15+ Situaciones extremas que casi hacen perder la calma a cualquiera

Historias
hace 4 horas

Hay días en los que parece que la vida quiere hacerte un test de resistencia emocional. Las aventuras pueden comenzar en los lugares más inesperados: en un hospital, con una billetera perdida o durante un paseo familiar. A simple vista, parecen tonterías, pero basta una de estas situaciones para arruinarte el día en segundos.

  • Mi hija va en tercero de secundaria. Un día me llamó la maestra: “¡Tiene que venir urgente a la escuela!”. Yo estaba en el trabajo. Le pregunté si podía ir más tarde, y me respondió: “¡No, es urgente!”. Me disculpé con mi jefe y salí corriendo casi al borde de un infarto. Entré al salón y la maestra me dijo: “Su hija vino con suéter. Y aquí el reglamento exige uniforme con saco”. Pero lo curioso es que en la escuela no ha funcionado la calefacción desde hace días, ¡y la misma maestra estaba tenía suéter! Así es como los papás se llenan de canas antes de tiempo. © Irina Limanova / Dzen
  • Un día me estaba preparando para ir al trabajo, saqué rápido unos pantalones de la secadora y me los puse. Al llegar, noté que mis compañeros se reían. Bajé la vista y ¡tenía un par de tangas pegadas a la pierna del pantalón! Salieron con la estática de la secadora y yo ni cuenta me di. Lo peor es que trabajo en construcción, y en todo el equipo solo somos dos mujeres y yo soy una de ellas. © careergirl1989 / Reddit
  • Un día mi papá me escribió: “¡Te quiero!”. Nunca había sido tan expresivo. Pensé que era su forma de decir lo que no puede con palabras. Así que le respondí: “¡Yo también te quiero!”. ¿Y qué creen que me contestó? “Uy, perdón, ese mensaje no era para ti”. © bucket_of_frogs / Reddit
  • La amiga de mi hija contó que su abuela se estaba alistando para salir, se puso su ropa de invierno y volvió a su cuarto porque había olvidado algo. Era invierno y llevaba un gorro. Ya en la calle, empezó a oír un sonido metálico como de campanitas que no se detenía. Siguió haciendo sus cosas, pero el ruido no paraba. Al llegar a casa, se quitó el gorro y se dio cuenta de que se le habían quedado enganchados unos tubitos metálicos del móvil de viento que tenían en la entrada. ¡Y nadie le dijo nada mientras caminaba por ahí con eso en la cabeza! © Alena / Dzen
  • Cuando llegué al hospital para dar a luz, resultó que en la cama de al lado había una mujer con el mismo nombre y apellido que yo. Las dos tuvimos niñas con solo 10 minutos de diferencia. Ambas medían lo mismo y la diferencia de peso era de solo 50 gramos. Todos empezaron a bromear con que nos iban a cambiar a las bebés. Pero el personal del hospital ni se inmutó; decían que eso era imposible. Por suerte, mi hija se parece tanto a mí que ni duda tengo. © Rose1 / ADME
  • Un día fui con mi hijo al baño del parque, mientras mi esposo nos esperaba en el auto, estacionado frente a la entrada. Terminamos, regresamos y nos subimos al coche. En eso, mi hijo desde el asiento trasero, dice: “Papá, ¿por qué hiciste tanto desorden aquí?”. Me giré, vi una chaqueta en mis manos que no reconocí y al levantar la vista, ¡era otro hombre que se estaba riendo tapándose la boca! ¡Nos habíamos subido al coche equivocado! Nos disculpamos y salimos de ahí. Desde entonces, mi esposo prende las luces del auto para que no me vuelva a confundir. © Kate / Dzen
  • Salimos con unos amigos a cenar a un restaurante. El mesero nos trajo la comida y nos advirtió: “Cuidado, los platos están muy calientes”. ¿Y qué hice yo? Obvio, tomé el plato y me quemé el dedo. Mi reflejo fue meterme el dedo a la boca. En eso, un niño en la mesa de al lado grita a todo pulmón: “¡Miren, está chupándose el dedo! ¡Miren, miren!”. Todos los comensales me voltearon a ver. Yo solo quería desaparecer, así que me escondí tras el menú. Mis amigos no me dejaron olvidar el momento por semanas. © captainmagictrousers / Reddit
  • Un día, alguien olvidó su billetera en la tienda. Esperamos una semana a que regresara, pero nadie vino. Revisé el contenido, encontré un recibo y logré rastrear un número. Llamé, y la señora no lo podía creer, ya había perdido la esperanza. Tres días después regresó y lo que pasó nos dejó impactados. En vez de agradecernos, se puso toda nerviosa a revisar el contenido como si sospechara de nosotros. Me dieron ganas de preguntarle: “¿Tú usas el cerebro o lo traes de adorno?”. Y pensar que podía no haberle llamado. © Oído por ahí / Ideer
  • En la oficina trabajaba una madre soltera con tres hijos que estaba pasando por un momento muy difícil. Entre todos decidimos ayudarla a remodelar su casa. Íbamos por turnos a limpiar, y también cooperamos para los materiales. Muchos nos solidarizamos con ella. Hasta que un día nos enteramos de que, estando de baja médica, se había comprado un boleto de avión para traer ¡un mapache! Fuimos a su casa y había un olor terrible, una jaula con el animal, las puertas rayadas, el papel tapiz arruinado. Y ella tan feliz diciendo: “Siempre soñé con tener un mapache”. © Furia peluda / ADME
  • Trabajo en una universidad. Un día vino un personaje importante a dar una conferencia. En medio de su discurso, un investigador decidió salir del auditorio, pero se equivocó de puerta y entró al cuarto de limpieza. Lo gracioso es que se quedó ahí varios minutos, y después lo vimos salir sigilosamente para no llamar la atención (según él). Por supuesto, todos lo vimos, pero nadie dijo nada. © J8766557 / Reddit
  • Una vez, en un viaje en tren, estaba en la litera superior y no podía dormir porque el hombre de enfrente roncaba como si estuviera usando un megáfono. Medio dormida, empecé a empujarlo con el pie, pero el ronquido no hacía más que aumentar. Me molestó tanto que me desperté por completo, lista para gritarle. Abrí los ojos, ¡y me encontré con la cara sorprendida del señor! Resulta que quien roncaba era la abuela de la litera de abajo. © Oído por ahí / Ideer
  • Una vez fuimos de viaje a Francia. Entramos a una tienda local y compramos unas conservas. Pero resultó que era comida para gatos. No había ningún dibujo de gato en la etiqueta, y nosotros no sabíamos cómo se decía “comida para gato” en francés. En fin. © Gearsvband / Reddit
  • Trabajo en la misma empresa que mi ex, aunque en departamentos distintos. Tenemos amigos en común, pero casi no coincidimos. Hace dos años él empezó a salir con una chica y desde entonces me trae loca. Empezó a presentarse con mi nombre, adoptó mis hobbies, se compra la misma ropa que yo, y cada vez que va a ver a mi ex, pasa antes por mi oficina. Cada vez que tenemos reuniones de trabajo o encuentros con amigos, termina haciendo un escándalo. Pero lo peor fue cuando dijo que mi boda no podía ni mencionarse, porque le resultaba asquerosa e incómoda. © Oído por ahí / Ideer
  • Un día, después de clases, fui a la biblioteca. Se me acercó una señora y me preguntó: “¿En qué puedo ayudarte?”. Le dije que buscaba libros de Sherlock Holmes. Y me respondió: “¿Y ese qué escribió?”. Decidí mejor buscar por mi cuenta. © Olya / ADME
  • Mi esposo y yo tenemos una hipoteca. Una noche soñé que estaba en la fiesta de cumpleaños de una amiga. Allí, un tipo adinerado perdió un anillo de oro con diamantes. Salí a la calle y lo encontré en la nieve. Me lo guardé en el bolsillo y pasé todo el sueño debatiéndome entre devolverlo o no. Cuando el tipo dijo que el anillo valía 60 mil, decidí no regresarlo y usarlo para abonar a la hipoteca. Me desperté con vergüenza y decepción, por no haber hecho el abono. Así es como la hipoteca afecta la mente, en fin. © Oído por ahí / Ideer
  • Trabajaba en una editorial. Un día nos trajeron un anuncio: “Urgente. Por mudanza, regalo gatito de orejas caídas”. Venía con número de contacto. Por supuesto, lo publicamos. Días después llegó a la redacción un hombre furioso diciendo: “Se equivocaron con el número. ¡Me llaman todo el día por un gato y es mi número del trabajo!”. Le mostramos la solicitud, y de inmediato reconoció la letra ¡de su hijo! Resulta que no le quiso dar dinero, así que el hijo decidió vengarse así. © Svetlana Hello / ADME

Pero no hay que tomarse todo tan a pecho. Si un día la vida decide volver a jugar al “veamos cuánto aguantas”, solo respira profundo y sonríe. Porque incluso el peor día, puede convertirse en una gran historia.

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