22 Personas tan tacañas que se pondrían al sol para no dar sombra

Historias
hace 1 año

Para los tacaños, el amor es como el aire... gratis, y por eso se dan el lujo de tenerlo. Aquellas parejas que ajustaron las citas y vivencias a un acotado presupuesto deben recordar tales experiencias, que en su momento seguramente fueron frustrantes, como una anécdota graciosa. Por eso te compartimos 22 historias de usuarios que recordaron con humor cómo su media naranja no escatimaba en vergüenza cuando se trataba de ahorrar cada centavo de su bolsillo.

¿Cuál ha sido la acción más tacaña que te ha tocado aguantar de alguien? ¿En qué cosas prefieres ahorrar?

  • Salí con mi novio por primera vez junto con mi hermana y su pareja. Yo no llevaba bolso, entonces le di mi dinero a él para que me lo guardara, así yo no tenía que llevarlo en la mano. Fuimos a comer y, cuando terminamos, me preguntó si quería más. Le dije que no, que ya estaba llena. Él pidió otro plato de comida y uno para el novio de mi hermana, de quien era primo. Cuando llegué a la casa, le pedí mi dinero, pero dijo que lo había gastado en lo que habíamos comido. Con razón ofreció que repitiéramos comida. Fue la primera y última vez, por aprovechado y tacaño. Si yo lo hubiera invitado, hubiese estado bien. © Cristina Hernández / Facebook
  • Tenía un novio que me regaló unos labiales de bellos colores rojo y mandarina. Eran de un catálogo muy vendido. Nunca me había obsequiado nada. Le dije: “Gracias, están muy bonitos”. Me respondió: “De nada, mi mamá los encargó y no le gustaron. Dijo que parecían de una mujerzuela”. © Laura Angelina Valle Miranda / Facebook
  • Tuve un novio que me llevaba a tomar el autobús en la mañana para irme a trabajar mientras que él andaba todo el día en auto. Y luego me exigía compartir los gastos de gasolina por igual. Ese mismo chico me invitó a comer el día de mi cumpleaños y, cuando llegó la cuenta, me pidió la mitad. © Liz Levine / Facebook
  • Tuve un novio que cuando tenía que pagar sus cosas, me decía “tenemos que pagar”. De repente me vi envuelta en muchas deudas. © Smaranda Esmeralda Paraschiva / Facebook
  • Fuimos con mi exnovio a Valencia para pasar juntos dos o tres días. Dimos una vuelta y, cuando se hizo de noche, sacó dos cartones que encontró en la calle y los puso en un cajero para que durmiéramos ahí. © Alma Mia / Facebook
  • Tuve un novio que vivía bien lejos. Tomaba como 4 transportes y, cuando subía a cada uno, hacía como que buscaba en las bolsas un buen rato hasta que yo terminaba pagando ambos pasajes. Salimos como 2 veces y jamás volví a hacer planes con él. Creo que no hubiese tenido problema si me hubiera dicho claramente: “Oye, no traigo mucho dinero. ¿Puedes pagar hoy y yo la próxima vez?”, o algo así. Pero o era medio tacaño, o había poca comunicación. En cualquier caso, eso no iba por buen camino. © Gabriela Carmona / Facebook
  • En una primera y última cita, un chico me invitó a unas hamburguesas. Pidió solo una y le indicó a la cocinera que la partiera en dos partes, una más pequeña que otra. Me dio la parte pequeña a mí, diciendo que la hamburguesa era muy grande para mí sola. © Clauss Urcino / Facebook
  • Tenía un novio que me invitaba al cine, pero solo me invitaba, porque yo tenía que pagar los boletos y las golosinas. © Carina Suárez / Facebook
  • Un día, mi novio me invitó a comer y pedí carne asada. En el momento de la cuenta, me dijo: “Dime un número”. Respondí “5”, y él contestó: “¡4! Tú ganas, pagas la cuenta”. © Maria Chincoya / Facebook
  • Le regalé a mi exnovio un viaje a París, y no gastó ni un centavo allí porque, según él, era mi regalo y él no iba gastar dinero. Incluso me llegó a pedir la mitad de la compra de un supermercado aún delante de la cajera. © Nuria Buendia Cara / Facebook
  • Tuve un novio que, en tres meses, nunca me dio nada. Y pues yo no exigía, pero me parecía un poco raro, ya que siempre se decía superdetallista. Un día, me regaló con toda la ternura una paleta de caramelo. La acepté muy feliz, me importaba mucho el detalle. Y luego salió de su boca un: “Me la encontré tirada en la oficina, y antes de que se eche a perder, pues mejor te la doy”. No necesito decir que no llegamos al cuarto mes. © Amor Didas / Facebook
  • Recuerdo a un chico que, como quería conquistarme, me escribía poemas y canciones. Un día, después de mucho insistir, acepté salir con él. Me llevó a un restaurante. Pedimos lo que comeríamos, me leyó sus poemas, y después de un rato me dijo que iría al baño. En eso se acercó el capitán de meseros y me dijo: “Disculpe, señorita, debería irse. Ese muchacho trabajaba aquí antes, y acaba de decirme que no trae dinero para pagar la cuenta”. © Gabby Luza Sanecrab / Facebook
  • Una vez, un tipo con el que apenas estábamos empezando a salir, decía que andaba quedando bien. En una ocasión, me invitó al cine y agregó: “Pasaré por ti”. Cuando llegó a mi casa, dijo:
    —¿Puedo dejar mi camioneta en tu cochera?
    —Dijiste que pasarías por mí. ¿En qué nos vamos a ir?
    —Es que quiero que vayamos en tu coche, porque no traigo casi gasolina ni dinero.
    Justo cuando dijo eso, con su voz fuertísima, como megáfono, pasó una familia de vecinos que, al oírnos, voltearon a mirar con los ojos bien abiertos. Le dije:
    —¿No traes dinero y me invitaste al cine?
    —A ti te toca pagar hoy, ¿sí? Y otro día me pongo a mano.
    Para colmo, llevaba la manga de su camisa rota, como desde el hombro hasta el puño, y cosida de una forma pésima, como si lo hubiese hecho un niño de 4 años. ¡Así era cuando se suponía estaba quedando bien! No sé qué me dio más coraje, si la invitación que no era invitación o su respuesta, o el haber rechazado un plan muy bueno con mis amigas en fin de semana por salir con él, o el que hayan oído los vecinos (y obviamente mi familia) lo tacaño que era, o si su camisa, o el cinismo con el que actuaba, como si de veras pudiera tener esa confianza conmigo. © Angelica Salceda García / Facebook
  • Tuve un novio que sacaba su cartera, contaba lo que había ganado con el negocio familiar y luego sacaba una bolsita de semillas de calabaza para compartir. Decía que comprar regalos era gastar en banalidades. © Maria Julia Ledezma / Facebook
  • Tenía un novio con el que pagaba a medias todo. No había problema con ello, pero si yo le daba un billete más grande para mi mitad, no me regresaba el cambio. © Ana Cecilia / Facebook
  • Hace unos años, fui a una boda en la que los padres del novio se llevaron la comida a media celebración. Se limitaron a servir pan, cuando había alimentos de sobra. Cuando estaba por terminar la fiesta, se llevaron el pastel de los novios, el pan y refrescos que ellos no habían aportado, además de la comida que ya estaba en su camioneta. © Katys López Gzlz / Facebook
  • Mi exnovio, cuando no traía dinero, me decía que le prestara y que me lo devolvería cuando cobrara. Pero cuando le pedía lo que me debía, me decía que “los novios no se deben cobrar todo lo que se prestan porque son pareja”, etc. En fin, nunca me pagó. © Catherine Fernández / Facebook
  • En mi primera cita con un pretendiente, en la puerta de su carro me dijo que no le alcanzaba para pagar el restaurante. Así que le contesté que cuando consiguiera, me llamara. Lo dejé plantado. Nunca más atendí sus llamadas. © Gutiérrez L Martha / Facebook
Ten en cuenta: este artículo se actualizó en diciembre de 2022 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.
Imagen de portada Alma Mia / Facebook

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