carcajadas, y yo también. Aún no entiendo cómo los dejaron pasar por seguridad. © DnevnikMyslej / Pikabu
  • Un amigo, cuando estaba en tercer año de la universidad, llevó una foto suya y la colocó en el tablón de "Mejores estudiantes". Simplemente, se tomó la foto con traje sobre el mismo fondo azul que las demás. La imagen permaneció ahí durante años sin que nadie notara nada raro. En la defensa de su tesis, incluso se sacó una foto con el director del departamento delante de su propia imagen. Luego usó esa foto en su currículum y consiguió un trabajo bastante bueno. © Lexbill / Pikabu
  • Mi amiga estudiaba en la universidad. Era época de exámenes de verano, el clima era espectacular y no tenía ganas de estudiar. Pensó: "Bah, son solo 15 preguntas, el último día las estudio todas". Llegó el último día. Durmió hasta el mediodía, se puso a limpiar. Finalmente, logró estudiar la primera pregunta. Para cuando se dio cuenta, ya era de noche. "Bueno", pensó, "voy a estudiar la última, seguro que es la más difícil". Se acostó, pero algo no la dejaba tranquila. Se levantó de nuevo, tomó el libro, eligió una pregunta al azar, la leyó por encima y se volvió a dormir. En el examen, le tocó justo la primera pregunta. La respondió sin problemas. Pero el profesor recordó que era una estudiante que se saltaba las clases y le pidió que explicara la última pregunta. Hecho. El profesor quedó algo sorprendido. — Muy bien —le dijo—, pero como realmente nunca viniste a clases, te haré una pregunta extra. Y le preguntó una de en medio de la lista. Sí, justo la que había leído antes de dormir. Le puso un 10 y comentó que ojalá hubiera más estudiantes como ella. © axuta.ru / Pikabu
  • Soy profesor. Un día, puse un test. Uno de mis alumnos de 16 años me preguntó: — ¿Importa qué respuesta elija? © Happy_Birthday_2_Me / Reddit
  • Y otro día un alumno me dijo esto: — ¿Las sirenas existen? — Yo no creo en los dinosaurios. Sí, él tenía 16 años. © Mooshan / Reddit
  • Una vez tuve una alumna que estaba convencida de que en Venus había gente viviendo, pero que no podíamos hablar con ellos porque no tenían teléfonos. © CruzaSenpai / Reddit
  • Un día les conté a mis alumnos que antes no existía internet. Se rieron y me dijeron: — Lo sabemos, no somos tontos. Y luego preguntaron: — Espera, entonces, ¿cómo entraban a las redes sociales en sus teléfonos? © aero_girl / Reddit
  • Mi hermano estudiaba en la universidad. Durante todo el año participaba activamente en clases, debatía, hacía preguntas en los seminarios. Llega el examen y se da cuenta de que no recuerda nada. Solo sabía responder la primera pregunta. Así que escribió la respuesta y se quedó tranquilo, sin hacer nada más. El profesor lo llamó: — Veo que está muy seguro de sí mismo. Sé que estudió bien esta materia. Le puso un 10 y lo dejó ir, sin hacerle ninguna otra pregunta. © lidia33 / Pikabu
  • Soy entrenador de natación. Un día tenía que enseñar a mis alumnos técnicas de primeros auxilios. Así que llevé unos maniquíes y les pedí que me mostraran lo que ya sabían hacer. Lo que vi fue inquietante. Un grupo de chicos de entre 16 y 20 años haciendo cosas bastante extrañas con los pobres maniquíes. Pero lo mejor fue un chico que, de repente, saltó con ambos pies sobre el pecho del maniquí. La figura resbaló como un plátano en una caricatura, y el chico terminó de espaldas en el suelo. Ah, qué tiempos aquellos. © masterroadtr*** / Reddit
  • Un día llegué tarde a clase. Me salté la primera hora, pero llegué a la segunda. Para mi mala suerte, me topé de frente con el profesor. — Elena, otra vez faltaste. ¿Por qué nunca vienes a mis clases? Me puse tan nerviosa que lo único que atiné a decir fue: — Perdón, pero tengo un problema crónico: siempre me quedo dormida en su horario. El profesor me miró sorprendido y me respondió: — Bueno, entonces, tómate un jugo o cómprate unas vitaminas y ven a clases. Curiosamente, aprobé la materia sin problema. Sin embargo, después de eso, procuré no volver a faltar. © zferr / Pikabu

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