5 Datos interesantes sobre el ADN que revelan lo sabia que es la naturaleza
El ADN, o ácido desoxirribonucleico, es lo que nos une con el mundo animal y vegetal de todo el planeta. Todos sabemos, por ejemplo, que el ADN humano y del plátano coinciden al 50% (lo cual, por supuesto, no nos convierte en la mitad de una banana), y el genoma de cada persona difiere del de cualquier otro humano en solo el 0,1%, un porcentaje minúsculo que nos hace únicos. ¿Sabías que en el planeta existen animales capaces de “robar” el ADN, no solo de otros animales, sino también de las plantas? ¿Y por qué no se pueden clonar dinosaurios?
Genial.guru recopiló 7 diferentes datos en relación al ADN que te ayudarán a mejorar tus conocimientos sobre el mundo. Y al final de este artículo te encontrarás con una historia de detectives que lleva ya más de 25 años, en la que también fue cómplice el ácido desoxirribonucleico.
¿Por qué no pueden clonarse los dinosaurios?
Un grupo de científicos realizó un estudio del ADN de un ave extinta moa (dinornítido), utilizando los huesos con una edad entre los 600 y los 8000 años, y descubrió que, después de pasar 521 años, los enlaces en el ADN se desintegran tanto que el código genético resulta bastante difícil de leer.
En aproximadamente 1,5 millones de años, los fragmentos de estos enlaces se volverán tan cortos que no se podrán leer y la desintegración completa del ADN tardará aproximadamente 6,8 millones de años, es decir, prácticamente no hay esperanzas de clonar dinosaurios extinguidos hace aproximadamente 65 millones de años.
Los científicos no excluyen que el período de semidesintegración del ADN en los restos conservados en condiciones de permafrost (capa de suelo permanentemente congelado) puede ser más largo, pero es poco probable que sea suficiente para que en la Tierra se pueda recrear un verdadero Parque Jurásico. Pero la esperanza de la clonación de mamuts, cuyos restos se encuentran donde siempre es invierno, no está completamente perdida: por ejemplo, en la isla de Wrangel, estos animales gigantes vivían hace “tan solo” 4000 años.
Existen plantas con un ADN más impresionante que el de los humanos
La planta Paris (perteneciente a la familia Melanthiaceae) cuya tierra natal es Japón, tiene 50 veces más nucleótidos (“letras” que “escriben” el ADN) que el de un humano: 150 mil millones contra 3,2 mil millones. Si todas las moléculas de ADN contenidas en una célula de esta planta se alinearan hacia arriba harían una gran torre con un tamaño similar al de Big Ben.
Sin embargo, los científicos estiman que el ADN amebiano puede ser aún más voluminoso, por lo que su complejidad no se correlaciona con la del mismo organismo donde “habita”.
Además, estos aún no saben por qué en la naturaleza existe este tipo de diferencia en el código genético. Por cierto, esta peculiaridad no aporta ninguna ventaja a dicha planta. Por el contrario, Paris necesita mucho más tiempo para crecer, ya que la replicación de su ADN (en otras palabras, el proceso de copiarse a sí mismo) dura más tiempo en ella que en otras plantas.
El ADN humano es mayor que largo
Cada célula del cuerpo humano contiene 46 moléculas de ADN (a excepción de los óvulos y espermatozoides, donde hay 23), y si se alinean todos en una fila, se obtiene una cadena de dos metros de longitud. En total, un cuerpo humano contiene aproximadamente 37,2 billones de células, por lo tanto, si se ensambla una cadena de todas las moléculas de ADN de nuestro cuerpo, su longitud alcanzará aproximadamente los 74 billones de metros, es decir, 74 mil millones de kilómetros.
¿Es mucho? La distancia entre el Sol y Plutón, de media, alcanza los 5 700 millones de kilómetros, por lo que el camino de ida y vuelta será de unos 11 400 millones de kilómetros. Atendiendo a estas cifras, el ADN de un solo adulto puede “envolver” nuestra estrella hasta Plutón dando más de 6 vueltas. Mientras que, de la Tierra al Sol, ida y vuelta, el ADN puede hacer esto 70 veces.
Ladrones de ADN
Los rotíferos incluidos en la subclase Bdelloidea son criaturas inusuales porque todos sus representantes son exclusivamente hembras. Sin embargo, en sus más de 40 millones de años de existencia, los rotíferos se dividieron en 360 especies, lo que no es propio de las criaturas que se reproducen asexualmente.
La realidad es que estas criaturas microscópicas han aprendido a integrar en su genoma el ADN de diferentes plantas, hongos y bacterias. Según los científicos, esto es posible gracias a su capacidad de soportar la sequía: los rotíferos pueden “secarse”, prácticamente deteniendo su vida, pasar años en ese estado para, al volver a aparecer el agua, resucitar.
Durante la sequía, los rotíferos “absorben” el ADN extraño y después de su “renacimiento” recuperan el suyo junto al “robado”. Y dado que el genoma ajeno absorbe precisamente las células sexuales, el rotífero recién nacido será genéticamente diferente a su “madre”.
El ADN ayudó a los científicos a demostrar que los vikingos fueron los primeros en descubrir el Nuevo Mundo
Leif Erikson, quien alcanzó las costas de América alrededor del año 1000.
Gracias a un estudio del ADN de los habitantes de Islandia, los científicos pudieron descubrir que la primera persona en llegar al Viejo Mundo desde Nuevo fue una mujer. Ocurrió varios siglos antes del descubrimiento de Cristóbal Colón y, como se sabe, el primer europeo en llegar a las costas de América del Norte fue el navegante escandinavo Leif Erikson, quien vivió entre los siglos X y XI. Quizás fue él quien trajo a esta mujer de las tierras lejanas a Europa.
En el curso del estudio, los científicos descubrieron que 11 representantes de 4 familias islandesas que vivían en la isla, al menos desde el año 1710, tenían un tipo de ADN mitocondrial, cuyo “pariente” más cercano se encuentra solo en los pueblos indígenas de América del Norte. Y dado que el ADN mitocondrial se hereda exclusivamente de la madre, podemos atrevernos a suponer que la primera persona en pisar la tierra del Viejo Mundo por primera vez fue una mujer y que eso ocurrió alrededor del año 1000.
Bono: una historia de detectives
Una placa colocada en el lugar de uno de los crímenes de El fantasma de Heilbronn.
Entre 1993 y el 2009, en Francia, Austria y Alemania se produjeron un total de 40 delitos, incluidos unos especialmente graves. No había conexión alguna entre ellos, excepto que en esos lugares encontraban huellas del mismo ADN pertenecientes a una mujer. Todo esto era tan misterioso e inusual que la presunta criminal fue apodada “el fantasma de Heilbronn”, por el nombre de la ciudad donde fue cometido un asesinato de una agente de policía en 2007.
Lo único que la policía pudo descubrir fue que el fantasma era de Europa del Este, sin obtener ningún otro dato. El caso tuvo tal repercusión que, a principios de 2009, se otorgó una recompensa de 300 mil euros por la captura de la delincuente inalcanzable. En marzo de 2009, se tomaron muestras del cuerpo quemado de un hombre y resultó que su ADN no solo era femenino, sino también el mismo que los investigadores habían encontrado antes en relación a estos casos.
La investigación llegó a la conclusión de que no existía ningún fantasma y todo respondía a los bastoncillos de algodón que se utilizaban para tomar las muestras de ADN. Resultó que dichos utensilios estaban contaminados aún durante la fabricación y la culpable era una de las mujeres trabajadoras cuyas “huellas digitales” genéticas se encontraron durante las investigaciones. Así fue cómo terminó esta larga historia sobre uno de los maníacos más esquivos de Europa.