25 “Tips” para que tu pareja te escuche y esté de acuerdo contigo

Curiosidades
hace 1 año

¡Oh, oh! Tu laptop sale volando por la ventana, seguida de una foto enmarcada de tus últimas vacaciones. Das un portazo y corres tan rápido como puedes. Alto ahí: ¡tienes la oportunidad de retroceder 30 minutos en el pasado y evitar todo esto! Si quieres resolver un conflicto con tu pareja, no utilices adjetivos que te hagan parecer crítico. En lugar de decir “bueno” o “malo”, di “me gusta” o “no me gusta”, o explica las razones. Decir “no me gustó esa comida porque no estaba lo suficientemente picante” no suena como si estuvieras juzgando ciegamente a tu pareja. “Esa comida era muy mala” sí suena mal. Reemplaza “bien” o “mal” con frases de acuerdo o desacuerdo, o explica tu postura.

Omite las palabras “La verdad es que” y ve directamente al grano. Lo mismo ocurre con las afirmaciones sobre la realidad. La frase “En el mundo real, la gente lava después de cenar” está lleno de juicios de valor. “Por favor, ayúdame a lavar” es un simple pedido amigable. No te repitas. Cuando repites una y otra vez algo que ya dijiste, solo consigues irritar a tu pareja. Las frases vacías y que no significan nada también entorpecen el diálogo. Utiliza siempre frases que sugieran un “yo”. Demuestra a tu pareja que estás dispuesto a asumir la responsabilidad de tus sentimientos y pensamientos. Si reemplazas “Nunca me escuchas” por “Siento que no me escuchas”, tu pareja se sentirá menos a la defensiva. Le estás mostrando cómo se ven las cosas desde tu punto de vista, en lugar de afirmar que tu pareja es la villana. Tus emociones, incluida la ira, suelen estar ligadas al lugar donde aparecieron. Si comenzaron a pelear en la cocina, lleva la discusión afuera. A veces, el solo hecho de cambiar de lugar puede calmarlos, poner el conflicto en perspectiva y prepararlos para una charla constructiva.

Cuando hablas demasiado bajo o demasiado alto, demasiado rápido o demasiado lento, es menos probable que la otra persona te escuche. Lo mismo sucede con las notas ascendentes al final de cada frase, o cuando enlazas demasiados pensamientos con interminables “y”. Las frases atropelladas apagan los oídos de tu oyente. Empieza la conversación junto a tu pareja, no frente a frente. Cuando estás sensible y te sitúas frente a tu interlocutor, puedes sentir que tu pareja es el problema por estar enfrentada a ti. En lugar de eso, hagan una tarea juntos: pasear al perro, lavar o ir en bicicleta. Esto facilitará la conversación. Una vez que las cosas se pongan menos tensas, podrán ponerse cara a cara. No utilices preguntas retóricas para salirte con la tuya, solo empeoran las cosas y suenan como amenazas vacías. “¿Por qué siempre tienes que gritarme?” transmite mucha frustración. “Me siento muy incómodo cuando me gritas, ¿podrías dejar de hacerlo?” revela directamente lo que esperas de tu pareja.

Cuando hablen de un problema, no digas nunca o siempre. Si dices algo como “Nunca tienes en cuenta mis sentimientos”, tu pareja se pondrá a la defensiva y recordará varios ejemplos en los que se preocupó mucho por ellos. También puede sacar a colación situaciones en las que tú tampoco consideraste sus sentimientos para defenderse. Así que, en lugar de eso, di: “Ayer necesitaba mucho tu apoyo y me entristece que no me lo hayas dado”. Pospón la conversación hasta que consigas controlar tus propias emociones. Si tienes hambre, estás enfadado, te sientes solo o estás cansado, no puedes afrontar de forma eficaz ninguna situación estresante, como un conflicto. En primer lugar, satisface una de esas necesidades básicas: come algo, escucha música relajante, llama a un amigo, toma un buen baño o pasea a tu perro. También puedes probar el método de respiración profunda 4-7-8 para calmarte. Inhala por la nariz durante 4 unidades, aguanta la respiración durante 7 unidades y exhala por la boca durante 8 unidades.

Antes que nada, comprueba si tu pareja está preparada para una conversación seria. Puede que esté preocupada con otros pensamientos, cansada o estresada. Si dice que no puede hablar ahora, respétala y espera a que esté lista para hablar de forma productiva. Di frases simples como “Ayúdame a entender”, “Lo entiendo” o “Estoy contigo en esto”. Hacen milagros y ayudan a que la otra parte se dé cuenta de que le importas y de que no son dos bandos opuestos: son dos personas contra un problema que pueden solucionar juntos. Céntrate en un problema a la vez si quieres resolverlo. Cuando empiezas a lanzar muchas quejas, se genera un “efecto fregadero”. El fregadero se llena de problemas y, cuantos más haya dentro, menos probable será que alguno de ellos se resuelva por completo.

Si hablas con un tono de sermón, no te sorprendas cuando tu pareja deje de escucharte. No eres su jefe ni su profesor, y ese tipo de tono solo provoca resentimiento. Tu pareja se sentirá ignorada y las cosas empeorarán. Formula tus preguntas, deja que tu pareja las responda, y solo después expresa tu opinión sin sonar mandón. Dale información, no consejos, incluso si te los pide. “La gente suele conseguir mejores resultados si ama su trabajo” da a la persona el poder de tomar su propia decisión a la hora de buscar o no otro trabajo. “Deja tu trabajo si lo odias tanto” suena como una orden que no querrá seguir, aunque sepa que tiene mucho sentido. Enfócate en el comportamiento y no en la persona. Si llamas a tu pareja “desordenada”, solo conseguirás ofenderla. Es probable que responda con un insulto, y un pequeño problema puede transformarse en una gran pelea. Si le pides que sea más cuidadosa y no deje la ropa sucia por toda la casa, hay más chances de que esté dispuesta a mejorar ese comportamiento.

Asegúrate de no sonar ni comportarte como un narcisista. En lugar de decir “Yo tengo razón, fin de la discusión”, aprende a aceptar que la otra persona tiene su propio punto de vista y que vale la pena escucharlo. Pide a los demás, no solo a tu pareja, que te digan si notan alguna tendencia narcisista en ti y ocúpate de cambiarla. No saques conclusiones apresuradas ni adivines lo que tu pareja quería decir o hacer. Jugar a los detectives puede ser terrible para tu relación, y hasta puede deteriorar tu propia salud mental. Es posible que comiences a concluir automáticamente que cualquier situación incierta saldrá mal y que los demás quieren hacerte daño. Para dejar de hacer eso, prueba ver en la televisión a otras personas que sacan conclusiones erróneas. Recuerda ejemplos de tu vida donde las cosas no salieron como esperabas.

Aunque estén a kilómetros de distancia en el conflicto, busca una pequeña cosa en la que estén de acuerdo. Cuando dices “Sí, tienes razón”, la otra persona se siente escuchada y validada. Ese un buen punto de partida para el diálogo. Es una de las estrategias de éxito que se utilizan en ventas para encontrar una solución para un cliente frustrado. Un cumplido espontáneo tiene un efecto similar. No analices la situación actual con tu voz interior crítica. Si has tenido alguna experiencia negativa en una relación anterior, esa voz puede decirte que las cosas se repetirán. Esto se proyecta hacia tu pareja y distorsiona sus palabras para que se acomoden a una vieja imagen que tienes. Así es como “No me ayudaste a poner la mesa” se convierte en “No estás haciendo lo suficiente por nuestra relación”. Nunca metas aliados, como las opiniones de otras personas que estarían de acuerdo contigo. Tampoco compares a tu pareja con ellas. Esa es una de las herramientas del juego de la culpa. La culpa siempre consiste en tener razón y ganar el conflicto o estar equivocado y perder. Cuando tu pareja siente que tienes el apoyo de los demás, tendrá la sensación de que está perdiendo. Eso no contribuye a una relación más feliz.

Describe el conflicto y tus sentimientos y pensamientos en detalle. Tener un diario es una buena forma de aliviar el estrés. El proceso de escribir activa el hemisferio izquierdo del cerebro, que es analítico y racional. Eso ayuda a que el hemisferio derecho emocional se calme un poco, lo que te permite entenderte mejor a ti mismo y a los demás. Puedes escribir allí una carta a tu pareja y explicarle todo lo que no pudiste decir durante el conflicto. Si pelean por cuestiones similares una y otra vez, podría haber una gran diferencia en sus valores y creencias fundamentales. Pregúntale a tu pareja por ellos. Es probable que tus padres te hayan transmitido una mirada diferente sobre el amor, las relaciones, los roles familiares o el dinero. No puedes cambiar los valores fundamentales de alguien, pero, si entiendes la diferencia, los conflictos serán menos molestos. A veces no hay manera de encontrar una solución que les guste a los dos. En ese caso hay que aprender a aceptar el desacuerdo y renunciar a la necesidad de tener la razón. Acepta que la única solución es avanzar y que no tienen que estar de acuerdo en todo, a menos que se trate de algunos valores fundamentales.

Celebren cada batalla que consigan superar juntos. Salgan, vean una película o ríanse de eso. Piensa en los conflictos como una oportunidad para conocerse y entenderse mejor, no intentes evitarlos a como dé lugar. La próxima vez que sientas deseos de iniciar una discusión, piensa primero en la solución que prefieres. Tu pareja no podrá ayudarte a mejorar las cosas si no sabes qué es lo mejor para ti. Y nunca le pidas algo que tú no estarías dispuesto a hacer.

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