Realmente espantoso
20 Usuarios cuentan por qué ni siquiera se plantearon tener una segunda cita con alguien
La búsqueda del amor nos lleva, en ocasiones, a tomar decisiones alocadas e inesperadas, a buscar a nuestra otra mitad desesperadamente y a salir con gente que nunca hubiésemos imaginado. Las citas nos ayudan a ir conociendo poco a poco a la otra persona, a saber más sobre cómo es y cuáles son sus gustos, y a contar con la información suficiente para estar seguros de si queremos continuar o, si por el contrario, es mejor salir corriendo sin mirar atrás.
Nuestros usuarios nos han contado las historias más divertidas y disparatadas que los llevaron a rechazar una segunda cita con alguien, y Genial.guru ha querido traerte una recopilación con algunas que, probablemente, te harán reír sin parar.
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La clásica cita a ciegas durante la universidad. No sé por qué mis amigas creyeron que hacíamos match. Yo soy una campanita y él, nada sociable (en palabras de él mismo).
Me citó en una cafetería y cuando llegué, quería llevarme a un bar y se molestó porque no accedí. Vivía con su mamá para no pagar renta y porque él necesitaba un ama de casa total, y yo estaba en plena independencia. ¡Me preguntó cuántos hijos quería tener y dónde quería vivir cuando nos casáramos! Además, me empezó a dar una lista de cosas a las que era alérgico, otras tantas que no le gustaban de las mujeres y, sutilmente, me dijo que debía dejar la universidad para empezar a conocernos y ver lo del compromiso.
Todo en menos de 30 minutos. Apliqué la salida clásica de “olvidé que tengo otro compromiso”. Thank You, Bye! © Jovita Adriana Palomino Cooper / Facebook
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Nos confundimos en el día en que teníamos que reunirnos. Él esperó toda la mañana del martes y yo, el miércoles. Ambos nos sentimos plantados; con el tiempo la confusión se aclaró, pero ya no tenía ningún sentido. © Lourdes Ramirez / Facebook
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Le gritó delante de mí a un mesero. Demostró su desprecio por el ser humano, la intolerancia y la falta de cortesía. Tan guapo y tan vacío. Me quedé helada y al día siguiente me negué a continuar. © Vicky Berrones / Facebook
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Fuimos a cenar y la conversación fue sobre economía, historia, y cerramos con broche de oro, hablando de problemas políticos. Tras salir del restaurante, sugirió ir a su casa. Mi respuesta fue: “Perdona, pero no he estado en tu casa antes, no tengo nada mío que ir a recoger”. Contestarle eso fue como dejarle caer un cubo de agua fría, nunca más lo volví a ver. © Mariela Ordoñez / Facebook
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Llegué al sitio acordado, una cafetería, y vi a una señora con unas gafas negras inmensas estilo Mujer bonita (me llamó la atención porque ese día hacía mucho frío y estaba a punto de llover) y me dijo: “Ey, ¿eres tú fulanita de tal?” y le respondí “¿Me conoce, señora?”. En ese momento sale el muchacho (bello y guapetón, la verdad) con dos cafés y me dice: “Preciosa, es que me gusta llevar a mamá a la primera cita y más cuando es alguien con quien quiero algo serio”. Le respondí: “Ahí te quedas, chaval. Mi cuerpo serrano y yo decimos bye, bye”. © Carolin Villaron / Facebook
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¡Me miraba demasiado! Pero de esas miradas extrañas que incomodan, porque ni parpadean. Además, ¡no hablaba nada! Tenía que ser yo quien le sacara la plática y él solo contestaba. ¡Estuvo de flojera! Nunca volví a aceptarle una salida. © Dinoh Ginori / Facebook
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No soporto a la gente que mastica con la boca abierta y menos la que habla con la boca llena. Pasé toda la cita mirando el plato, ¡me moría de asco! © Carolina Rodriguez / Facebook
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Era tan, pero tan intenso, que en la primera salida me preguntó qué me veía haciendo dentro de unos años (me sentía en la típica de entrevista de trabajo: “¿Cómo te ves de aquí a 5 años?”), si pensaba casarme, si ya tenía pensado a qué edad tener hijos y me quiso besar. Pero esperen, ¡SE PONE MEJOR! Me había invitado a cenar pizza: empezamos a caminar por una calle con muchas pizzerías (donde fue el interrogatorio, yo esperando sentarme ya en alguna), y en vez de la que habíamos acordado, llegamos a una que tenía solo servicio para llevar y que “era de un amigo”. Compró la pizza y me “invitó” a cenar de la caja, sentándonos en un banco de un parque cercano (está bien, soy sencilla y lo haría con un amigo, pero ¡esmérate en la primera salida! Además era sábado por la noche).
El remate lo dio mi mamá cuando me llevó de vuelta a mi casa, le dijo todo ganador: “Luego le envío un disco” (es cantante), y mi mamá le respondió: “Ah, qué lindo, ¿vos quién sos?”. La adoré aún más y nos reímos por una semana del “galán”. © Micaela Segovia Baldi / Facebook
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Quedamos y me vino a recoger en un coche deportivo. Me dijo que me llevaría a cenar y fue conduciendo por la autovía a 180 km/h. Le dije que no corriera tanto porque podíamos tener un accidente y su respuesta fue que le gustaba la adrenalina y las aventuras de riesgo, que él vivía al límite. Cuando llegamos al restaurante, le dije que iba al servicio y lo dejé tirado hasta el día de hoy. © Anabeel Dguez / Facebook
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Me invitó al cine y, para empezar, él escogió la película (la de Alien, por cierto. No estoy en contra de ese género, pero no es para una cita) y, además, sin consultarme. Después de un rato, me dijo que si quería tomar algo. Me imaginé que iba a ir a la dulcería y que compraría algo, pero no, acto seguido sacó el refresco de su chamarra. Pensé: “Bueno, dale chance. En la dulcería está todo más caro”. Más tarde, me preguntó si quería comer algo. Para ese instante, ya estaba muy intrigada y pensé: “¿Ahora con qué me va a salir?”. Efectivamente, sacó de su mochila unas tortas de huevo. Ya se imaginarán el olor que inundó todo el cine. Todos se giraban para ver de dónde salía ese olor. Después, me llevó a mi casa y todavía me preguntó: “¿Cuándo volvemos a salir?”. Ya sabrán por qué no hubo otra cita. © Adriana Perez Corrales / Facebook
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Me llevó —con engaños— a ver a su familia, que según él “ya me estaban esperando para comer y morían por conocerme” (hacía dos semanas que nos conocíamos). Me dijo que tenía que ir a su casa a recoger unos papeles y, por más que me negué a acompañarlo, fuimos. Después, me aseguró que no había nadie en el departamento para que entrara, pero aun así lo esperé afuera. Salieron el papá y la madrastra por mí. Como él me había mentido, yo hice lo mismo: me disculpé y dije que tenía que irme con urgencia. Nunca más lo volví a ver. © Uj Zänä / Facebook
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Estábamos hablando de que ella hacia Krav magá o algo así. Me pareció interesante, hasta que de la nada me usó de ejemplo para uno de los movimientos a mitad de la cena. No hubiera habido ningún problema si me hubiera avisado y yo no hubiera tenido comida en la boca.
Pensé que solo me pasaba a mí, hasta que vi un capítulo de The Big Bang Theory en el que Bernie y Howard le arreglan una cita a Leonard con una chica así. Ya no pensé que era tan raro después de eso. © Eduardo Delgado / Facebook
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Me empezó a decir que era muy guapo, con un abdomen de lavadero y que muchas quisieran estar en mi lugar, así que le dije que prefería dejarles mi lugar a otras chicas y lo bloqueé de todos lados. Me dio flojera volver a salir con él. © Margarita Garcia / Facebook
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Después de cenar, quería que lo acompañara al parque para cazar Pokémon... ¡Salí corriendo! © Xilonen SànCo / Facebook
¿Por qué motivos decidiste rechazar una segunda salida con alguien? ¿Qué es lo más divertido que te ha sucedido durante una cita?
Comentarios
Yo también saldría corriendo si alguien me pide ir a cazar Pokemons XD
Qué mala suerte los que se confundieron de día y no lo hablaron
Si alguien grita y desprecia a otros no se merece segunda cita
Yo tampoco la habría tenido con ninguno de ellos
Menuda encerrona la de llevarte a ver a su familia