Yo como rápido, es costumbre
Por qué comer rápido afecta tu cuerpo (8 maneras en que lo hace)
Llegó la hora de comer y no puedes esperar, así que, en cuestión de pocos minutos, ya terminaste el plato de comida que estaba frente a ti. Si esto te suena familiar, tal vez sea buen momento de que te detengas a pensar cómo afecta a tu cuerpo comer muy aprisa.
Genial.guru quiere compartirte las consecuencias que este hábito puede tener sobre tu cuerpo y un bono con consejos sobre cómo evitarlo. Ante cualquier duda, recuerda consultar a tu médico.
1. Puede hacerte comer en exceso
El cerebro tiene la facultad de procesar señales, y una de ellas es la saciedad a la hora de comer. Sin embargo, pueden pasar hasta 20 minutos antes de que el órgano se dé cuenta de que ha sido suficiente.
Al no recibir esa señal, se sigue comiendo hasta llegar a una ingesta excesiva que rebasa lo que el cuerpo necesita. De hecho, un estudio en niños concluyó que quienes comían rápido también terminaban ingiriendo de más, e incluso tenían 3 veces más probabilidades de tener sobrepeso.
2. Incrementa el riesgo de obesidad
Íntimamente conectado con el punto anterior está el riesgo de padecer obesidad. Aunque sabemos que hay otros factores relacionados con esta condición (genética, mala alimentación, inactividad, etc.), diversos estudios han demostrado que comer apresuradamente también representa un factor de riesgo potencial de sobrepeso y obesidad.
3. Causa problemas de digestión
Comer rápido sin prestar atención siquiera a lo que ingerimos puede derivar en problemas de indigestión. Muchas veces, comer de forma muy veloz significa también ingerir trozos más grandes de comida. Al no masticarse bien, el estómago tiene que hacer un mayor esfuerzo para procesarlos.
Un estudio incluso encontró que comer lentamente usando la práctica de la atención plena puede proporcionar beneficios a quienes sufren algunos trastornos gastrointestinales. Sin embargo, aún son necesarias más investigaciones con mejoras metodológicas para obtener más información.
4. Puede causar gases
Buena parte del gas en nuestro cuerpo es aire tragado. A mayor velocidad al comer, más aire entra al cuerpo, el cual tendrá que salir tarde o temprano en forma de incómodas flatulencias.
5. Influye en la satisfacción al comer
Aunque no representa un problema de salud en sí, un estudio realizado en mujeres sanas, el cual buscaba comparar el impacto de las tasas de alimentación lenta y rápida, encontró que las calificaciones de agrado tendían a ser más elevadas en damas que comían lento. Por lo tanto, hacer esto puede ser un ganar-ganar: comes menos y disfrutas más.
6. Se malgastan nutrientes
Cuando masticamos alimentos, producimos saliva. Esta genera una enzima llamada ptialina, la cual se encarga de descomponer los carbohidratos. La importancia de tomarse el tiempo para masticar bien radica en que pueda producirse suficiente saliva que rodee el alimento y que los nutrientes se absorban como es debido.
7. Se relaciona con la resistencia a la insulina
La insulina es una hormona cuya función principal es regular la cantidad de nutrientes que circulan en el torrente sanguíneo. Cuando las células dejan de responder adecuadamente a la insulina, aumentan los niveles de azúcar en la sangre. Un estudio realizado en Japón tuvo resultados que sugieren una correlación entre comer rápido y desarrollar resistencia a la insulina, lo que implica que la hormona no funciona como debería.
8. Aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades
El síndrome metabólico es el nombre de un conjunto de factores de riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes y otros problemas de salud. Comer aprisa también se asocia con una mayor posibilidad de sufrir este síndrome, según un estudio.
Además, otra investigación descubrió que los participantes que comían más rápido tenían 2,5 más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2.
Bono: Cómo empezar a comer más lento
Afortunadamente, no estamos ante un problema sin solución, sino frente a un hábito que puede ser modificado si se tiene la disposición para ello. Aquí hay algunos consejos que pueden ayudar a lograrlo:
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Evita comer frente a pantallas: esto puede hacerte comer rápido y sin pensar, perdiendo la noción de cuánto ingieres.
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Mastica bien: idealmente, cada bocado debe ser masticado de 20 a 30 veces.
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Obtén bocadillos saludables: evitarán que comas con mucha hambre, muy rápido y tomes malas decisiones con respecto a los alimentos.
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Deja los cubiertos entre cada bocado: esto ayudará a reducir la velocidad.
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Practica la alimentación consciente: tómate el tiempo de saborear cada bocado, olerlo y sentir su textura.
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Opta por bocados pequeños: disminuirá el ritmo de tu ingesta.
¿Eres de los que comen rápido o lento? ¿Estarías dispuesto a cambiar tus hábitos?