17 Abuelitos que después de dejar este mundo, volvieron para dar un último adiós

Historias
hace 1 año

Siempre hemos tenido la curiosidad de saber qué hay después de la muerte. Muchos dirán que nada, pero otros no pondrán en duda que es posible volver de entre los muertos para dar un último mensaje a quienes amamos en vida. Así les ocurrió a algunos de nuestros lectores, quienes compartieron historias de sus abuelos que podrían ponerle la piel de gallina a cualquiera.

¿Qué le dirías a esa persona que quisiste con el alma y ya abandonó este plano?

  • Mi abuelo estuvo casi un año en cama antes de fallecer. Por la mañana, estábamos pendientes de él, pero en las noches nos íbamos a dormir. En las madrugadas, mi abuelito perdía la noción del tiempo y nos echaba un grito para llamarnos. Mi hermano y yo nos turnábamos para ir a atenderlo. La cuestión es que la noche en que murió, escuché a mi abuelo llamarnos. Salí de mi habitación muy asustada y me encontré de frente con mi hermano, quien me preguntó: “Tú también lo escuchaste, ¿verdad?”. © Sil Mejia / Facebook
  • Mi bisabuela era una mujer fuerte y dura, como la de la película Como agua para chocolate. Estuvo mucho tiempo en cama y murió hace 22 años. Ahora, su casa tiene una pesadez rara que empeoró cuando enfermó mi tía abuela. Las enfermeras y otras personas veían a una señora rondar en el cuarto y alrededor de la cama. Así que yo me paré frente a la foto de mi bisabuela y le dije, firme y fuerte, que se fuera a descansar y que a mí no se me apareciera. Le confirmé que siempre cuidaría de mi tía, que ya tiene muchos años, y que no interfiriera. Nunca me ha molestado. © Carolina Gamboa / Facebook
  • Una semana antes de que mi abuelo muriera, sentí que me abrazó en mitad de la noche y me dijo: “Me tengo que ir, me están esperando”. Sentí el abrazo, el peso de su cuerpo y también sus lágrimas. Yo estaba acostada a un lado de la cama y él se inclinó a abrazarme, para ser más clara. © Brenda Lang / Facebook
  • Mi abuelo no se quería ir de su casita. Siempre que lo llevábamos a la ciudad, se quería regresar. Nosotros le decíamos: “¿Qué va a hacer cuando se acabe su tiempo en este mundo? Su casa se va a quedar ahí”. Él respondía: “No, también me la voy a llevar”, y, entonces, nos reíamos. El día en que lo estábamos velando, comenzó a levantarse el suelo. Conforme pasaban los días, se levantaba más y más. © Quintna Sants Gaby / Facebook
  • Mi abuelito materno estuvo 8 años enfermo. Mi abuelita lo cuidaba y, al mismo tiempo, se hacía cargo de un nieto de 3 años. Luego de que mi abuelo falleciera, veíamos a mi primo hablando con él, hasta que un día mi abuela y mi tía escucharon al niño decir: “No te preocupes, abuelito, vamos a estar bien, ve a descansar”. Después de ese día, no lo volvimos a escuchar en sus pláticas. © Claudia González / Facebook
  • Envié a mi hijo a la casa de mi mamá a hacer un mandado. Él fue con su novia y, cuando la invitó a entrar en la vivienda, ella dijo que prefería esperar afuera. Cuando mi hijo salió, ella le preguntó que si en esa casa vivía un señor mayor que usaba bastón. Él le contestó que sí, que ese era su abuelo, que había vivido ahí, pero que había muerto hacía algunos años, que cómo supo eso. Ella le respondió que lo vio sentado en el corredor. Ahí se sentaba él de costumbre. © Milena Salazar / Facebook
  • Mi abuelito era estricto con nuestro horario de dormir, no le gustaba que nos quedáramos viendo televisión hasta tarde. Cuando lamentablemente falleció, mis primos y hermanos trataron de romper las reglas. Carrera les sacó cuando vieron una supuesta sombra y nunca más tuvieron el valor de seguir rompiendo las normas de la casa que él había establecido. © Belinda Ramirez / Facebook
  • Un día, la presión arterial se me subió mucho y tenía que ir al hospital, pero estaba con mi niño de 6 años y no tenía con quién dejarlo. Le hablé a mi esposo por teléfono y le dije que me sentía muy mal; él estaba trabajando y salía hasta el día siguiente. En la madrugada, sentí que alguien estaba parado a mi lado. Abrí los ojos y vi a la difunta abuela paterna de mi niño, de pie, cuidándome. Me tomé la presión y ya estaba bien. Cuando llegó mi esposo, le comenté, y él me dijo que tenía tanta angustia que le empezó a pedir a su mamá que me cuidara para que no me pasara nada. © Alma Advaevli / Facebook
  • Hace poco, mi hija comentó que un señor le dijo que venía a buscar algo que había dejado en el ropero. Cuando describió al sujeto, tenía las mismas características que mi abuelo, al que mi niña no conoció. Aún no hemos buscado lo que ella dijo que el señor quería, porque nos da miedo. Lo gracioso es que el que tiene armario es mi hermano, no mi hija. © Lizbeth González / Facebook
  • Yo iba a visitar a mi familia, que vivía en otra ciudad. Cuando iba en el autobús, vi a lo lejos a mi abuelita diciéndome adiós. Cuando llegué a casa de mi mamá, me dijeron que ella había muerto. Ella se despidió de mí. Cómo quisiera volver a verla. © Sylvia Solis / Facebook
  • Cuando mi abuelo murió, hubo un momento en el que tuve que quedarme sola, porque mi mamá y mis tías se fueron a seguir con los trámites. De pronto, empecé a escuchar sonido de cascabeles o campanitas. Lo seguí por donde lo iba escuchando, pero jamás encontré nada. A partir de entonces, cada vez que alguien cercano fallece, oigo el mismo sonido. © JA Vil / Facebook
  • Mi abuelo falleció en noviembre y la Navidad de ese año la celebramos en su casa. Esa noche, pasé por la puerta del que era su cuarto y lo vi ahí, acostado como todas las Navidades, riéndose de todo. En realidad, no me asusté, pero no le quise contar a nadie y seguí tranquila. Cuando estaba en la cocina, llegó mi primo y me dijo: “¿Viste al abuelo en el cuarto?”. © Karen Chacon / Facebook
  • Vivía con mi abuelo. Tres meses después de que falleciera, le hice a mi esposo una fiesta de cumpleaños. Una de mis mejores amigas llevó a una mujer que no conocía la casa ni a mis abuelos. Al momento de empezar a servir la cena, la señora vino a preguntarnos si el señor que estaba en la cocina no iba a comer. Obviamente, ahí no había nadie, pero ella lo describió y era mi abuelo. Esa noche no dormí. © Dany M. de Novelo / Facebook

Bono: No solo los abuelos hablan desde el más allá

  • Mi padre vivió sus últimos días en casa de mi hermana. Yo fui a visitarla cuando mi papá tenía como 9 años de haber fallecido. En la madrugada, mientras todos dormían y yo estaba pegada al celular porque no podía dormir, escuché bien clarito que alguien pronunciaba: “Chela”. Así me decía mi papá. No supe ni cómo me tapé la cabeza; hasta apagué el celular. Al otro día, le platiqué a mi hermana y me dijo que a ella también le había pasado, que ella cerró la puerta de su cuarto y que tocaron a la puerta de la misma forma que mi padre lo hacía. Ella pensó que era su hijo, que le quería jugar una broma, y se levantó, pero no había nadie. Desde entonces, no cierra su puerta. © Celia Romero / Facebook
  • Mi padre había fallecido hacía 4 años; mi hija tenía 3 y mi madre llevaba 5 de muerta. Un día, mi niña , a las 2:30 de la mañana, me hizo levantar y me dijo: “Mami, mami, en la puerta está mi abuelita con un señor y me pide que la acompañe”. Yo, asustada, me levanté y busqué alrededor, pero no vi a nadie. Al día siguiente, le mostré una foto de mi papá y me dijo que ese era el señor que había visto. © Carina Ariana / Facebook
  • Yo tenía 4 años cuando nació mi hermano y, al tiempo, la hija de una comadre de mi mamá, quien desafortunadamente murió después de dar a luz. Mi mamá amamantó a la niña y a mi hermanito. La bebé estuvo con nosotros por algunos meses; cada uno de los niños dormía en su cuna, pero en la misma habitación. Un día, entré a ver a mi hermano y junto a la cuna de la bebé vi a una señora muy alta, vestida de blanco y viendo a la niña. Corrí a contarle a mi mamá y la señora que ayudaba en la limpieza de la casa dijo que era la comadre que venía a ver a su hijita. Ahora tengo 67 años y todavía no me explico si pasó o no. © Marusa Ramirez / Facebook

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