20 Animales que entienden a los humanos mejor que ellos mismos
¿Cuántas veces hemos dicho: “¡Dios mío! Pero este gato entiende lo que digo” o “este perro habla español”? Y es que, en muchas ocasiones, nuestras mascotas nos sorprenden al hacer exactamente lo que les decimos y, de hecho, hasta parecen respondernos cuando entablamos una conversación con ellas. Todo parece indicar que sus habilidades para comunicarse van más allá de la comprensión del lenguaje humano; tal vez observan nuestros gestos, comprenden nuestras actitudes o escuchan nuestra respiración. Porque, como dicen por ahí, el amor es capaz de romper cualquier barrera que se le ponga en el camino.
- Yo tenía un gato precioso, Bruno. Mi mamá siempre le decía que le gustaría conocer a sus hijos, que seguramente eran bonitos y grandotes, como él. Cuando falleció mi mamá, Bruno apareció con sus hijitos, estuvo en casa durante los nueve días de los rosarios. Después de estos días, sus gatitos se volvieron a ir. Él le cumplió el deseo a mi mamá. © Anna Laura / Facebook
- Hacía tres días que mi gatita no regresaba. Ya habíamos salido a buscarla, pero ese día ya estábamos perdiendo las esperanzas; entonces, vi a un gato que parecía ya estar viejo y le dije, en broma, que si veía a mi gatita (le dije su nombre), le dijera que ya regresara a la casa. Mi hija también le dijo al gato cuáles eran sus características. ¡¡¡Pues de no creer!!! En la madrugada, a las 4:00 para ser un poquito exactos, llegó mi gatita directo a mi cama. Yo no lo creía y hasta levanté a mi esposo y a mis hijos para que la vieran. Hasta el momento, no ha vuelto a salir. La ha de haber regañado el gato viejito. © Alejandra Garcia / Facebook
- Años atrás, cuando estábamos en el colegio, teníamos que hacer un trabajo llamado insectario y consistía en recolectar distintos tipos de insectos; de hecho, odiaba eso porque les tengo terror. La cosa es que en esos años teníamos una gata y entre nosotros comentábamos que nos faltaba solo un grillo para terminar. Un rato después, llegó la gata con un grillo supergrande y vivo, lo traía en el hocico y ni siquiera lo lastimó. Nos dio mucha risa y sorpresa al darnos cuenta de lo atenta e inteligente que fue. Era nuestra guardiana, porque no teníamos perro, y ella no dejaba entrar a ninguno, los perseguía y los perros se iban llorando. © Karen Asenjo / Facebook
- Mi hija me contó que una vez estaba llorando y su gato, Kiton, levantó su manita y le secó las lágrimas. Él ya no está con nosotros, pero siempre lo recordamos. Cuando estaba a punto de morir, esperó a que llegara mi esposo, lo miró, suspiró y se fue para siempre. © Rosario Aguillon Aguilar / Facebook
- Una vez yo no encontraba a mi gata y pensé que se había ido de mi casa. Mis dos perritas estaban en el patio y fui por ellas, les dije que me ayudaran a buscar a Bagheera porque no la encontraba y ya estaba muy preocupada. Se metieron a la casa y empezaron a olfatear todo. La encontraron, estaba abajo de la escalera, en un rincón al que no alcanzaba a ver. Una de mis perritas olfateó la escalera y me volteó a ver moviendo la colita, supe que ahí estaba. © Jess Jess / Facebook
- Una mañana muy temprano me asomé al balcón, en el primer piso, y vi a dos gatos en la calle, uno a cada lado del balcón. Me miraron fijamente y voltearon la carita varias veces hacia el garaje de la casa vecina. Curiosa, bajé a la calle en camisón y vi que mi gatita Kitty estaba escondida bajo el auto. Nunca había salido a la calle, era muy pequeña. Los gatos me avisaron. © Luz Del Amanecer / Facebook
- Mi gata nos despertó una madrugada con fuertes maullidos y “golpes” en mi habitación. Al abrirle, salió corriendo indicándonos el camino hacia la cocina, donde habíamos dejado una olla de presión al fuego, que estaba achicharrada. Nuestra gata Duquesa prefirió no huir y avisar del peligro. © Marta Ingrid Ruiz Santana / Facebook
- Una vez, me desaparecieron cinco gatitos y estuvieron perdidos tres días. Los busqué por todas partes, pero solo la mamá gata estaba en mi casa y yo, casi llorando, le dije a la gata: “¿Dónde están tus hijos, a dónde te los llevaste? Tráelos a mi casa, por favor. Ve a buscarlos”. Al día siguiente, me levanté y lo primero que hice fue salir afuera a buscarlos. Ahí vi a los gatitos acostados arriba de una silla con la gata. © Ohlga Besherra / Facebook
- Hace varios años a mi casa había llegado una gata y nunca supimos de dónde. El caso es que se quedó en la casa y de cariño le decíamos “la vieja”. Una vez, tuvo gatitos, en ese tiempo no había mucha atención para las mascotas, pero a nosotros nos encantaban los animales y mi mami la cuidaba. Un día, en la casa no había nada para comer, mi mami se sentó y llegó la gata y se sentó con ella. Mi mami le dijo: “¡Ay, vieja! Hoy no tenemos nada para comer, ni para darles a tus bebés”. La gata se la quedó mirando y al rato se fue. Había pasado como una hora cuando la gata llegó cargando un pollo frito entero en una bolsa y lo puso en la mesa; venía en una bolsa sellada y todos quedamos sorprendidos. El hambre nos pudo y comimos todos, humanos y gatos. © Gia Flores / Facebook
- Mi gata estuvo de amores con un gato de la calle, me refiero a que el gato no era mío. Luego quedó embarazada y les juro que el gato, el día del parto, le maullaba desde afuera de la casa y ella le contestaba. Así pasaron todo el día hasta que nacieron los bebés. Al otro día igual, el gato vino a preguntar por afuera y ella le contestaba. Entonces yo le grité: “Trae leche y pañales para tus bendiciones”. Pero, como todo un irresponsable, no lo hizo. © Kaydee Mendoza / Facebook
- Le dije a mi esposo: “¿Me despiertas mañana a las 6:00, por favor?”, y mi gato estaba acostado en mis piernas cuando pedí el favor. Al día siguiente, a las 6:00 de la mañana en punto, el gato se subió sobre mí y empezó a amasar mi panza y a ronronearme en el cuello. Mi esposo estaba bien dormidote y ni se dio cuenta. Cabe resaltar que el gato nunca me despierta por la noche ni en la madrugada. © Brismaireli Ramos Roblero / Facebook
- Una vez, estaba tranquila, lavando y haciendo cosas en casa cuando uno de mis gatos, Martín, empezó a maullar y yo no sabía qué quería, entonces le dije: “¡Ya basta! Ve a jugar afuera, ve a cazar ratones”. Al rato volvió, me trajo un ratón vivo, lo dejó en la cocina y se fue. Me quedé huyendo del ratón hasta que vino otro de mis gatos, Tomás, y se puso a jugar con el ratón hasta que se le escapó. © Adriana Montiel / Facebook
Todos estamos de acuerdo en que hay algunos animales más perceptivos que otros.
- Una vez estaba muy triste tirada en un banco mirando el suelo. Hacía poco que mi mamá había pasado a otro plano. La extrañaba mucho y necesitaba su cariño, pensé en que me diera un beso en la mejilla. En ese instante recibí un beso en la mejilla, era mi gata Kity. Una gata que habíamos adoptado aproximadamente un mes después de la partida de mi mamá. Yo sentí que fue su beso. © Fidencia Espinola Rolon / Facebook
- Me gustan los gatos, pero, por alergias, no tenemos ninguno. En una ocasión, se metió un gatito al patio llorando y le di de comer. Al otro día, llegó de nuevo con un amigo; lloraba y le dije: “Está bien, les daré de comer a ti y a tu amigo”. Al día siguiente, escuché el llanto lastimero por el pasillo; me asomé y era él como con diez gatos adultos que me miraban fijamente mientras lloraban. © Cati Solsal / Facebook
- No quería que se quedara en la casa un gato que apareció y ya llevaba como un mes aquí. Le dije que si se quedaba, lo castraríamos en la primera oportunidad y que luego que se recuperara, le conseguiría otra familia, que si no estaba de acuerdo, se fuera. A la mañana siguiente, ya no estaba. Me preocupé, pues no se iba de la casa en ningún momento ni se perdía la hora de la comida. Como no volvió en todo ese día, al siguiente les dije a los demás gatos que si sabían algo de él, que si lo veían, le preguntaran si tenía casa y que si se había ido para allá, bueno, pero que me gustaría verlo, saber que está bien al menos. Esa noche regresó y ya no se fue. Aunque le dije que yo solo quería saber si estaba bien y que si tenía otro lugar al que ir, se fuera, pero aquí sigue. © Yb Gonzalez Neslyn K / Facebook
Definitivamente, nuestra vida siempre será mejor rodeados de peluditos.