Qué vergüenza la historia del embarazo en el restaurante
16 Personas contaron sobre casos cuyo recuerdo todavía las hace ponerse rojas como un tomate
Estamos dispuestos a apostar que cada uno de nosotros tiene al menos una historia por la que todo en nuestro interior se encoge de manera desagradable: son esas situaciones en las que metimos la pata o terminamos en una posición embarazosa. ¿Ya recordaste un incidente así de tu vida?
Genial.guru sabe con certeza que no hay que preocuparse por pequeñeces así, es mejor reírse de ellas con tus amigos, como hicieron estas 16 personas.
-
Hoy estaba en una tienda, eligiendo un yogur para mi hijo. Noté de reojo que una señora también estaba mirando los yogures. Yo ya estaba a punto de irme, pero ella no se iba y me molestaba. Pues le dije: “con permiso, déjeme pasar”. Y entonces un hombre se echó a reír y me di cuenta de que era un espejo. Todavía estoy avergonzada. © LampaTrampa / Pikabu
-
Fui a una primera cita con un chico que conocí en el trabajo. Y todo estaba yendo bien hasta que sonó su teléfono. Entonces me pidió que guardara silencio porque era su esposa. © MobyDicksentme / Reddit
-
Fui a un ginecólogo que resultó ser un hombre, pasé tranquilamente el examen y me fui a casa. Esa noche tenía planeada una salida: una colega me había invitado a una fiesta de cumpleaños. Compré un regalo, fui a la dirección indicada, y listo... mi vida se dividió en un “antes” y “después”. Abrió la puerta él, el marido de mi colega, ese mismo ginecólogo. Entiendo que los médicos no tienen género, pero toda la noche estuve muy avergonzada. © Oídoporahí / Ideer
-
Una amiga me contó esta historia. Trabajaba como mesera en un restaurante donde era costumbre regalar algo rico a las comensales embarazadas. Bueno, entraron un chico y una chica que claramente estaba esperando un bebé, se sentaron a una mesa y, en el proceso de servir, la camarera informó alegremente: “Y esto es un regalo para ti, un detalle especial de nuestro chef que les damos a todas las clientas embarazadas”. El chico y la chica se miraron desconcertados, y luego ella dijo: “En realidad, no estoy embarazada”. © Vladislav417 / Pikabu
-
Cuando mi hijo estaba en primer grado, justo antes de ir a la escuela recordó que tenían una mesa de dulces ese día. Afortunadamente, había una docena de magdalenas y una gran bolsa de caramelos en casa. No era una gran cosa, pero de todas formas ya no tenía tiempo para preparar nada más. Cuando fui a buscarlo a la salida del colegio, el pequeño brillaba como un sol: “Mamá, todos los niños me felicitaron y me cantaron “¡Que los cumplas feliz!”. Hmm, era octubre y su cumpleaños es en marzo. Oh, me dije, las cosas que inventa. Al día siguiente, la maestra me dijo: “¿Por qué no me avisaste que era el cumpleaños de tu hijo? Nos habríamos preparado mejor, ¡le habría hecho una postal!”. Resulta que no había mesa de dulces, y mi hijo simplemente le entregó a la maestra las magdalenas y los caramelos y le dijo que era su cumpleaños. No me puedo imaginar cómo hizo para dividirlo entre toda la clase, y qué habrá pensado de mi tacañería extrema. Fue muy vergonzoso y divertido al mismo tiempo. © Formula del agua / Genial.guru
-
Me crucé con una colega en el pasillo y le dije automáticamente: “¡Buenos días!”. Ella respondió: “Ya es por la tarde”. Me di cuenta de que ella tenía razón y traté de justificarme: “Cierto. El martes es un día duro, trabajé demasiado”. Y mi colega me remató: “Pero hoy es miércoles”. © Unknown author / Bash
-
Después de dar a luz, mi nuera tardó mucho en recuperarse y de ahí en más su peso siguió aumentando. Dijo que nunca volvería a dar a luz: es muy difícil, y encima después engordas. Dio la casualidad de que no nos vimos durante varios meses, y cuando nos volvimos a encontrar, me dijo que estaba planeando tener otro hijo. Me reí, pensé que era una broma. Ella dijo sin la sombra de una sonrisa: “No, hablo en serio, tendremos un bebé en 3 meses”. Me callé torpemente, y luego mi nuera me preguntó: “¿No notaste mi barriga?”. Oh, Dios mío, por supuesto que no la había notado y eso enfatizó aún más el problema del sobrepeso de mi nuera. Han pasado 4 años y todavía me da vergüenza. © Smantie / Reddit
-
Una vez iba conduciendo por una carretera que no conocía, y adelante había un atasco de unos 500 metros. Vi que un autobús y varios autos salían por la derecha. Bueno, los seguí, pensé que saldríamos del atasco, así que conduje contento tras ellos. Y luego toda la columna se detuvo, la gente salió de los autos. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba en un cementerio. Y que no había seguido a un grupo de autos que iban a rodear el atasco, sino a una procesión fúnebre. Los dolientes me miraban, aparentemente tratando de reconocer a un pariente lejano. Miré para otro lado. Cuando la ola principal de personas se fue para dar su último adiós, me di la vuelta en silencio y regresé al atasco. Pensé mucho. © yurarlektrik / Pikabu
-
Estaba frente a un escaparate, eligiendo un pastel. Un chico que estaba cerca preguntó: “¿Qué te parece, cuál elijo?”. Yo, un poco perpleja, dije: “Bueno, este es muy sabroso. Pero guíate por tu gusto”. Él: “Este es lindo, y el de la cereza es genial. ¿Debería llevar ese?”. Yo, aún más perpleja: “Bueno, sí, es una buena elección”. Y luego me di cuenta de que tenía unos auriculares y en realidad no me hablaba a mí. Menos mal que él ni siquiera me prestó atención, pero igual hasta comencé a humear de vergüenza. © Lika / Genial.guru
-
Me crucé con un vecino cuya familia llevaba viviendo allí unos 2 años. Eran ruidosos, la esposa gritaba siempre y se escuchaba todo. Él había olvidado sus llaves, estaba esperando a la mujer en la puerta. Por primera vez hablamos como unos buenos vecinos. Cuando ya estaba por entrar a mi casa, le dije adiós y él, al ver a qué puerta estaba por entrar, me dijo: “Ahh, tú eres la que siempre grita: ’¡Malditos vecinos!’”. Vaya, hacía mucho tiempo que no me daba tanta vergüenza. © Oídoporahí / Ideer
-
Cuando era estudiante, iba a la universidad por la mañana y trabajaba desde la hora del almuerzo hasta altas horas de la noche. Una noche oscura de invierno, alrededor de las 20:00 o 21:00 horas de un viernes, estaba completamente agotada después de una dura semana. Tenía más ganas de dormir que de vivir. Subí a un minibús, tenía un viaje de 40 minutos hasta la residencia de estudiantes. Me senté y me puse a pensar qué debería comprar y cocinar para la cena. Al final, la elección recayó en el arroz. Y seguí viajando, soñando con arroz. Para bajar siempre tenía que gritarle al conductor que se detuviera. Y bueno, me desperté y grité a todo pulmón desde el fondo del minibús: “¡ARROOOOZ!”. Desperté a todos los pasajeros dormidos. El conductor al principio ni siquiera se atrevió a tomar el dinero por el viaje de mi mano extendida. En ese momento, hasta yo misma estaba en estado de estupor por la tontería que acababa de hacer. © Burunduchok38 / Pikabu
¿Qué incidente incómodo de tu vida no logras olvidar?
Comentarios
Propina más que merecida para la chica que se subió el agua a un cuarto sin ascensor