21 Personas a las que la suerte les tocó el hombro y hallaron artículos usados en excelentes condiciones

Se dice que las personas creativas, en especial los pintores, suelen ser algo excéntricas. Sus ocurrencias a veces son tan inesperadas que resultan difíciles de creer. Por eso, decidimos investigar más sobre algunos de los genios que regalaron al mundo obras maestras inolvidables.
Aunque en vida Vincent van Gogh no fue reconocido, hoy es uno de los pintores más famosos y admirados del mundo. Desde niño mostró interés por el arte y llegó a crear más de 2,000 obras. Sin embargo, su única formación artística formal la recibió apenas unos años antes de su muerte… y solo duró cuatro meses.
Se sabe que padecía trastornos mentales y, posiblemente, más de uno. A finales de la década de 1880, su salud mental se deterioró gravemente. Se rumoreaba que llegó a estar tan mal que incluso comía sus propias pinturas.
En 1911, el mundo del arte quedó en shock cuando alguien robó la Mona Lisa del Museo del Louvre. Uno de los sospechosos fue un amigo de Picasso, quien, presa del pánico, terminó delatándolo. Como resultado, el pintor fue arrestado y pasó unos días detenido. Temiendo ser deportado, negó cualquier participación en el crimen y, al final, fue liberado. Años después, se descubrió que el verdadero ladrón era un pintor de brocha gorda italiano que intentó vender la obra en 1913.
Matisse y Picasso se conocieron en 1906 y, desde entonces, fueron amigos y rivales. Se la pasaban gastándose bromas y regalándose cosas extrañas. Un día, Picasso le obsequió a Matisse un fragmento de cerámica pintada, y este, en respuesta, le dio una estatua ridícula.
Ambos admiraban el talento del otro y estudiaban sus técnicas. Ya en sus últimos años, cuando Matisse estaba postrado en cama, le pidió prestada una pintura a Picasso para observarla mejor. Sin embargo, nunca se la devolvió. Simplemente, le encontró un lugar en su habitación y la colgó allí.
Después de vivir muchos años en el extranjero, Munch regresó a Noruega y siempre tuvo perros a su lado. No solo los adoraba, sino que estaba convencido de que en uno de ellos habitaba el alma de un viejo sabio. Sus perros lo acompañaban a todas partes y hasta los incluía en sus pinturas. Su setter escocés, Boy, era su compañero más fiel… ¡incluso para ir al cine! Munch solía comprarle un boleto especial para que pudiera entrar con él a las funciones.
El gran genio del Renacimiento destacó en muchas disciplinas, pero tenía una debilidad: la procrastinación. Dejó tras de sí un sinfín de obras inconclusas y su lentitud exasperaba a sus mecenas. Leonardo da Vinci disfrutaba de tomarse su tiempo. En una ocasión, un cliente se quejó de que tardaba demasiado en terminar La última cena. Sin inmutarse, el pintor respondió que estaba tratando de capturar la mirada más siniestra para representar a Judas... pero que si el cliente seguía insistiendo, bien podría usar su rostro como modelo. Después de eso, las quejas cesaron.
Salvador Dalí padecía ataques incontrolables de risa. La única persona capaz de ayudarlo fue Gala, su esposa y musa, quien simplemente los ignoraba por completo, actuando como si nada pasara. Con el tiempo, sus episodios fueron desapareciendo.
El genio del surrealismo era conocido por sus extravagancias y su comportamiento excéntrico. Un día daba conferencias desde un coche repleto de coliflores, otro, paseaba por la ciudad con un ocelote como mascota. Siempre encontraba una forma de llamar la atención. Uno de sus pasatiempos favoritos era robarse los bolígrafos de sus admiradores cuando estos le pedían un autógrafo.
Si quieres conocer más historias curiosas sobre grandes artistas, no te pierdas estos artículos: