5 Respuestas ingeniosas para tratar la falta de respeto con dignidad

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Desde pequeños, muchos hemos sido educados para tener paciencia con las peculiaridades de los demás y tratar de comprender sus circunstancias. Sin embargo, con el tiempo, uno se da cuenta de que esa máscara de "niño o niña buena" puede llegar a ser un obstáculo. La autora de este artículo descubrió hace tiempo que, en ocasiones, es necesario poner límites a quienes se aprovechan de nuestra paciencia o se entrometen en nuestros asuntos bajo la apariencia de buenas intenciones.

1. En la tienda

Lo que más me incomodaba era tratar con algunos vendedores en centros comerciales. ¿Sabes cuando llegas emocionada buscando algo nuevo, te pruebas varias prendas y, de repente, te lanzan un comentario como: "Señorita, aquí las cosas no son precisamente baratas"? Aprendí rápidamente a responder con una sonrisa amable: "¿Tú tampoco puedes permitirte comprar aquí? Lo siento mucho por ti".

Más tarde, desarrollé otra respuesta más directa: "¿Este comportamiento es parte del estándar de atención de esta tienda o es iniciativa tuya?" Puede parecer complicado, pero practicarlo en casa ayuda. Lo más importante es mantener un tono tranquilo, lo que suele confundir a una vendedora que claramente solo quiere descargar su mal humor contigo.

Otra situación: estaba comprando un brasier. Me encerré en el probador, ya había empezado a probarme cuando, de pronto, una vendedora corrió la cortina y asomó la cabeza. Al principio, me quedé desconcertada. Es incómodo que alguien extraño te observe en ropa interior, sobre todo si no llevas la más nueva o bonita.

Entiendo que la intención era ayudarme, ya que traía más opciones para que probara. Sin embargo, esa "amabilidad" invadió completamente mi espacio personal, y no pude evitar sentirme molesta. Me giré y le dije con firmeza: "Ponte en mi lugar. ¿Te gustaría que alguien desconocido te mirara mientras estás en ropa interior? No estamos en un spa, después de todo".

Reconozco que fui algo dura, pero creo que la vendedora entendió que no todos aprecian este tipo de "ayuda". Por mi parte, decidí no volver a esa tienda en un buen tiempo.

2. Con familiares “atentos”

A veces, en internet se leen consejos como: “Si a tu esposo no le gusta tu comida, mándalo de vuelta con su mamá”. Una amiga mía, cuyo esposo también suele quejarse de su comida, encontró otra manera de manejarlo. Con una sonrisa dulce, le responde: “Claro, amor. Tu mamá cocina mucho mejor. ¿Qué te parece si la invitamos este fin de semana? Así comerás bien mientras yo aprovecho para ir al salón de belleza”.

Por lo general, esta perspectiva no le entusiasma, porque junto con la comida casera de su madre vienen los consejos sobre cómo debería vivir, trabajar y ganar dinero. Gracias a esta estrategia, las críticas y comentarios innecesarios en su hogar se han reducido significativamente.

3. Con curiosos “bienintencionados”

Es sorprendente cómo algunas personas no se dan cuenta de que preguntar sobre temas demasiado personales es una invasión de la privacidad. Comentarios como: "Eres tan amargada, por eso nadie te quiere, deberías ser más amable" suenan ofensivos, aunque los digan con el añadido de: "Lo digo por tu bien".

Hace tiempo que aprendí a responder con humor: "Me casaré después de que tú lo hagas. Hoy en día, incluso a los 60 se puede encontrar el amor. ¿O acaso tienes algún problema?" Otras veces, simplemente les pregunto directamente: "¿Con qué intención te interesa tanto mi vida personal?".

4. En el transporte público

Una vez no pude contener la risa al escuchar cómo una anciana puso en su lugar a un joven en el metro que ocupaba un asiento y medio con las piernas muy abiertas. Seguro conoces a ese tipo de personas que parecen necesitar todo el espacio. La señora lo miró con severidad y, para que todos en el vagón la oyeran, le soltó: "Joven, ¿es que sus calzoncillos no se secaron anoche? ¿Cree que así se van a secar?". La gente alrededor empezó a reír, y el chico, rojo como un tomate, terminó acomodándose correctamente en su asiento.

Por mi parte, prefiero manejar estas situaciones de otra manera. Si noto que alguien invade mi espacio con las rodillas, coloco mi bolso entre las suyas y las mías, sonrío y digo: "¿Sabes? Me estás dejando muy poco espacio". Hace tiempo aprendí que las respuestas pasivo-agresivas, como empujar con las piernas, no llevan a nada bueno. En cambio, expresar el problema abiertamente suele avergonzar a la otra persona y hace que se comporte de forma más respetuosa.

5. En el trabajo

Este truco lo aprendí de mi hermano, quien siempre sabe cómo salir de situaciones incómodas. Ahora yo también aplico su estilo cuando una colega intenta cargarme con sus responsabilidades laborales. Todo empieza de forma tranquila: "Entiendo que te molesto, pero no te costará mucho, ¿verdad?". A lo que respondo: "No me cuesta, pero esa es tu responsabilidad".

Aquí es cuando ella pierde la paciencia: "¡Yo aquí me esfuerzo al máximo, trabajo hasta de noche, y tú ni siquiera quieres ayudarme!". La última vez que ocurrió, no me contuve y puse todo en claro: "Si trabajas de noche, significa que no estás cumpliendo con tus tareas durante el día y no sabes organizar tu tiempo. Ahora me pides que me encargue de un trabajo por el cual tú recibirás el crédito y el pago. Dime, ¿qué gano yo con esto?".

No puedo decir que a la gente le encante cuando hablo en este tono, pero poco a poco el ambiente a mi alrededor se ha vuelto más limpio. Ahora me rodeo de personas que no tienen la costumbre de abusar de los demás o de apoyarse en el esfuerzo ajeno.

Bono: consejos prácticos de los lectores de Genial

  • Lo mejor es simplemente estar de acuerdo con la persona grosera. No tendrá nada más que responder, así que se quedará en silencio.
  • Si ignoras a estas personas, eventualmente se cansarán de molestarte. En la escuela siempre luchaba por la justicia, pero si hubiera sido más tranquila y amigable, creo que me habría ahorrado muchos nervios.
  • Una amiga mía, cuando le hacen preguntas o comentarios sobre su peso, ropa, talento o supuestos errores, suele responder: "No envidies". Esto calma de inmediato a cualquier crítico.
  • Creo que si respondes a esas preguntas con calma, como si no fueran provocaciones, sino una conversación normal, desarmas a cualquiera. Por ejemplo, si te dicen: "¿Qué, tu ropa es de segunda mano?", puedes responder: "Sí, suelo comprar allí a menudo".
  • Mi abuela siempre me aconseja: "Si hablan mal de ti, responde: 'Un gusto conocerte, yo soy...' y di tu nombre".
  • Cuando alguien decide criticar mi apariencia, con una cara sonriente y satisfecha respondo: "Sí, me he convertido en una verdadera belleza". Luego lanzo la pregunta: "¿Y tú, estás enfermo o algo?". El crítico espontáneo generalmente queda en shock.

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