19 Adultos que aún recuerdan las ofensas de la infancia, pero aprendieron a salir adelante

Historias
hace 1 año

No importa la edad que tengamos, probablemente haya eventos de nuestra infancia que se quedaron grabados en nuestro corazón. Estos pueden ser tanto buenos como hirientes. Por eso te compartimos 19 historias de usuarios que a una corta edad sufrieron una ofensa por parte de su familia y, sin embargo, encontraron la manera de salir adelante y sacar su mejor lado.

¿Qué recuerdo tienes de alguna vez que alguien haya querido faltarte el respeto, pero hayas logrado dar una respuesta épica a la ofensa? ¿Cuál es el recuerdo más significativo que tienes de tu infancia?

  • Mi madre nunca me quiso porque me parecía a una tía hermana de mi padre, así que me crie en un hogar/escuela. Cuando cumplí diez años, me llevó a trabajar a una casa de familia y perdí el colegio. Así que a los 14 años me escapé y encontré una buena familia. A los 20 me casé, tuve ocho hijos, todos se parecen al padre y los amo mucho a todos por igual. © Maria Rueda / Facebook
  • Al principio, mi madre estaba celosa de que mi padre me tratase con amor. Después, de adolescente, se molestaba porque era independiente; luego, me odiaba por parecerme a su mamá (mi abuela), y terminó por odiarme cuando me divorcié. Es decir, nada de mí era bueno para ella. Pero decidí ser siempre la mejor versión de mí, amarme mucho y ser feliz. Ahora entiendo que a ella no le enseñaron amar, y que no podía enseñarme ni darme lo que no tenía. La perdoné y decidí vivir mi presente en amor y respeto. Ahora me siento plena y feliz. © Kita AT / Facebook
  • Mi madre fue muy trabajadora y soñaba con darnos lo mejor. Lo malo fue en la preferencia de hijos, ya que ella siempre prefirió al hijo mayor. Puede que fuera porque él siempre la hacía reír, bailaban y, cuando podía, le contaba sus cosas. Me molestaba, pero yo era la consentida de mi papá. Con mi hermano, creo que nos queríamos, pero por esa rivalidad, siempre chocamos; yo sentía celos, enojo y resentimiento. Ahora comprendo que nuestros padres nos querían. Fue así que mi hermano murió un mes antes que mi mamá, y comprendí que se fue antes que ella para no tener problemas con las cosas materiales. Mi mamá fue muy linda; vivió sus últimos años conmigo y ahí entendí por qué siempre se acercaba a mi hermano mayor: ella amó mucho a mi papá, y mi hermano era igual a él. No caigamos en el juego, cambiemos; de los errores de los padres siempre sale algo bueno. © Miriam Valenzuela / Facebook
  • Soy la menor de dos hermanos varones. Mi mamá fue muy estricta conmigo y condescendiente con ellos. Llegué a pensar que era adoptada; no recuerdo un beso o una palabra de cariño. Sin embargo, eso me hizo esforzarme mucho. Estudié y trabajé desde los 16 años. Logré una posición económica aceptable. Mi mamá siempre vivió conmigo porque mis hermanos no se hicieron cargo de ella. Cuando en una ocasión le pregunté por qué me trataba mal, me dijo que era porque me veía fuerte y con carácter. Pero me hizo falta una palabra de aliento y un cariño. Aun así, le agradecí la vida y el que me ayudara a criar a mis hijos. Estuvo conmigo hasta que partió y a mi lado nunca le faltó nada. © Lila Venegas / Facebook
  • De niña, siempre fui el patito feo. Mi madre hacía mucha distinción entre mis tres hermanas y yo. Ahora tengo 2 hijas y trató de no darle preferencia a ninguna de ellas. Jamás haría lo que mi madre hizo, aunque debo decir que estoy agradecida, ya que aprendí a ser totalmente independiente y me he forjado una buena vida. © Susana Rodriguez Palacios / Facebook
  • Algo que marcó mucho mi adolescencia fue que, para ella, yo no era tan bonita como mi hermana mayor. Ella decía que no sabía por qué yo tenía tantos pretendientes y mi hermana no, si ella era más bonita. Eso ocasionó que yo sintiera que solo me querían para jugar. Me veía al espejo y me sentía fea. Me ayudó mucho mi esposo, él no entendía por qué tenía la autoestima baja, yo siempre tenía miedo de que él me dejase. Pero ahora llevo 27 años casada. Apenas hace como 6 meses, cuando murió mi hermana, se destaparon muchas cosas, entre ellos que mi hermana era hija del primer amor de mi mamá, y mis otros hermanos y yo del hombre que fue su tabla de salvación. © Cecilia Unda / Facebook
  • En Nochebuena, siempre teníamos un intercambio de regalos en casa de mi abuelita. Es normal tener un tío (en este caso, un par) al que sabes que no le agradas y a ti tampoco te cae bien. Bueno, una vez, cuando tenía unos 7 años más o menos, a ellos les tocó regalarme, y me dieron una caja que era algo pesada. La abrí y era una vajilla individual: plato, plato de sopa y taza color verde oscuro. Yo pensé “es verde adulto”, y le estaba buscando a Pocahontas o algo estampado para que le diera vida y más aire de “es para mí” (esa película estaba de moda cuando tenía esa edad). Me sentí superdenigrada; se notaba que me habían dado cualquier cosa con tal de regalarme algo y ni pensaron en la edad de la persona ni nada. No tenía la menor idea de qué hacer con eso, pero sonreí, dije “Gracias, están bien lindas”, dejé el regalo a un lado y traté de mantener la sonrisa por el resto de la noche. Por suerte, están los tíos cool que supieron manejar lo que estaba pasando y pronto olvidé el regalo.
  • Hace unos años, me mudé a un departamento y fui vecina de una excolega de mi mamá. Me reconoció y me dijo: “Tú eras la sobrina de Teresa, ¿verdad?”. Le respondí: “No, soy la hija”. Y me replicó: “Pensé que Teresa tenía solo un hijo hombre, ¿o sea que Alejandro es tu hermano?”. © Dora Mendez Merino / Facebook
  • Mi abuela, para desprestigiarme, me decía que era igual a mi papi, que era su yerno. ¿Y saben qué? ¡Estoy superorgullosa de ser y parecerme a mi papá! ¡Lo amo con toda el alma! © Silvia Maddonni Angel / Facebook
  • Yo supe muchos años después por qué mi madre tenía su manera de ser conmigo. Mi papá me puso el nombre de su amante, y cuando mi mamá lo supo, obviamente, se separaron. Pero el nombre no pudo cambiarlo, así que ni modo. Con el tiempo, creo que entendió que yo no tengo ni un gramo de culpa. © Alicia MontLi / Facebook
  • Mi papá y uno que otro de la familia me apodaban con el nombre de la hermana pequeña de mi mamá (mi tía), pues a ella le gustaba una vida diferente. Sabía que me lastimaba, pero él se reía de eso. Fue algo que me marcó muchísimo en mi vida. © Marley Dlvz / Facebook
  • Mi madre me criticó por “gorda”. Ahora veo mis fotos de cuando era niña, y la obesidad que veía estaba en su mente. Eso afectó mi autoestima; aun así, lucho por quererme a mí misma. © Faby Lopez / Facebook
  • Mi madre permitió que mi padre me pusiera por segundo nombre el de mi abuela paterna (su suegra). Se dedicó toda la vida a discriminarme por eso y a compararme con mi abuela, que, por cierto, tenía como defecto ser una señora muy ordenada y limpia. Mi abuela me llenaba de buenas atenciones, guardo bellos recuerdos de ella. © Rosa Oviedo / Facebook
  • Mi familia solía decirme a manera de broma “la Colada” (a quien no se la ha invitado a una fiesta). Me marcó desde pequeña, hasta que hice las paces conmigo misma y los perdoné por las “bromas”. Pude tener paz y vivir con alegría. © Mayra Orozco / Facebook
  • Odié el segundo nombre que mi papá me puso. Fui objeto de burlas en el colegio, como si a una niña tan hermosa la hubiesen castigado con un nombre de abuela. Cuando iba a citas médicas, llamaban a una anciana y se reían porque pensaban que iban a encontrar una vieja, y era una niña. Luego, de adolescente, cambié mi nombre, pasé por un papeleo enorme y costoso. Mi familia todavía se enfurece por eso, no entienden por todo lo que tuve que pasar. © Dayana Sánchez / Facebook
Imagen de portada Cecilia Unda / Facebook

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